Flashback:
Fue culpa mía, ¿No es verdad? Te lo concedo, Watari: Soy el mal que hay en este mundo. Es verdad que yo maté a esos tres estudiantes a sabiendas, (o que les envié a una muerte segura, que es lo mismo). Yo dí la orden. Ellos ya no existen más. Y si tengo que serte sincera ni siquiera son sus muertes las primeras que causo. Tal vez ni las habría resentido de no ser por qué el club finalmente ha sido descubierto y porque tú me miraste de esa forma.
Vi como me miraste cuando me hacías la pregunta, como si fuera un monstruo. Antes no lo creías ¿Verdad? Antes me querías casi tanto como a L.
Casi tanto. No te culpo. También yo lo querría más a él. El club también lo quería más a él.
Quise explicarlo cuando me llamaste a la dirección, pero me dí cuenta de que no tenía sentido. Nada de lo que te dijera podría hacer que dejaras de mirarme de aquella forma. Como a una asesina. Una vez alguien desmerece tu buena opinión nunca la recupera, nos lo dijiste una vez y no se me ha olvidado, así que ni siquiera lo intenté. No soy estúpida. No sé por que me ha dado por escribir esta carta. Seguro que ni siquiera te la entrego. Seguro que la quemó en cuanto termine. Supongo que quiero desahogarme.
Pues bien, comenzaré diciendo que un maldito ciego tiene más percepción que tú, Watari. Te enteraste el último de todos. Hasta L lo sabía antes que tú. ¡Casi me da risa el solo pensarlo! La existencia del club de estudiantes llevaba años de boca en boca, y de hecho, si prestabas atención, podías saber cuando estabas frente a un miembro y cuando no. Todos estábamos cortados con la misma tijera: Eramos impecables. Los primerizos se adivinaban por su aislamiento, sus ojeras azuladas, sus temblores repentinos, y su apetito nulo. El resto, por las ropas pulcras, los libros de griego antigüo bajo el brazo, la sonrisa calculada. Ni un cabello fuera de lugar para no levantar sospechas.
Nos reuníamos cada noche, irrumpiendo en la biblioteca y teniendo largas discuciones a la luz de la lampara, algunas de las cuales duraban hasta el amanecer del día siguiente. En ellas determinabamos a nuestra próxima víctima. Un evangelista de la televisión, el vicepresidente de un país pequeño, un terrorista al otro lado del globo terráqueo, la mujer embarazada de un abogado famoso. ¿Que es una vida, a cambio de tantas? Recuerdo que más de un par de veces matamos a niños de nuestra edad. (Bueno, eso no suena muy lindo, así que lo diré de otra forma. Un par de veces, causamos de forma indirecta la muerte de niños de nuestra edad.)
¿Que como lo hacíamos? Es fácil en realidad: Eramos todos genios. Creo que tú nunca llegaste a comprender el poder conjunto que significaban los niños del Wammys. El desastre que pudiste llegar a provocar al reunirlos a todos en un mismo espacio. Por fortuna, el propósito inicial del Club no era conquistar el mundo, sino salvarlo. ¿Quien sabe que podría haber pasado de ser distinto? Nuestros cálculos siempre fueron exactos, nos aseguramos de que lo fueran, y si tengo que darte un estimado, creo que le salvamos el pellejo al mundo más de una centena de veces. Claro, tuvimos que pagar un costo muy alto. Matar a alguien, aunque sea de forma indirecta y por el bien común, no es muy placentero.
La primera vez que el presidente del club me obligó a crear un veneno que no pudiese ser rastreado por un examen médico, me obligó a mirar sus efectos en la víctima, para "insensibilizarme". Era un anciano, antigüo capitán de un batallón estadounidense y reconocido consejero de guerra, y hablaría a favor de un bombardeo que desencadenaría en otro y en otro hasta llegar a dimensiones nucleares. Morirían millones, según nuestros cálculos, así que eso nos daba a nosotros la razón de impedirlo ¿No es verdad? Con todo, una vez nos las arreglamos para administrarle el veneno sin salir del orfanato, y los del club me sostuvieron el rostro dando a las cámaras del hogar del ex capitán, que se retorcía de una forma terrible en el suelo mientras su anciana esposa gritaba aterrada y sus nietos lloraban como posesos... Bueno, fue una impresión dura para una niña de nueve años, que son los que tenía yo al ser reclutada.
¿Puedes creerlo? Durante tres años fuí parte del club y tú no te diste cuenta hasta que murieron huérfanos del Wammys. Venga, vaya detective estás hecho.
No me querían a mí, si eso te sirve de consuelo. Querían a L. Yo sabía que vendrían a reclutarlo en cualquier momento, pues había escuchado los rumores y sabía que ansiaban contar con alguien tan listo en sus filas, y esperaba que sucediera para saltar a evitarlo. Siempre he sido muy protectora de aquellos a quienes quiero. Y a L lo quiero, aunque tú creas que solo finjo hacerlo, Watari. ¿Es que alguien podría no quererlo? ¿Aunque el alguien en cuestión sea un monstruo?
Cuando vinieron, me ofrecí en su lugar y ellos aceptaron. Suena fácil, pero en realidad no lo fue. Tuve que amenazar con que tú te darías cuenta si algo le pasará al niño de tus ojos y que su club se iría por la coladera. No te creyeron tan perceptivo (y tenían razón al pensarlo así) Tuve que amenazarlos con contartelo en persona y eso no les gustó nada. El club se tomaba muy en serio a los cotillas. Uno de sus matones vino a asustarme esa misma noche, poniéndome una navaja de quince centímetros en la cara y amenazando con arrancarme toda la piel del rostro y yo me oriné encima, lo que no es muy efectivo cuando quieres parecer una amenaza. No obstante, al final cedieron.
Me metí tan dentro de sus operaciones, me convertí en una pieza tan crucial de sus acciones que ya no pudieron permitirse perderme. Me hice crucial. Si se les ocurría ir y contaminar a L, con sus ideas extremistas, su credo del bien común, me perderían. Perderían a su mejor activo.
Crees que solo tú has decidido entre uno de tus niños, Watari, pero te equivocas. También yo decidí. Ambos lo escogimos a él. Nada debe de pasarle ¿Entiendes? L no es como nosotros. Es bueno. Es quien debe de convertirse en la justicia, por derecho. Los demás deberíamos ser reemplazables. O al menos, eso quiero creer. Tu y yo tenemos que aprender a convivir con el otro, no por que yo lo deseé, ni porque tú lo desees, sino porque L lo desea. Somos sus únicos amigos, y ambos sabemos que él no es una máquina. Si algo pasara con cualquiera de nosotros ¿Podría superarlo? A veces me asusta pensar en ello. Está tan solo en este mundo... le cuesta tanto comunicarse... Todas las veces que salí del Wammys a escondidas para llevar a cabo una misión del club... Me aterraba no poder regresar a su lado. ¿Crees que si nos perdiera se volvería malo? Si L se volviera malo ¿Que le impediría destruir este mundo con las manos desnudas? No. Tiene que seguir siendo bueno.
Tengo que confesarlo, mientras escribo esto no dejo de temblar. Estoy aterrada por lo que pueda pasar en un futuro. Sé que te desharas de mi en cuanto tengas la oportunidad, lo sé, y que no podré velar por él infinitamente. Quizás el club no debió de ser clausurado. Pienso en ello a cada momento. Evitabamos los desastres antes de que ocurrieran, y ahora que no estamos, sé que se vendrá algo grande. ¿Una enfermedad? ¿Una guerra? ¿Un asesino en masa? No creo que llegues a entenderlo, Watari. Tú crees que se puede obtener beneficios sin sacrificar nada, pero yo he visto como es.
Sé que te has horrorizado cuando te dije que nuestras últimas teorías arrojaban que un mocoso de seis años, hijo de un jefe de policía de Japón, se convertirá en un peligro latente para la sociedad, y sé que piensas que estoy loca por querer eliminarlo del tablero. Quizás lo este. No importa. No mientras L siga por los alrededores para salvarnos a todos cuando ocurra.
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¡Bang! ¡Bang! You're dead
Fanfiction-Solo ha habido una chica en la vida de L -dijo Watari después de un largo rato de silencio. -¿En serio?¿Solo una? Bueno, sé que Ryuzaki es un poco antisocial pero estoy seguro de que...- Matsuda se quedó en silencio al ver la culpa en el rostro del...
