Capítulo 32- Fiebre

7.4K 629 139
                                        

-Te lo advertí- digo una gélida mañana, aproximadamente a las dos semanas de vivir con L en aquella inmensa residencia.

-Estoy bien, _____-san.- me repite L cansado. Por que tenía que estar cansado. Había estado resolviendo caso tras caso en un cortísimo periodo de tiempo, derrotado a las tres grandes mentes maestras que acechaban al mundo en las ultimas fechas, y hecho expulsar a un par de poderosos oficiales de policía debido a su corrupción, no obstante, de sus méritos no parecía estar consciente, o al menos, la enfermedad que lo acechaba no lo dejaba celebrar de sus éxitos a sus anchas.

Así es, señoras y señores: el mejor detective del mundo estaba postrado en la cama con una fiebre espantosa.

-Te dije que tanto trabajo te haría enfermar y ve como estas ahora.- su siempre pálido semblante ahora esta cubierto con un encantador rubor, y me dirige una debilitada mirada en respuesta a mi regaño.

-Des-Descuida, siempre pasa, Watari preparara ese remedio suyo y...- se detiene, y parece recordar entonces que Watari esta muerto, pues abre grandes los ojos y luego se encoge, como queriendo volverse más pequeño.

Trago saliva, y me apresuro tratando de animarlo:

-Dime lo que lleva dicho remedio y te lo preparare enseguida.-

Vuelve a encogerse.

-Es que no lo sé-

Le miro con un deje de tristeza.
-Bien... ¿Quieres que llame a un doctor?-

-Imposible.- dice de inmediato, y luego añade -Estoy bien, _____-san. Pasará enseguida. Te lo aseguro.-

No me convence, en lo absoluto. Por lo tanto me acerco y reposo el dorso de la mano en su frente llevándome un buen susto: Esta ardiendo.

-¡L!- grito. No imaginaba que estaría tan grave. -¡¿Es que eres tonto?! ¡Ahora dejaras de quejarte, tomaré el autobús a alguna tienda y te compraré pastillas para bajarte la fiebre!- sentencio.

No obstante, nunca había cuidado de nadie enfermo en mi vida, ¿Deberé de cubrirlo con sábanas para que sude la calentura o dejarlo en el fresco para que se le nivele? ¡No tengo la más mínima idea!

Supongo que tendré que preguntarselo a la primera persona que vea en la calle. Sí, eso será lo que haré.

Tomo mi copia de las llaves y me aproximo a la puerta, no obstante, cuando estoy por salir me regreso sobre mis pasos para depositar un corto beso en la frente ardiendo del detective. -No más trabajo en lo que estoy fuera ¿entendido?-

Él asiente con solemnidad. Sonrío y ahora sí, puedo marcharme sin más.

____________________________________

Al menos, eso suponía. Pues cuando regresé con la medicina, L estaba sentado en su escritorio con una delgada cobija echada sobre los hombros y un centenar de papeles de apariencia importante en frente suyo.
¡Ese idiota!

-¡Grandísimo tonto!- le grito con solo poner un pie en el umbral. -He estado helandome ahí fuera para que tu pudieses mejorarte ¡Y tú no cooperas en lo más mínimo! ¿Tan difícil es para ti dejar de lado tus casos por un rato?-

-Me has creaaado a tu imagen y semejaaanza.- declara, mirándome con rencor. -No tieeenes ningún derecho de regañaaarme por eso.-

Si antes estaba ruborizado, ahora esta completamente rojo.

-¡Ya superalo, L! ¡Eramos unos niños!-

-¡Tu eres quien noooo lo ha superado!- despotrica. -¿Por que otra razón me visitaría tu fantaasma?-

¡Bang! ¡Bang! You're deadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora