Capítulo 15. El secreto de su madre

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Martin había perdido la cuenta del tiempo que estuvo acurrucado en el hombro del maño. Se sentía a salvo y protegido como cuando estaba con su padre. Se sentía como hogar. Juanjo no le había soltado en ningún momento, permaneciendo durante largos minutos haciendo círculos sobre la espalda de Martin, hasta lograr que se recompusiera y su respiración fuese más tranquila y pausada. Se sintió bien cuando logró que el vasco dejase de tiritar.

En ese instante Juanjo se había armado de valor y había posado sus labios sobre la cabellera del vasco, dejando un tierno beso con el fin de reconfortarle. Martin se dejó hacer encantado, no mostrando ningún gesto de incomodidad que alertase al maño. Juanjo, debido al tipo de crianza que había tenido, nunca había sido una persona especialmente cariñosa, pero el vasco sacaba su lado más dulce.

 Martin poco a poco se separó del maño, limpiándose las lágrimas restantes que resbalaban por sus mejillas.

Se encontró con la mirada tranquila del maño, que le sonreía tiernamente y no le juzgaba. Se permitió perderse unos segundos en sus profundos ojos miel, al igual que hacía siempre antes de empezar una obra. Detrás de su iris podía traslucirse un tinte de preocupación.

-Siento esta intensidad -comenzó a hablar el vasco- estabas estudiando y vengo yo aquí a interrumpirte...

El vasco hizo el intento de levantarse, pero Juanjo fue más rápido agarrándole de la muñeca con un gesto serio.

-No digas tonterías -expresó- tú eres más importante.

Los ojos de Martin comenzaron a inundarse de nuevo de lágrimas y volvió a tirarse sobre los brazos del demaño.

-Si llego a saber que te iba a hacer llorar no decía nada eh -rió suavemente sobre su hombro.

Martin se separó avergonzado por su arrebato cariñoso y con las mejillas rojas ardiendo, se encontró con la chispa divertida en los ojos del maño. Juanjo le colocó el mechón revoltoso que caía sobre su frente con una sonrisa en los labios.

-¡Cállate anda! - dijo Martin pegándole suavemente en el brazo.

Juanjo buscó la mano de Martin y unió de manera delicada su dedo meñique con el de Martin. El vasco vio el gesto y sonrió, agarrándole la mano por completo con seguridad. Era un gesto íntimo que ambos pedían a gritos desde hace tiempo, pero ninguno había sido capaz de dar el primer paso hasta ahora.

-¿Qué ha pasado? - habló Juanjo bajito, con miedo de romper el momento.

Martin sintió en ese instante como todo comenzaba a encajar, sintiendo las fuerzas para hablar lo que llevaba callando tanto tiempo. No había sido capaz de abrirse respecto a sus sentimientos con ninguno de sus amigos. Solo lo había hecho con su padre. 

Suspiró apretando el agarre de la mano de Juanjo incitándose a sí mismo a armarse de valor para lo que estaba a punto de hacer. Levantó la vista y se encontró con los ojos miel del maño que con una arrasadora sinceridad le invitaban a hablar, viéndose innegablemente motivado a explicarse.

-Todo ha cambiado desde el año pasado -dijo Martin a media voz.

Juanjo abrió los ojos sorprendido, no se esperaba que el vasco quisiera abrirse con él. Le apretó la mano incitándole a continuar.

-Todo se fue a la mierda desde que se destapó la infidelidad de mi madre. Estas cosas ya sabes que dan mucho que hablar sea el ámbito que sea,  mucho más cuando eres la directora de un conservatorio, ya te lo podrás imaginar- hizo una breve pausa antes de continuar - además, creo que follarte al director de la puta banda y pensar que nadie os pillaría es de ser muy gilipollas.

La rabia comenzó a aflorar en el cuerpo de Martin apretando la mano que no tenía entrelazada con Juanjo, clavando las uñas en la banqueta que los dos compartían y frunciendo el ceño claramente enfadado. Con la mano que le quedaba libre, el maño trató de suavizar el ceño de la frente, acariciándola delicadamente. Martin cerró los ojos disfrutando del tacto.

CONTRA LAS CUERDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora