Capítulo 2 ✝ Regreso ✝

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En el viaje de vuelta a Japón, Yagami y Matsuda no pudieron hacer nada mas que vigilar a la chica. Lucía sumamente joven, a pesar de que ya era mayor de edad. Su rostro era de un blanco casi traslúcido, por falta de la exposición solar, y su cabello era tan delgado y ligero que cuando se movía con demasiada rapidez, casi flotaba en torno a su cabeza como un halo. Además, tenía una extraña manía por analizarlo todo, con una mirada despierta que parecía conocer cada secreto en el mundo que les rodeaba. Tal vez así era.

Se preguntaron cuál sería el resultado de su reencuentro con L. Al fin y al cabo, los rumores que habían oído al respecto indicaban que la chica era la única con una capacidad intelectual cercana a la de este. Con dos genios así, sin lugar a duda el caso Kira sería llevado a buen fin... Quizá. Watari había dicho que esos dos no trabajaban precisamente bien juntos.

El vuelo aterrizó sin ningún contratiempo, pues ____ se quedó dormida junto a la ventana casi desde el inicio del viaje. Duerme como un ángel. Con esta apariencia, nadie creería que pudiese lastimar a una mosca. Sin embargo, al tomar el taxi que los conduciría al cuartel general, el segundo suceso extraño del día, tuvo lugar.

-Su hijo es el sospechoso. Su hijo mayor, si es que no estoy equivocada. Debe ser difícil ¿no?- la chica tenía la cabeza casi del todo fuera de la ventanilla del auto, aspirando el aire como si de un perro se tratase. Hacía tanto tiempo que no respiraba el aire libre, que se sentía adormilada, casi drogada, con la sensación del frío pinchando sus mejillas.

Yagami frunció el ceño, inquieto.
-¿Cómo lo sabes?- preguntó.

-¿No es obvio?- cerró los párpados, y se imaginó, por un instante, a su amigo. Casi se permitió sonreír. Al no recibir respuesta por parte del jefe del caso, se dejó caer contra el asiento de cuero y señaló su propio puño. Sabía que la gente común de vez en cuando necesitaba que le explicarán las cosas, aunque fuesen tan sencillas como aquella. -Su mano dominante, la derecha, esta en forma de puño desde que subimos al auto, eso me indica que alguien de su familia necesita su protección. Después me fije en que dedo había más tensión que en los otros, no fue el medio, que lo representa a usted, ni el anular, es decir, su esposa, ni el meñique, su hijo menor... No... Su hija menor. En fin, fue el índice, lo que indica obviamente que es el mayor de sus hijos el que necesita protección. Y cuando mencione a L, usted frunció el ceño de forma involuntaria. Entonces, ¿Por que necesitaría proteger a su hijo mayor de L? Fácil, por que es su sospechoso.- ____ murmuró esta explicación como si fuera la cosa más obvia. Casi resultaba una grosería.

Matsuda dejo caer la quijada asombrado, y Yagami alzo la barbilla, negándose a mostrar admiración. Claramente, aquella chiquilla disfrutaba de pavonearse frente a los demás por el mero hecho de ser una sabelotodo. Y él no le daría tal satisfacción.

____ pareció no notarlo. En realidad, aquellas extravagancias suyas solo tenían el propósito de mantener su mente ocupada en algo. De lo contrario, la espera le mataría.
Ya has esperado por años para encontrarte con él, ¿Que son unos pocos minutos más? Las manos le temblaban, y no podía dejar de dar golpecitos ritmicos con el talón. Llevaban lejos tantos años... ¿Y si ya se había olvidado de ella? Era su único y mejor amigo. Y se lo habían arrebatado...

¿Y de quién fue la culpa?

Se le formó un nudo en la garganta cuando el auto aminoró la velocidad frente a un alto edificio, gris y de ventanas oscuras. L estaría esperandola en uno de esos pisos. No los separaban más que metros. Paredes de concreto y escaleras. Unos ciento cincuenta pasos si subía en elevador.

Salió del auto sin esperar la autorización de sus acompañantes (si se hubiesen atrevido a detenerla, les habría matado, seguro, tal era su necesidad de verlo) y corrió al plantel, sin mirar atrás. Matsuda y Yagami la siguieron de cerca, corriendo, para no perderla de vista.

Flashback:

Sus padres estaban muertos y nadie quería decirle nada. En las últimas semanas, D había pasado por dos casas temporales y ahora, aquel anciano había contactado con ella para llevarla a un orfanato.

Le dijo que cuidaría de ella a partir de entonces. Lo único que D sabía era que sin su familia, estaba sola en el mundo. Sola, triste y con una mente complicada. ¿Cómo iba un extraño a entenderla?

Recordaba los tiempos en los que su padre le contaba cuentos para ayudarla a dormir y cuando su madre descubrió que era una genio. Estaban tan orgullosos... Pero su infantil sueño no duraría. No, todo los contrario. Se acabó tan pronto como comenzó.

"Quisiera ser grande de una vez por todas, para trabajar, inventar cosas, y sacar a mamá y papá de esos trabajos que no les gustan, que los mantienen lejos de mí"

Ya no tenía a nadie.

Al entrar a la casa Wammy's para niños de mentes brillantes, lloraba. Quería a sus papás, no quería ser solo otra huérfana, otro número en un libro de cuentas. Quería que le dijeran que era especial, que era importante, que había alguien allá afuera esperándola. Tenía 7 años y aún no se convertía en el monstruo que estaba destinada a ser.

Abrazó su muñeca como si su vida dependiera de ello... sus padres se la habían regalado antes de morir. Avanzó, tomada de la mano del hombre que se había apiadado de ella: Un tal Watari.

Caminó en silencio, escuchando la risa de los niños que pasaban a su lado, corriendo y haciendo muecas. Burlándose de ella, tal vez por su cabello mal peinado en dos coletas (era su madre quien solía encargarse de peinarla), por los lloriqueos infantiles, o por Agnes, su muñeca.
De pronto sus cavilaciones fueron interrumpidas por un golpe seco en el suelo.

Era un niño. Cabello negro, piel palida, ojos grises y un labio sangrante.

-La hiciste llorar, idiota- gritó alguien más, aquel que había empujado al niño del suelo. No parecía el típico bravucon de película. Llevaba lentes y sudaba como un pecador en iglesia. ____ se preguntó como alguien así podía abusar de alguien y ser tomado en serio.

Al ver a Watari, el pelinegro se levantó y quien lo empujó salió del salón en el que estaba. Ambos se quedaron de pie frente al hombre, y el agresor se explicó, con un tonito acusador que rayaba lo quejica:
-¡L llamó a Sofi estúpida! La hizo llorar.-

-¿Es eso verdad?- preguntó Watari, con su calma de siempre.

El interludido, L, encogió los hombros.

-Es estúpida. No ha podido realizar una sola de las ecuaciones que nos encargó el maestro.- se excusó. No parecía sentirse mal en lo absoluto.

_____ soltó una sonora carcajada, que llamó la atención de todos los presentes. Incluso a ella le sorprendió escucharse. Desde que sus padres murieron ni una sola sonrisa había asomado por sus labios.

Miro al niño, extrañada. Él la había causado...

Fin del flashback

¡Bang! ¡Bang! You're deadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora