Capítulo 43- Venganza

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Maldición, Matsuda. Maldición. Maldición. Moriremos todos por tu culpa.

L se apresuró a ir tras de _____ para cubrirla de las balas en caso necesario, pero Keita Aoyama, algo más delgado y demacrado que antes ya la tenía en su poder, presionandole el cañón de un revólver contra la nuca a la vez que la inmovilizaba con el otro brazo.

-¡Ahhhh!- exclamó el criminal sonriendo triunfante -Casi fue demasiado fácil.- y se disponía a volarle a la chica la tapa de los sesos cuando está chilló ensordecedoramente.

-¡Espera! ¡Por favor! ¡Haré lo que quieras! ¡Por favor, por favor no dispares!- tenía lágrimas en los ojos. Lágrimas que L ya había visto antes. Lágrimas de cocodrilo.

¿Estaba asustada en realidad o sólo era otro de sus trucos?

-¡Tan sólo estaba trabajandolo por su dinero! ¡Yo no le ayudé a encerrarte! ¡Planeaba hacer un matrimonio provechoso con Coil y luego deshacerme de él en medio de un accidente desafortunado!- la presión del brazo de Aoyama se relajó levemente.

-¿Qué?-

-¡No me dispares! Por favor...no me dispares...- sollozó como una niña pequeña.

-Así que no eres más que una ramera ¿cierto? ¿Una vividora?- Keita soltó una carcajada. -vaya, por un momento creí que en verdad te gustaba este tipo. Debí de haberlo imaginado.-

_____ apretó los párpados y sollozo de forma ahogada.

-Lo siento... Lo siento... haré lo que tu me digas... Solo... solo no me mates... por favor...-

L suspiró aliviado al notar que Keita le creía a la chica. Y si eso salvaba su vida ¿que más daba que él muriera? Al menos ella estaría a salvo. Eso era más de lo que podía pedir.

-¿Lo que yo diga?- exclamó Keita, saboreando las palabras. -¿Y si te digo que quiero que le dispares? ¿Lo harías?-

-Sí ¡Sí! Haré cualquier cosa si me dejas ir...-

-¿Qué piensas, Coil? ¿Aún consideras que está basura vale la pena? No es más que una rata rastrera. Dime ¿quien prefieres que te asesine? ¿Uno de tus muchos enemigos o la chica a la que amabas?-

L miró al suelo derrotado. Sí, tal vez se había salvado de morir antes, pero la suerte no se le figuraba tan amable en esta ocasión. -Disparame tú, Aoyama. ¿No era a eso a lo que venías?-

Al menos tenía la certeza de que el disparo de Aoyama acabaría con él rápidamente. Que no lo dejaría inválido o estúpido por el resto de sus vidas. Que no lo dejaría siendo una carga para alguien más.

En cambio, dudaba que ______ hubiese disparado un arma alguna vez en su vida.

-Me temo que prefiero que sea ella quien se ensucie las manos.- murmuró Keita Aoyama, y sin dejar de apuntarle con el frío cañón, dio a _____ instrucciones de sacar la otra pistola que llevaba metida en el costado del pantalón.

La zarandeó bruscamente.
-Apuntale- rugió sediento de sangre. -Ibas a matarlo un día, al fin y al cabo ¿no es cierto?-

_______ temblaba de forma incontrolable. El arma era pesada. Nunca había tenido una en su poder.

No obstante, L aguardaba quieto. Como si fuese algo inevitable. Y ella sabía que la perdonaría, incluso si lo mataba, la perdonaría.

La amaba demasiado. Era una pena.

El primer disparo que efectuó no dio en el blanco, sino cinco centímetros a la derecha, donde fue a parar justo sobre un plato de porcelana que contenía tiras de pollo.

Near, agazapado tras la barra de la cocina, se preguntó si habría sido a propósito aquel tiro, con la intención de borrar el hecho de que alguien debió haber estado comiendo, alguien ajeno a L y a _____, o sólo una coincidencia.

Keita no pareció cuestionarlo, no obstante, golpeó a la chica en la nuca en castigo por el fallo en su puntería.

Esta soltó un gritito ahogado.

-Lo... ¡Lo siento!-

-Deja de temblar y disparale de una buena vez! ¡O te disparare yo a ti!-

______ tomó aire. Y alzó nuevamente el arma. L asintió, como dándole ánimos. Como tratando de expresarle que contaba con su permiso para matarlo.

Tú siempre eras quien disparaba, y yo quien moría...

Así era como tenía que ser. Ella debía de salvarse. Sería una grandiosa detective cuando ocupará su lugar. Tal vez hasta podría reemplazar el lugar que L tenía en el corazón de los huérfanos del Wammys. De Near, de Mello, de Matt... Era imposible no quererla... después de todo...

L cerró los ojos y trató de alegrarse por si mismo. Sé reuniría con Watari nuevamente, conocería a sus padres, y aguardaria, hasta que fuese el momento de que ella se reuniese con él.

Fue bueno mientras duró...

-Te amo, __...- fue incapaz de terminar la frase. Pues está vez las balas eran reales.

-¡BANG!-

L cayó al suelo con un sangrante agujero del tamaño de una moneda en el pecho y se quedó inmóvil, conforme la sangre teñia de rojo sus ropas. Near dio un salto involuntario y se cubrió la boca, para que nadie escuchase sus alarmadas respiraciones tras su escondite.

Y en cuanto a _____... ______ miró a Keita para deducir si ya estaba contento. Si había desistido de su propósito de matarla.

-¡Vaya! ¡Decías la verdad! ¿Quien lo hubiera creído?- sonrió este, complacido -ahora suelta el arma, preciosa.-

Esta obedeció temblorosa mientras Keita le apartaba el cabello de la nuca con el cañón de su revólver. -Tal vez te conserve para divertirme un rato.-

La respiración de _____ se detuvo.

-Creí... Creí que me dejarías ir... tú dijiste que...-

-¡Oh, créeme! ¡Tus huellas digitales están en esa arma! ¡Te convendrá tener mi protección cuando todo el mundo este tras de ti por haber matado a Eraldo Coil!-

______ tembló y le miró como una criatura indefensa miraría a un cazador.

-No... por favor...-

-Me temo que no me tendrás comiendo de tu mano como lo tuviste a él, zorrita. Y más te vale... más te vale brindarme mucho placer si no quieres acabar como tu amigo.-

Seguido de esto, la golpeó tan fuerte con el mango de la pistola que tuvo que sostenerla antes de que cayera al suelo, inconciente.

Luego de esto, se la llevó.






¡Bang! ¡Bang! You're deadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora