Secuestro

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Oh, no... no puede ser. Mi condición de alfa, de líder... se podían venir abajo. No estaba lista para poder mantener una relación. ¡Apenas podía controlar mi propia vida!

-Fuera.-le dije.

-Pero... -dijo él.

-Fuera.

-Creí que tu sentías lo mismo...-dijo el.  

-Pues creíste mal. Ahora, he dicho que te vayas.

-No, esto no puede terminar así...

-¡Vete! Por favor...- tenía ganas de llorar, aún así no podía soltar ninguna lagrima delante de Thanor, simplemente no podía.

-Lo siento no fue mi intención...- y se  fue.

No quise herirlo, pero era lo mejor tanto para mí como para él. Al menos por el momento, pero Thanor no lo comprendería. ¿Que le diría mañana? ¿Que haría sin él? Un dolor me invadió por dentro. Era mi mejor amigo, y las cosas ya no serían igual entre nosotros dos. Lo que le dije.. que creyó mal, no tendría que habérselo dicho, era mentira. ¿Por que ahora...? Estaba enojada conmigo misma por haberlo tratado mal pero también con él por ocultarme tantas cosas. Y ahora menos respondería a mis preguntas.

Me quede parada donde estaba un buen rato. Ya todos se habían ido a dormir. No vi a Thanor en la cueva, posiblemente se había ido a dormir a otra parte donde no pudiera verme.

Si el lo hacía, pues yo también. La culpa era mía y no me daría el lujo de dormir cómodamente en la entrada o en el interior de ninguna de las cuevas. Me alejé un poco pero no demasiado, a un lugar donde la soledad pudiera ser mi única compañía y no pudiera ser víctima de las miradas indiscretas de mis anfitriones.

Me recosté sobre una imperfección en la gélida roca de la montaña. Espero que Gharem no pensará mal de mí pero como dije antes me parecí injusto para Thanor, vaya uno a saber donde se había refugiado. 

Los más fuertes somos los que esperamos a que se haga la noche para ahogarnos en un mar de lágrimas. La cabeza me daba vueltas, era muy difícil conciliar el sueño. No podía dejar de pensar en nuestra discusión. Tal vez debería ir a buscarlo...no, ambos necesitábamos un tiempo a solas.

Por fin la tristeza y el cansancio lograron vencerme. Las pesadillas me acosaban. Cuentos de dolor y sufrimiento, furia y tristeza.

De repente sentí un suave piquete en el muslo, y desperté. Logre captar un olor desconocido para mi, carne semi putrefacta, barro y arcilla fresca. Mi vista se nublaba cada vez más, aún era muy temprano y nadie estaba despierto todavía excepto los guardias que patrullaban la zona, pero debían de estar internados en el bosque.

Conseguí ponerme de pie lo cual fue totalmente inútil ya que caí de nuevo. Miré hacia el lugar donde había sentido el piquete. Una especie de mini-flecha yacía allí. Estaba preocupada.  Mire hacia adelante y una silueta un tanto colosal entro en mi campo visual. No tuve tiempo de proferir un solo grito de auxilio. La silueta me cubrió con algo, no se con que, y me cargo hasta lo que supuse era su montura. Lo que sea que me había llevado hasta allí debía de tener una fuerza bestial como para levantar un licántropo el solo. De nada sirvió mi forcejeo, ya debilitada por la mini flecha.

La montura de mi secuestrador solo olía a carne putrefacta, era desagradable. Comenzó a moverse y para ese entonces yo ya estaba sumida en un letargo, con la mente embobada y la cabeza que me daba vueltas. No sabia donde se encontraba el arriba o el abajo, no lograba ver nada. Me rendí. Ya no podía hacer nada, solo quedaba esperar lo peor.

CorreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora