Capítulo 13 ✝ Demonio ✝

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Las muertes dejaron de ocurrir alrededor del mundo desde que Light Yagami fue encarcelado.

Watari, que se limitaba a observar al par de genios en el fondo, hacía su mejor esfuerzo por ocultar sus sospechas al equipo, aunque era incapaz de negarselo a si mismo: sabía que si Light Yagami resultaba no ser Kira después de tanto esfuerzo, lo más probable sería que ambos sufrieran una peligrosa recaída. Estaban demasiado seguros de que lo era, y si resultaba una deducción errónea, como la de hace tantos años... ambos podrían perderse de nuevo.

Flashback:

-La fórmula que ejercimos resultó ser incorrecta; No hay duda, tenemos que volver a empezar.-

-¡¿Cómo puedes tener tanta paciencia L?! Llevamos años desarrollandola, ¡Tiene que estar correcta! ¡Estoy segura de que tan solo cometimos un error al final!- grito ____, enloquecida, mientras revisaba llorosa hoja por hoja, los cientos de papeles en que ella y el muchacho habían trabajado durante los últimos dos años.

-No, no, no pudimos habernos equivocado- gritó eufórica, pero no podía engañarse. Se equivocaron. Vidas humanas se perderían por ese descuido.

La cura que ella y L habían desarrollado tenía efectos secundarios mortales. No podían entregar algo así a las víctimas de la gripe greconaria, y ahora que reparaba en cada cosa que había salido mal, no tenían ni la más mínima idea de cuanto tiempo les llevaría empezar de nuevo. Mientras más tardaran, más enfermos morirían. No solo eso, sino que el mundo correría el riesgo de entrar en pandemia.

-Deberías descansar un poco- comenzó a decir L, llevándose una paleta a la boca. También él estaba nervioso, aunque sabía que entrar en pánico no les sería de ayuda en lo absoluto. -Yo me encargaré de...-

Cállate de una buena vez! ¡Tu no puedes ordenarme! ¡No eres mi padre! ¡No eres mi hermano! ¡Y me importa las pulgas de un perro que te consideren el más inteligente del orfanato! ¡No necesito de tu ayuda!-

El pelinegro adoptó una expresión herida, aunque estaba acostumbrado a los accesos de furia de su compañera. Aprendió a lidiar con ellos después de pasar por tantas cosas juntos.

-Sabes que no es mi intención detenerte. También yo quiero ayudarlos. Tan solo pienso que sería mas prudente que te tomarás un respiro antes de empezar de nuevo.-

-Vete- gruño la chica encendiendo su laptop. -Ya te lo he dicho. No te necesito. Nunca te he necesitado, por más que intentes fingir que no es así.-
Nadie. Moriría. Por. Su. Culpa.

L no se movió. -¿Es por lo del club?-

El rostro de D se congeló en una mueca. Sus dedos temblaron sobre el teclado, y no se movió ni siquiera para tomar aire. Los recuerdos seguían latentes, a pesar de que el club ya no existía más, y los alumnos del Wammy's ahora eran felices, y vivían vidas pacíficas. Por las noches, aun despertaba gritando a causa de una horrenda pesadilla.

-¿Que tiene que ver ese condenado club con esto? ¡Supéralo de una buena vez! ¡Tu ni siquiera fuiste un miembro! ¡Ni siquiera te haces a la idea de lo que hacíamos ahí!-

-Si me lo explicarás, podría comprenderlo. Si confiaras en mí lo suficiente...-

-Te he dicho que te largues. Este no es el momento.-

-He visto los parches de nicotina que llevas en los muslos y sé que consumes píldoras para seguir despierta. ¿Hace cuánto que no tomas un descanso?

-¡Maldición, te he dicho que te marches!

-¡No!

Como amigos que eran, habían discutido en muchas ocasiones, sin embargo nunca tanto como esa vez. L la apresó de la muñeca y cayeron al suelo, forcejeando y gritándose insultos el uno al otro. El niño intentó inmovilizarla dejando el peso sobre sus rodillas y un instante después se sintió sacudido por el zarpazo que le atravesó la cara.

Las gotas de su sangre cayeron sobre el rostro de la niña debajo de él, dándole el aspecto de un demonio.

-Sigue así y vas a morirte- le echó en cara el pelinegro. -Y no dejaré que lo hagas sola.-

Pero aun cuando lo decía tenía la leve sospecha de que eso era justo lo que D trataba de hacer. Morirse para reunirse con sus padres, y hacer que él muriera con ella, pues no existía niña más egoísta en todo el mundo y no planeaba separarse de su mejor amigo por algo tan insignificante como las barreras entre la vida y la muerte.
No podía negar la verdad. Watari siempre estaba diciéndolo.

Ella era un monstruo y nunca debió juntarlos...

Ella apenas escuchaba, no, ni siquiera escuchaba. Cuando entraba en aquel estado era como hablar como un maniquí, uno pensante, aunque igual de frío e inhumano. Su mente estaba demasiada ocupada en el mundo de la inteligencia. No quedaba espacio para nada más.

Con una mano deteniendo la sangre que manaba del más reciente arañazo, el muchacho la soltó y se levantó para apagar la pantalla del monitor; luego caminó a tenderle una mano a la chica para ayudarla a levantarse. Tenía la respiración desbocada.

-Se lo que pasa- dijo L-, no quieres perder más vidas humanas, pero tienes que entender que si tu mueres, ninguno de los que pueden sobrevivir se salvara-

Ella le ocultó la verdad. Que tenía miedo, que no quería que hubieran más huérfanos en el mundo por su culpa, ni que su propia historia se repitiera. Que no sabía cómo detenerse. Que quería alejarlo para no hacerle daño, y al mismo tiempo, lo necesitaba de la misma forma en que necesitaba respirar.

-Dejame en paz.- ____ le apartó con violencia y encendió el botón de la pantalla nuevamente. Sus manos estaban pálidas, temblorosas, esqueléticas. Su gesto estaba viciado. -¿Es que no lo entiendes? Tu sola presencia me resulta detestable.-

-No piensas eso... Tú... Eres mi familia... Si no piensas dejar de atentar contra tu salud, me dejare morir junto contigo. Si tu no te detienes, si no dejas esa investigación, moriremos ambos.- puntualizó L.

_____ creyó que mentía, pero se llevó una buena sorpresa al descubrir que no era así. L comenzó a imitar todo lo que la estaba arrastrando a ella a la tumba. Saltarse las horas de sueño, ingerir gigantescas cantidades de azúcar, trabajar de sol a sol, y en menos de un mes quedo tan perdido como ella. Como si le hubiesen robado el alma. Solo Watari era capaz de obligarlos a comer y a dormir, pero ambos parecían no notarlo.

Se estaban muriendo poco a poco.

Fin del flashback.

¡Bang! ¡Bang! You're deadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora