Capítulo 38- Asesinato

6.4K 476 48
                                        


Cuando abro los ojos lo primero que veo es la bandeja de plata con un vaso lleno de jugo de naranja, un bocadillo y un par de pastillas.

-Lamento que tengas que recurrir a ellas.- dice L, quien recién ha salido de darse una ducha (a juzgar por el cabello húmedo y alborotado) -Evitarán que quedes embarazada... No era mi intención que tuvieras que usarlas, pero no creí que fuesemos a...-

-¡Calla!- grito sonrojada, recordando de golpe todo lo ocurrido. Recordando como se sintió tenerlo dentro de mi y... Me detengo.
-¿Y que si alguien nos escucha?-

-No parecía importarte mucho anoche.- L se encoge de hombros divertido (esta de un humor de maravilla) y añade: -Dime, _____-san. ¿Estas lista para la segunda ronda?

Me sonrojo y todo mi cuerpo se altera solo de escucharlo, y estoy por aceptar la tentadora invitación que ha hecho cuando la puerta se abre, y el coronel aparece del otro lado, blanco como el papel.

-¡Oh! ¡En verdad lamento interrumpir!- se excusa de inmediato, al reparar en que yo apenas si estoy cubierta por una delgada sabana, y la ropa tirada en el suelo indica los acontecimientos que tuvieron lugar en la habitación -Tan solo quería asegurarme de que estaban bien.-

Trato de desviar su atención de aquel hecho tan pronto como puedo -Estamos bien ¿Por qué? ¿Volvieron a robar?-

-No, no. Algo mucho peor- dice él, meneando la cabeza de un lado a otro. -¡Está muerto!-

L se olvida de mi así de fácil. Vaya, con tanto tiempo sin trabajar juntos en un caso, hasta me olvidé de como podía llegar a ser a veces. Claro que yo no tengo el menor derecho de quejarme.
-¿Quién lo está?- pregunta -¿A alguno de los Suoh? ¿De los Aoyama?-

-No a un integrante de la familia, pero sí al chofer de los ultimos, de nombre Philips.-

-¿A que hora?- pregunto yo, comenzando a espabilarme. Lo admito, que se presente un caso mientras estamos de vacaciones no es lo peor que pudo pasar. A decir verdad comenzaba a extrañarlo.

-Ya estaba bien entrada la noche-

Mi cerebro comienza a maquinar miles de teorías antes de que me de cuenta de ello. Y estoy segura de que sucede lo mismo con mi acompañante.

-¡Oh, pobres Aoyama!- continua el hombre de la puerta. -Les estará afectando la muerte de su chófer, porque llevaba con ellos muchos años y le querían como si fuera uno más de ellos. Los criminales debieron de ser los que robaron el otro día a los Suoh.-

L y yo nos dirigimos una mirada, sin decir nada. Si algo nos enseñaron los años de entrenamiento que nos proporcionó nuestra estadía en el orfanato Wammys, es que en ocasiones los crimenes que parecen ser más sencillos terminan por ser los más entramados. Por un largo rato dejamos el problema de lado, hasta que horas después la conversación vuelve a encauzarse en torno a ese tema.

-Creo que...- continua el coronel cuando nos encontramos en torno al comedor desayunando waffles con jarabe de maple canadiense y mantequilla. -El asesino tiene que ser de por aquí. Eso explicaría que se decidiera por esas casas.-

-¿Son las que tienen más objetos de interés para los ladrones?- pregunto.

-Si no se la pasarán disputando todo el tiempo, lo serían.-

-¿Disputas?- cuestiona L, pinchando un trozo de fruta con granola y miel.

-Sí, el viejo Suoh se piensa que un trozo del terreno de los Aoyama les pertenece, y por ello les ha causado decenas de problemas legales.-

-Sí es de por aquí, como usted dice, dudo que cueste demasiado dar con él.- declara el detective y se retira de la mesa, dejándose caer de lleno en uno de los largos sillones (muestra de que sigue debilitado por la enfermedad del otro día o tal vez... Por la agitada noche).

Al cabo de unos segundos, en el umbral de la puerta aparece un hombre joven, de modales afectados, que se presenta a si mismo como un cierto inspector Tenou.

-Espero que estén teniendo todos una mañana agradable, a pesar de las desafortunadas circunstancias.- hizo una leve reverencia -Lamento molestarlos, pero nos hemos enterado de que el coronel tiene de huésped a Eraldo Coil, el segundo mejor detective del mundo, y...-

El coronel mira al pelinegro y sonríe encogiéndose de hombros. -Se me escapó-

L asiente, a la vez que el inspector saluda ceremoniosamente.

-¿Tendría usted la bondad de ayudarnos, señor Coil?-

-Tengalo por seguro. Precisamente, señor inspector, cuando usted entró estábamos hablando del asunto. ¿Podría sentarse y explicarnos, a mi y a mi compañera, todo lo que han sabido hasta ahora?-

Y el detective cierra los ojos con cansancio mientras yo hundo con rabia las manos en los bolsillos y me muerdo la lengua para no decir ninguna barbaridad. No debería de desperdiciar sus vacaciones involucrándose en otro caso... Pero, ¿qué más podríamos hacer ahora?

-Así como en el asunto Suoh- comienza el inspector -No había nada de particular, aquí sucede todo lo contrario. Sin duda, el ladrón de la otra noche es el asesino de esta. Se le ha visto incluso.-

-¡Ah!- exclamo yo, perdiendo un poco de mi mal humor.

-Sí, pero fue después de haber disparado sobre el pobre William Kirwan. El señor Aoyama lo vio desde la ventana de su cuarto y su hijo también desde la puerta trasera. Serían las doce menos cuarto cuando se oyó la voz del chofer pidiendo auxilio. El señor Aoyama se acababa de acostar y su hijo, Keita, paseaba por la habitación fumando. Al oír el grito, Keita echó a correr escaleras abajo y antes de llegar a la puerta trasera, que estaba abierta, vio a dos hombres luchando en el jardín. Uno de ellos hizo fuego, el otro cayó de espaldas, y el asesino desapareció en la oscuridad de la noche gracias a que el joven Aoyama se cuidó más de prestar auxilio al moribundo que de perseguir al criminal.-

-¿Y no dijo nada ese William antes de morir que sirviera para...

-Nada en absoluto. Vivía con su madre en un pequeño pabellón y suponemos que como era un fiel servidor salió a dar una vuelta por el jardín, intranquilo por lo que había pasado en casa de los Suoh. Seguramente ahí sorprendió al ladrón en el momento de forzar la cerradura y cayó sobre él.-

Me muerdo el labio inferior desconcertada. -¿Le dijo algo a su madre antes de irse?-

-No lo sabemos. Se trata de una mujer vieja y sorda como una tapia, además esta demasiado impresionada con la muerte de su hijo como para que podamos conseguir nada de ella. Sin embargo, tenemos un indicio que considero de gran importancia. Miren.-

El inspector saca de la cartera un pedazo muy arrugado de papel y nos la tiende. L la toma y enseguida me la da a mi.

-Lo hemos hallado en la mano izquierda de la víctima. Como pueden ver, este pedazo debía formar parte de una hoja de papel bastante grande. Sin duda, debió de romperse en la lucha; pero aun podemos ver aquí escrita una hora. Precisamente la del crimen. Esto indica, por lo tanto, que existía una cita previa.-

Le devuelvo a L el trozo de papel, y este comienza a examinarlo.

-Ah...- dice al cabo de un rato. -Veo que el asunto se complica aun más.-

El inspector le mira con aspecto triunfante, gozoso de trabajar en compañía de uno de los detectives más célebres del mundo. L deja caer la cabeza y permanece pensativo largo rato.

-Tal vez tengas razón. Pero esta carta... Esta carta...-

Tengo que reprimir una exclamación de asombro al ver su rostro lleno de animación, y su cuerpo ágil y enérgico como en los días antes de la fiebre.

-Si quiere que los ayude, señor inspector, necesito ver el sitio en donde ha tenido lugar el crimen. Tu, _____-san, puedes quedarte haciendo compañía al coronel, y dentro de media hora cuando mucho, volveré a contarte lo que encuentre.-

¡Bang! ¡Bang! You're deadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora