Era 20 de diciembre. El día del concierto de Navidad. El último día antes de las tan ansiadas vacaciones. El ambiente estaba cargado de expectación y ganas inmensas. Era el evento del año después de la graduación y el concierto de fin de curso. Desde los más pequeños a los más mayores estaban deseando que se vieran reflejados sus esfuerzos de todo un trimestre y ser ovacionados por sus familiares.
Todo el mundo estaba como loco los días previos al evento. Por los pasillos se escuchaban cuchicheos de amigos comentando cuales iban a ser sus outfits y donde iban a cenar. Era tradición ir a picar algo con tu grupo de amigos tras el concierto y después acudir a la famosa discoteca de la ciudad para celebrar las vacaciones.
Para Martin siempre había sido su día favorito del curso. Aunque su estación favorita era el verano, no podía negar que la Navidad era una fecha destacada cada año. En su álbum de recuerdos tenía fotos con largas mesas de compañeros que estaban deseando cenar junto a él. Si ahora lo pensara con frialdad, todo había sido por interés propio, pues la mayoría de las personas que salían en esas fotos habían dejado de dirigirle la palabra a excepción de Belén y Álex. Al final es cierto eso de que se pueden contar los amigos con los dedos de una mano.
Por aquel entonces el vasco se había sentido querido y escuchado. Había montado fiestas de más de cincuenta personas en su casa y habían comido y bebido más de lo que su mente era capaz de recordar. Rodeado de gente del conservatorio e incluso de diferentes países europeos. Todos conocidos gracias a su madre y los múltiples concursos en los que participaba anualmente.
Este año todo estaba siendo diferente. Nadie le había escrito para saber si querían cenar con él. Un día por los pasillos había escuchado cómo un grupillo de chicas de su promoción comentaban la reserva que habían realizado en un local bastante amplio en el centro de la ciudad. Todo sin contar con él, claro está.
Realmente era consciente de que este año había cambiado todo. Al principio del trimestre le habría dado vértigo ver tantas sillas vacías en su cena navideña pero estaba en un momento en que todo le importaba poco. Haber conocido a Juanjo suplía cualquier carencia. Había empezado a dar importancia a la gente que le rodeaba y no por ser más, era mejor. A sus dieciocho años buscaba la calidad y la lealtad en la amistad, después de haber tocado fondo totalmente. La cena íntima de este año le hacía más ilusión que cualquier año pasado.
Todo había sido idea de Almudena y Álex, los cuales habían decidido juntar a ambos grupos de amigos para conocerse todos mejor. Tras ver el puchero de sus dos amigos no pudo negarse, otro año más sería el anfitrión de la cena. Álex era su mejor amigo, esa persona que había secado sus lágrimas durante todo el verano sin importarle las veces que hablara sobre el tema. Era un buen amigo y quería que fuera feliz con Almudena. No podía negarse a su petición cuando había sostenido su mano más veces de las que fuera capaz de recordar.
Ese año la cena sería para seis. Seis personas que amaban tanto a Juanjo como a Martin. El vasco quería estar a la altura, así que había decorado su casa con sumo detalle para que todos se encontrasen a gusto. Había encargado grandes cantidades de comida y diferentes tipos de bebidas, pues no conocía los gustos de todos. Había bajado su reproductor de música y unas luces tipo discoteca que compró en Amazon el año pasado. La decoración navideña ya podía verse por la casa, llena de guirnaldas, luces parpadeantes, espumillón y un gran árbol al lado de la chimenea, coronado con una gran estrella.
Martin sonrió al ver finalmente todo perfectamente dispuesto para que después vinieran sus amigos. Estaba orgulloso de cómo había quedado todo, quería que estuvieran como en su casa y pasaran una gran noche.
-Hijo ¿nos vamos ya?- preguntó su madre tecleando nerviosa en su teléfono y agarrando la maleta con la otra.
Su madre después del concierto se iba de fin de semana con Paco. Así lo habían decidido. Según ella, necesitaba un fin de semana de relax y desconexión después del largo trimestre. Martin pasaría el finde junto a su padre y celebraría la Navidad junto a él en País Vasco. Después volvería para pasar el Año Nuevo junto a su madre, aunque no le apetecía especialmente. Ya cuando tenía quince años comenzó a sentir que no encajaba con su madre y su familia. Sentía que tenían demasiado ostentación para lo que él era. No quería comer langosta ni caviar. Prefería irse a País Vasco y corretear por las amplias playas del norte para después merendar churros con chocolate con sus primos. Siempre se entendió mejor con ellos aunque no fue hasta bien entrada la adolescencia que su cuerpo empezó a exteriorizar el disgusto que le provocaba pasar fechas tan señaladas con gente que le aportaba bien poco.
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CONTRA LAS CUERDAS
FanfictionJuanjo y Martin cruzan caminos en el último curso en el Conservatorio, compartiendo agrupación de cámara. Pronto empiezan las discusiones entre ambos ¿Serán capaces de dejar atrás su ego y trabajar en equipo dejando a un lado sus diferencias?