Capítulo 10. tenemos que hablar

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Juanjo se despertó empapado en sudor al sentir la presión de algo sobre su cuerpo. Frunció el ceño y abrió los ojos asustado. Su hermana se había tirado encima.

-¿Qué es que hoy no vas a clase? - preguntó juguetona.

-¿Qué hora es? - dijo con voz ronca.

-Pues casi son las ocho, ¿estás enfermo? - le analizó las incipientes ojeras y el sudor que recorría su frente fruto de las pesadillas.

-Joder, joder, joder... - se lamentó tirándose del flequillo.

Juanjo apartó a su hermana rápidamente para meterse en el baño. Se aclaró con velocidad la cara, frotando con insistencia para poder despertarse del todo. Salió del cuarto de nuevo, su hermana ya no estaba allí. Escuchó cómo la puerta de casa se cerraba en ese momento. Soltó un largo suspiro mientras cogía del armario lo primero que pudo para vestirse. El jueves iba a ser un día largo y no empezaba de la mejor manera.

Cogió una manzana y se cargó la mochila al hombro, dispuesto a acudir a las clases de la mañana. Fue dando mordiscos a la misma mientras corría por la calle. Por su mente pasaban los últimos mensajes que se había intercambiado con Martin.

"Juanjo: gracias de verdad por tus palabras 🥹" 22:20

"Juanjo: no sé si estoy preparado ahora mismo para hablar de ello, quizá en un futuro te tome la palabra" 22:21

"Martin conser: bueno, sabes donde encontrarme cuando te encuentres con fuerzas para hacerlo. Mi cabina siempre estará abierta para ti 😇" 22:21

"Juanjo: lo mismo te digo. No pienses que no me he dado cuenta de que tú también estabas llorando y no precisamente por lo bonita que es la obra 😮‍💨" 22:22

"Martin conser: 🤫" 22:22

"Martin conser: descansa Juanjo 🌷" 22:23

"Juanjo: descansa don afinación perfecta 😉" 22:24

La mañana de clases se le pasó demasiado lento. Estaban explicando algo del reinado de Isabel II, pero Juanjo no era capaz de concentrarse en nada. Una y otra vez se le venían imágenes a la mente de la clase de cámara del día anterior. Necesitaba desahogarse con alguien sobre lo que había sentido. Sus amigas de clase, ajenas al conservatorio, iban a pensar que estaba chiflado. ¿Cómo iba a haber sentido una conexión con alguien sin apenas conocerle solo por el roce con su espalda? Desechó la idea al momento. Hablarlo con Almu o María sería una terrible opción también, porque empezarían a montarse películas de que Martin y él serían una maravillosa pareja y harían todo mucho más incómodo.

Le dio miedo sentir, pues nunca lo había hecho. Salía con gente por placer, pero nunca se había planteado tener una relación romántica con alguien o una conexión como la que estaba sintiendo. Dentro de sus entrañas había una fuerza que le estaba pidiendo a gritos que le diera los buenos días a Martin y que tuviera un buen día, quería saber más de él. Juraría que el maño pasó tres cuartos de hora frente al chat de Martin sin ser capaz de teclear nada. Embobado y estático, como si hubieran congelado el tiempo y sus manos no fueran capaces de realizar un movimiento coherente. 

Se ganó alguna queja por parte de sus profesores por estar distraído, pero no fueron especialmente estrictos, pues Juanjo era el alumno estrella de la clase. Siempre sacaba sobresaliente en todas las asignaturas y se ofrecía como voluntario para todo tipo de proyectos. Supondrían por su cara y las ojeras moradas que no había pasado buena noche. Y lo dejaron pasar.

Esa tarde en el conservatorio, las clases fueron especialmente aburridas. Ninguno de los chicos tenía clases prácticas, sino teóricas. Martin estaba encerrado en la biblioteca, sumergido entre libros de historia de la música y apuntes extra que la profesora le había dado a los alumnos que tenían previsto presentarse al Conservatorio Superior. Dentro de un par de semanas tendría el primer parcial y quería ir estudiándolo con tiempo para que así a final de curso el repaso fuera más fácil.

CONTRA LAS CUERDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora