Capítulo 1 ✝ Locura✝

19.9K 1.4K 618
                                        

Esta viva. _____ esta viva.

Después de ver el vídeo de la comunicación entre Matsuda y Watari, L sintió como si el mundo entero, la falsa realidad vivida por tantos años, le cayera encima. El peso le aplastó los pulmones, le obstruyó la tráquea, le hizo cosquillear el fondo de la garganta y aferrar las manos en torno a la primera superficie fija que encontró, para detener el cuarto (¿Verdadero o no?) que daba vueltas a su alrededor.

Watari mintió. Me mintió a pesar de juró nunca hacerlo. _____ no murió. Esta viva en alguna parte. Lejos de mí.

El recuerdo de los días que había pasado encerrado en su habitación del Wammy's, ahogandose en sus propias lágrimas, en su propia miseria y hedor, no era menos doloroso que cuando estaba fresco. Al contrario.

____... sí, tenía que ser ella. Incluso entonces, sabía que nada había cambiado dentro de su pecho. Todo seguía recordándosela, a pesar de que la última vez que la vio, ambos eran tan solo unos niños. Unos niños tontos, que creían que el mundo podía ser salvado. Que la humanidad era buena. Que la idiotez no se contagiaba.

Se levantó de su silla giratoria, con las piernas temblando y las rodillas amenazando con doblarse, y corrió al baño tan deprisa como pudo, volcándo sobre el inodoro los dulces, el café y las golosinas que había ingerido en el transcurso de la mañana.

-¡L!- lo llamó el jefe Yagami, cruzando la espaciosa estancia y flanqueando la puerta con expresión preocupada -¿Estas bien?-

Era difícil contestar teniendo arcada tras arcada. Cuando por fin logró control sobre ellas, el detective se secó las lágrimas y limpiándose los restos del vomito de la boca con un trozo de papel, se giró lentamente.

-Señor Yagami- susurró con un hilo de voz. Cuando este le ayudó a levantarse, pasandose su brazo sobre los hombros, en su cabeza circuló la fugaz imagen de un padre y un hijo. La rechazó, asqueado. No quería pensar en padres. En hijos. En Watari. En su infancia. En la mentira. En nada.

-¿Ocurre algo Ryuzaki?- Preguntó el jefe, pálido como un muerto. Aquella reacción por parte de L consiguió descolocarlo. Seguramente porque siempre había pensado en él como en una máquina bien aceitada, no como un humano, capaz de albergar miedos, emociones. Y aún menos emociones tan violentas como esa. -¿Hay algo en lo que necesites que te ayude?-

El pelinegro asintió, con los ojos grises y melancólicos de un borracho.
-Quiero que encuentre a _____ Craven a través de cualquier medio. Puede agotar mis recursos bancarios si lo cree necesario. Pero asegúrese de que no quede un solo sitio en el mundo en el que no la busquen. Quiero que esto sea su prioridad. Aún mas que el caso Kira. Ella... Ella nos ayudara a resolverlo. Es la única que puede hacerlo.-murmuró L y añadió por precaución -Asegurese que Watari no se entere de esto, de ser posible, preferiría que siguiera siendo un secreto entre nosotros.-

Y el jefe Yagami asintió con solemnidad. Fuera lo que fuera lo que el detective traía entre manos, tenía que ser de suma importancia como para que se lo encargara a él y no a cualquier otro.

Arduas horas después de que Yagami ingresó el nombre de la chica en su ordenador, hizo llamadas, contacto antiguos conocidos y sobornó a varias autoridades, finalmente tuvo su respuesta.

¿Una loca?

¿Por que querría Ryuzaki a esa chica?

Dijo que ayudaría en la investigación pero... ¿Y si lo que planeaba era usarla como conejillo de indias para sus experimentos? Ya lo había hecho antes ¿No era cierto? ¿No sería lo mejor informarse antes de condenar a una pobre chiquilla a un futuro horrendo? Se frotó el rostro cansado, se sobó las sienes y se apartó del escritorio. Muy a su pesar, estaba obligado a consultar a Watari. No quería traicionar la confianza de L, pero no podía permitir las pérdidas de más vidas humanas (por más corrompidas que estuvieran) solo por un experimento. Él no era de esa clase.

¡Bang! ¡Bang! You're deadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora