¿Pero qué me estas diciendo?

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Cuando salí de la cámara no supe que esperar.

Estábamos en una cueva enorme, hacía frío. Las paredes y el techo eran muy altos, diez o doce metros, era difícil de decirlo ya que terminaba en forma de cúpula. Al principio pensé que el suelo simplemente tenía imperfecciones ordinarias, pero luego de mirarlo bien me di cuenta de que era un repujado con diseños de lobos en toda partes.

No estábamos solos. Mas licántropos estaban allí, forma de lobo y otros en su forma humana, algunos en su llevando a cabo tareas variadas. Salían y entraban en habitaciones como en la que yo había estado para salir y entrar a otras, otros solo estaban allí conversando, tallando madera, o cazando una que otra rata desprevenida.

Hacia mi derecha se hallaba un túnel, del cual no pude divisar su final. Al principio pensé que solo habían licantropos como yo, pero pronto vi a varios semejantes de Axel. Todavía no sabía que hacían esos bastardos entre los nuestros, pero en algún momento lo descubriría.

-Síguenos.-dijo Ferwaf.

Le obedecí sin pronunciar palabra. Ferwaf iba a la cabeza, Axel detrás y Dart a mi lado.

Caminamos por el pasillo interminable unos minutos, seguían apareciendo puertas y más puertas hasta que el pasillo se abrió en una plaza en la cual habían varios puestos vendiendo cosas como herramientas, ropas, dagas, carne, frutos secos y muchas, muchas cosas más.

A partir de allí la plaza se dividió en cinco pasillos más, eran de techos más bajos, pero espacios anchos y amplios. tomamos el segundo a la derecha. En ese pasillo casi no había nadie. Solo contaba con tres puertas rojas de madera de pino comprimida con adornos de oro, todo lo demás en ese laberinto de túneles estaba hecho De puedes y granito,  y dos guardias que custodiaban cada una de ellas, tres guardias eran licántropos y los otros tres restantes, Humanos. Nos detuvimos ante la última puerta. Algo me decía que no íbamos a comer.

Dart le dijo algo al guardia que, a su vez, se fue por otra puerta ubicada en una esquina, la cual yo no había visto. Pasaron unos veinte minutos antes de que el guardia volviera.

-El Gran Hekthram les a concedido una entrevista.-anunció el guardia.

-Gracias, te lo agradezco.-dijo Dart.

Los guardias nos abrieron la puerta. En el interior había una especie de sala de reuniones, en las paredes se hallaban montones de pergaminos y libros viejos. En el centro de la sala se encontraba una gran mesa redonda. A un lado de esta mesa, se hallaba un licántropo, era parecido a Dart, solo que su pelaje era color blanco, blanco como la nieve recién caída. Bastaba una rápida mirada para darse cuenta de que el era la autoridad allí. Comenzó a hablar con una voz más profunda que la de Dart, casi siniestra:

-Bienvenida, es un gusto verte, no podía esperar a conocerte.-no le respondí.- Creo que te has sentido un tanto confundida desde que llegaste a Oenüm, ¿no es cierto?

-Si un poco, me hubiera gustado no tener que pasar tres horas encerrada en una maldita habitación, pero que podemos hacer...-dije muy enojada.

-Lo lamento no fue nuestra intención. Antes de que digas nada, Leire, necesitamos contarte ciertas cosas... indispensables. Antes de que sea tarde.

-¿Cómo es que todos aquí saben mi nombre? ¿Acaso los conozco? ¿Tarde para qué?

-Puede que tu no nos recuerdes, pero un padre jamás olvida a su hija no importa cuanto tiempo pase...-dijo Dart.

-¿A que te refieres?- ya espesaba a dudar.

-Justo a lo que estas pensando.

-No, mi padre es Ancor, todos ustedes están muy equivocados, deben estár confundiéndome con otra licántripo... 

-No, Leire la equivocada aquí eres tú. ¿Ahora si deseas escucharme?-callé por unos breves segundos, lo pensé.

-Habla.-decidí escuchar lo que sea que tuviera que decirme.

CorreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora