CONTRA LAS CUERDAS

Capítulo 2. vuelta a la rutina

Las risas inundaban el pasillo de cabinas de estudio del Conservatorio, la vida había vuelto a ese edificio que cerraba sus puertas y veía morir la música durante los tres meses de período estival. Juanjo y María se encontraban sentados cada uno en una banqueta enfrente de un piano de pared que permanecía inquebrantable desde que ambos comenzaron su andadura en la música en ese edificio. Ambos chicos compartían una palmera de chocolate que le habían comprado a Paqui, la camarera del bar de enfrente mientras improvisaban una melodía que llevaba tiempo rondándole la cabeza al maño. 

Los últimos rayos de luz de esa tarde de jueves incidían en el flequillo moreno de Juanjo, que reposaba sobre su frente mientras masticaba feliz el chocolate.

-Que guapo estás así - comentó María mientras sacaba su teléfono - déjame que te haga una foto, con toda la Golden Hour.

Juanjo se rió y mostró todos los dientes de manera genuina mientras mostraba a cámara su trozo de palmera.

- Perfecto, mira - añadió enseñándole la foto al maño.

-Publícalo si quieres, que sé que lo estás deseando - contestó llevándose un trozo a la boca, la morena estaba concentrada en su teléfono cuando Juanjo retomó la conversación - mira Mari, aprendí esta obra este verano... dime que opinas.

El maño se limpió las manos con una servilleta que tenía encima del piano y abrió su cuaderno de partituras. Se acomodó en la banqueta y le dedicó una media sonrisa a su amiga, antes de concentrarse.

Los dedos se movían por el piano con una agilidad asombrosa, no cometió ni un solo error. Juanjo tenía los ojos cerrados mientras creaba una melodía que removía sentimientos a cualquiera que pasase por ese pasillo en aquel instante. María no pudo evitar derramar un par de lágrimas, el maño era la persona más sensible del mundo, capaz de transmitirle a cualquiera emociones solo con tocar las teclas blancas y negras del teclado. Parecía que había nacido para ello, lástima que Juanjo solo lo viera como un hobby y una forma de liberarse de las tensiones de su día a día. Cuando finalmente abrió los ojos se encontró con los de María, que estaba secándose las lágrimas.

-¡Oi! - dijo Juanjo formando un puchero acercando su banqueta para abrazarla por la cintura - mi niña, no llores.

-Es precioso, Juanjo... te he dicho mil veces que has nacido para esto - añadió orgullosa su amiga.

- ¡Pero qué dices, idiota! Si tú tocas muchísimo mejor que yo anda, ¡qué dirás! - bromeó Juanjo.

-No voy a discutir contigo - respondió María mientras miraba su teléfono móvil - me marcho amore, tengo ahora análisis - continuó hablando mientras fingía desmayarse - ¿luego te veo?

-Ya te iré diciendo María, aún no sé si tengo que irme pronto a casa - comentó - ánimo con la clase.

La larga cabellera morena de María desapareció por el pasillo dejando a Juanjo sumido en un silencio cómodo. Dio un trago a su botella de agua antes de volver a empezar con la obra que su profesor le había indicado que debía preparar para la primera audición del curso. Se distrajo mirando Stories en Instagram, todos sus compañeros parecían querer mostrar la vuelta en su segunda casa y mucho más cuando era su último año allí: fotos desde las cabinas de estudio, fotos haciendo el tonto con sus amigos en clase, en algún ensayo de orquesta...

Su distracción fue opacada por una suave melodía. Juanjo juraría que era algo de Bach pero no estaba 100% seguro. Agudizó el oído y torció el labio cuando escuchó el primer desliz. La melodía cesó para volver a repetirse al momento, cometiendo el mismo fallo. Así una y otra vez. La persona debió de frustrarse al errar, porque la melodía cada vez sonaba más fuerte hasta que entró en bucle y se hizo el silencio. Acto seguido una voz femenina que Juanjo reconocería en cualquier lado elevó la voz, siendo audible por el maño.