Susto de muerte

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Salimos del rudimentario comedor y caminamos hasta la plaza. Si había forma de salir de aquí debía encontrarla.
-¿A donde vamos?- pregunté a Ferwaf.
-¿No acabamos de hablar de ello? Te enseñaré el lugar, es importante, si no lo hago podrías correr peligro.
-¿No que este era un lugar seguro?
-Nunca dije que no fuera seguro.
Caminamos por uno de los pasillos principales, reconocí la puerta de entrada al despacho de Hekthram al fondo de otro de los pasillos. Parecía un laberinto. Los pasillos principales se dividian en muchos otros, en los cuales habían puertas que llevaban a quien sabe donde. Lo raro de todo es que no habíamos tomado camino por ninguna de las subdivisiones del pasillo, sino que seguiamos en línea recta.
Caminamos alrededor de media hora, sin hablar nada más que uno que otro comentario. Llegó un punto donde ya casi no habían Híbridos en los alrededores, nada más Licántropos.
A lo lejos logré divisar mi gran anhelo, mi sueño desde que llegué a Oenüm, al final del pasillo se podía distinguir la suave luz del sol mientras se ponía para así poder dar paso a la fría y oscura noche.
No pude contenerme un solo segundo más. Comencé a correr con tal velocidad que casi parecía que podría alzar el vuelo en cualquier momento. Pude oir los gritos desesperados de Dart rogandome que paracé de huir.
Un par mas de voces se le unieron, pero por más que intentaran alcanzarme, no lograrían siquiera acercarse.
Ya estaba cerca, a solo unos cuantos metros de lograrlo. Ya podía imaginarme libre, reuniendome con mi manada y reconciliandome con Thanor, cuando de repente... algo bloqueó la entrada.
Una enorme bestia se alzaba frente a mí. Su cuerpo debía de medir ocho metros de alto por tres de ancho. Pude notar una lengua bifida entre sus dientes afilados como navajas que sobresalían de su boca en forma de "V". La escamos piel color azul noche parecia ser una armadura impenetrable. Dos grandes alas que doblaban el tamaño del animal terminaban de cubrir la entrada por completo. Algo llamó mi atención, un olor, un olor a putrefacción, el mismo aroma que había en el aire durante el secuestro...
Antes de que pudiera reaccionar, una de sus grandes y poderosas patas me estrellaron conta el suelo, dejandome casi totalmente inmovíl en el piso. Mi mirada y la de la criatura se cruzaron por unos segundos, sus ojos estaban llenos de rabia y una profunda oscuridad que asechaba su interior.
Acerco su rostro al mio, ispeccionandome tan solo con su horrible mirada. Pensé que moriría allí, asesinada por un ser casi irreal.
-Es suficiente.- interrumpió un voz.- ¿Me has oído? Sueltala, ya le hemos dado un buen susto.-esa voz, esa irritante voz, la voz de Axel.- Espero que hayas aprendido la lección.
-¡¿Q-q-que fue eso?!- tartamudié.
-Querrás decir quien.- una voz resonó en mi cabeza.
-¡Me estoy volviendo loca! ¡¿Ustedes también oyeron eso?! ¡¿De donde viene esa voz?!
-Leire calmate...- me pidió Axel.
-¡Pero como me voy a calmar, si casi muero hace unos momentos!
-No hubiera pasado nada de haberme hecho caso.- dijo Ferwaf.
-¿Que era eso?
-Bueno... es un poco complicado, verás...
-Ferwaf,- interrumpió Axel - creo que yo soy el que tendría que tener esta conversación con Leire.
-Bueno, vayamos ha...
-A solas.- dijo Axel. No me había dado cuenta de que estabamos rodeados de gente, mi atención estaba puesta tan solo en la bestia asesina que se encontraba frente a mí.- Leire, concedeme un momento contigo, necesitamos hablar en privado...
No podía procesar bien la situación. Es dificíl salir de shock, en especial luego de tan extraño acontecimiento.
-¿Leire...?- dijo Axel.
-Voy a morir... todos vamos a morir. Aleja esa cosa de mí...- balbucié.
-Tranquila Leire... estamos aquí para ayudarte... y hacerte comprender.
Ferwaf omenzó a desalojar la zona, pidiendoles a todos que se fueran.
-Esto no ea real, no es real...
-Sí, es real. Es lo más real que hayas visto nunca, pero debes calmarte.
Axel se acercó a mí, yo estaba petrificada en el piso. Me miró a los ojos.
-Estoy aquí, no tienes de que preocuparte...
-Aleja esa cosa de mí...
-¿Como qué cosa?- la voz de nuevo.
-¡Otra vez! ¿¡De donde viene!?-grité.
-Leire, debes calmarte.
-¿Acaso soy la única que la escucha?
-No, no lo eres. Ven, te lo explicaré todo.
Me ayudó a ponerme de pie y caminó hacia la bestia.
-¡No lo hagas! ¡Te matará!- grité.
-No lo hará, al contrario, es lo único que puede protegernos...

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