Capítulo 3 ✝ Agnes ✝

13.2K 1.2K 593
                                    

L podría haberla observado a través de las cámaras de seguridad, pero no lo hizo. Quería demostrarse a sí mismo que podía resistir la ansiedad, la curiosidad, el morbo. ¿No era verdad que ahora tenía una adquirida dependencia de todo en cuanto a ____ involucraba? Habían pasado tantos años... Era su propia persona ahora, un adulto, y estaba comprometido a no dejarse llevar, a no perder el control de sí mismo, a no preocuparse ya por lo que fuera a pasar con ella.

"Solo está aquí para ayudar a resolver el caso" se repitió, cansinamente. "En cuánto esto acabe, cortaré nuevamente mis lazos con esa chica, y me olvidaré de todo. Solo la he traído conmigo para usar esa mente suya, tan privilegiada, a favor de la investigación. Nada más. No le renovare mis amistades, ni reiteraré los sentimientos que expresé tener por ella cuando eramos niños."

Aún así, se sentía nervioso, débil, y alterado. Tenía los nervios en punta, las uñas mordisqueadas, un feo dolor en la barriga y una sensación cosquilleante en la garganta bastante similar al asco. No sabía si el causante del asco era su antigua amiga, con su llegada, o el mismo, con sus intenciones tan egoístas. Además, el cauto semblante que Watari le dirigía desde el otro extremo de la habitación no hacía nada por mejorar las cosas. Él creía... no, estaba seguro de que se perderían de nuevo en ese todo, que casi les costó la vida una vez.

-¡Sabes lo que te pasa cuando estas con ella! ¡Te conviertes en un demente! ¡Dejas que se meta en cada una de tus neuronas! ¡Por ello los separe en primer lugar!- le había gritado horas antes, cuando se enteró de lo que había hecho.

-¡Ella era mía! ¡No tenías derecho alguno de quitármela!-

-¡Esta loca!-

-¡Era solo una niña! ¿Acaso lo has olvidado?-

Desde entonces no se hacían más que dirigirse el uno al otro más que miradas cargadas de rencor, lo que también le era extraño. Se sentía como alienado. No recordaba haber discutido con el anciano desde hacía una eternidad. Y, ahora que reparaba en ello, la última vez también fue por causa de ____.

Sé bien por qué lo hizo. Por qué me dijo que estaba muerta... Quería protegerme. Y a pesar de ello ¿Por qué sigo tan furioso?

Se mordió la punta del pulgar y esperó, fingiendose inalterable, a que la puerta se abriera. Cuando esto paso, diez minutos más tarde, la más hermosa chica que hubiesen visto sus ojos entró corriendo con la velocidad de un rayo y se dirigió directamente hacia él, derrumbando con cada paso los cimientos de su utópico plan. ¿Cómo iba a resistirlo? ¿Como pudo siquiera imaginarlo cuando su corazón, dentro del pecho, le gritaba que lo echara todo por la borda y se pusiera a sus pies? No. No iba a traicionarse a si mismo. No otra vez.

Al sentir los delicados brazos de la joven rodeando su torso con fuerza, suspiró con un alivió que no había sentido en una eternidad, casi creyendo que volvía a la vida después de un largo tiempo siendo nada. Una carcasa. Un cuerpo sin emoción alguna. Se obligó a quedarse quieto y contuvo las ganas de devolverle el abrazo, por el contrario, al cabo de un rato la apartó con torpeza, asintiendo como queriendo decirle: ya es suficiente.

No he estado vivo desde que creí que tú estabas muerta...

Ella lo notó. Era claro que lo notaría. Nunca pasaba nada por alto. Al reparar en la frialdad de su amigo, se le desdibujó la sonrisa y apretó los puños sobre su regazo, sintiéndose incómoda en su propia piel.

-Hola, L. Me da...- se aclaró la garganta, pues algo le impedía casi hablar. -Me da mucho gusto verte.-

Este desvío la mirada a una de las numerosas pantallas que iluminaban en lugar, con indiferencia. Sabía que ella era experta en leer a la gente como a una guía de teléfonos y no iba a darle el gusto. Tensó la mandíbula, y procurando no hacer un solo gesto que pudiera revelar lo que pasaba por su cabeza, se llevó una golosina a la boca.

¡Bang! ¡Bang! You're deadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora