Capítulo 17. Muchas dudas

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Martin acababa de ponerse el pijama y se había metido en su cama cuando recibió el mensaje de Juanjo. Fue imposible  evitar que se le formase una sonrisa en la boca al leer su nombre iluminado en la pantalla.

Entró rápidamente a su chat para hablar con él.

"Martin: holaaaa!" 23:03

"Martin: estoy muchísimo mejor ☺️ gracias a ti en parte" 23:03

"Martin: también estuve hablando con mi aita, que eso siempre viene bien ❤️‍🩹" 23:04

"Martin: ¿qué tal te fue la clase de piano? 23:04

"Juanjo ❤️‍🩹: me alegro mucho Martin" 23:05

"Juanjo ❤️‍🩹: la clase bien, aunque no fue lo que pensaba" 23:05

Martin frunció el ceño. Algo no iba bien. El maño estaba distante, siempre hablaba por los codos. Algo había pasado en su clase de piano y quería descubrirlo.

"Martin: ey" 23:05

"Martin: ¿sabes que puedes contar conmigo, verdad? 23:05

"Martin: si lo necesitas nos vemos en persona" 23:06

"Martin: hablar por aquí es una mierda😮‍💨" 23:06

"Juanjo ❤️‍🩹: no te preocupes cariño, estaré bien❤️" 23:07

"Juanjo ❤️‍🩹: descansa, el miércoles si quieres hablamos en persona y te cuento un poco mejor todo" 23:07

"Juanjo ❤️‍🩹: mañana no iré al conser, tengo que estudiar 🤨 por desgracia" 23:08

"Martin: vaaaaale 🙄 pero el miércoles me vas a contar lo que le pasa a esa cabecita" 23:09

"Juanjo ❤️‍🩹: te lo prometo, no te preocupes por mí en serio" 23:10

"Juanjo ❤️‍🩹: descansa y no me eches mucho de menos mañana en la cabina 😜" 23:10

"Martin: buenas noches Juanjo, sea lo que sea se va a solucionar, ya lo verás. Y si no te ayudaré a encontrar una solución 💙" 23:11

Juanjo sonrió a la pantalla. Incluso después de la mierda que acababa de vivir en su casa estaba con una sonrisa en la boca gracias a Martin. Bloqueó el teléfono y lo posó encima de la mesita de noche.

Cerró los ojos y se permitió soltar un río de lágrimas por sus mejillas. Lloró en silencio para no alertar a su familia que seguían en la cocina. Lo supo por el ruido de cacharros que se discernía a través de la pared de su cuarto. Se mantuvo en silencio, cubierto por sus sábanas hasta que se hizo el silencio en su casa y todos cerraron las respectivas puertas de sus dormitorios.

Trató de regular su respiración en vano, pues en su mente aparecieron sus primeros recuerdos en el conservatorio. Ese primer concierto que dio en solitario cuando aún no media ni un metro y medio. A sus diez años se moría de ganas de salir a tocar encima de un escenario y hacer que la gente disfrutase tanto como él lo hacia. Él quería compartir su arte con los demás y que sintieran al menos, la mitad de lo que él sentía cuando apretaba las teclas negras y blancas. Era una partitura muy sencilla, adecuada a su nivel de aquel entonces, pero en ese momento Juanjo se sintió la persona más importante del mundo. Como si fuera un famoso que daba grandes conciertos por todo el planeta. 

La ropa que quiso ponerse para ese día llevaba planchada y perfectamente colocada sobre la silla de su cuarto una semana antes y en su mesita de noche, reposaba un calendario de pared con el día rodeado en rotulador rojo. Estaba ansioso por subirse al escenario y realizó una cuenta atrás hasta que su día deseado llegó. Siempre hubo algo que le llamaba a subirse al escenario. Como una fuerza que él no controlaba y que conducía irremediablemente a estar subido sobre él.

CONTRA LAS CUERDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora