Capítulo 45 - Elemental

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Puff. Que semana tan larga he tenido.

Keita Aoyama se dijo que no podía confiar en esa chica pues nada le aseguraba que no hubiese aprendido ningún truco de todo su tiempo al lado del detective. Que solo la usaría para su propio placer, sin dejarla hablar siquiera, para que no pudiera convencerlo de que la dejara ir. Aún así, al cabo de dos semanas en las profundidades de ese sótano abandonado, con sus carnosos labios alrededor del duro miembro, el joven se planteó dejarla subir al piso superior, aunque fuera para tomar el sol un par de minutos. Después de todo, cómo tenía sobornados a los vecinos de alrededor, aunque gritara pidiendo auxilio nadie acudiría a rescatarla. Era suya.

Le deprimía verla siempre ahí, cubierta en sudor debido a las altas temperaturas que alcanzaba el sótano cerrado, sin poder limpiarse más que superficialmente con un trapo humedecido. Quizás por eso fue que le trajo la maceta con la planta, y más tarde, a petición suya, le bajó el pequeño frigorífico para que pudiera beber cerveza mientras no estaba y así fuera más amena su condición de prisionera. Aún no sabía que haría con ella en el futuro, dentro de tres, cinco, siete años, pero de momento, no le importaba. Quizás solo la asesinara a sangre fría, cuando dejara de ser bella y no despertara su líbido.

Con todo, aún faltaba mucho para que eso ocurriese y ____ siempre estaba dispuesta a arrodillarse a hacerle una mamada, como si creyera que con eso se lo ganaría y la dejaría marchar. Se corrió en su boca y la apresó del cabello, no dejándola apartarse hasta que lo tragara. Cuando lo hizo, le pasó un pulgar por la boca para limpiarle los restos de semen y se agachó a besarla. Se transladaron a la desvencijada cama, dónde la tocó bruscamente por un rato (mierda, seguía deseándola tanto...) y luego la escuchó anunciar.

-Me muero de sed. Queda limonada de ayer en la nevera, Keita. Puedo servirte un vaso, si lo quieres.-

El aludido lo pensó un momento. Finalmente asintió, como si le fuera indiferente,aunque él también se moría de sed. ____ buscó entre las cajas de antigüedades hasta dar con dos vasos de plástico y corrió a su pequeño baño a enjuagarlos con el agua de la llave. Después se dirigió a la nevera, y sirvió dos bebidas iguales, coronandolas con grandes trozos de hielo.

Keita esperó un segundo antes de beberla. Había visto las suficientes películas de detectives en su vida como para saber que podría estar envenenada, de alguna forma. O quizás solo estaba paranoico. La vió beber de su vaso a tiempo récord hasta vaciarlo y por fin, bajando la guardia, dió el primer sorbo. No, no creía que tuviese veneno pues le había observado atentamente mientras las servía, y además, aunque se le hubiese escapado algo, ahora también le había visto beber. Solo una idiota o una suicida pondría veneno en ambos vasos para asegurarse de que él bebiera. Iba por el segundo trago cuando está le sonrió, poniendo ojos de dormitorio.

-¿Qué?- se burlo él. -¿No has tenido ya suficiente? Sabes, preciosa, no importa cuántas veces te tragues mi semilla, eso no te ganará un pase a la libertad.-

-Lo sé.- se sonrojó, como si la sola sugerencia la ofendiera. - Aún así... Quisiera hacerlo. Me gusta tu sabor. Me gusta mas que el de Coil. Y disfruto de escucharte. Escucharte hace esto... Menos insoportable.-

-Me has dejado seco, lindura. Dame media hora y entonces podremos hacer algo.-

-Bien. Pero, por favor, no lo olvides.-

La chica puso una voz tan sensual que Aoyama sintió tensarse su vientre de la excitación. Quizás con quince minutos de descanso fuera suficiente, teniendo la compañera que tenía.
Alargó la mano para tomar el vaso y volvió a beber.

¡Bang! ¡Bang! You're deadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora