Quien vuelve al cabo de un par de horas es el inspector, que, con aire preocupado me dice:
-El señor Coil les ruega que tengan la bondad de seguirme.-
-¿A donde?- pregunto yo, aunque la respuesta es obvia.
-A casa de los Aoyama.-
-¿Para qué?-
¿Para que llamarnos a nosotros si con la sola presencia de L les basta para resolver cualquier crimen que se presente? Además, Keita Aoyama no es mi persona favorita en estos momentos. Contaba con no verlo nunca más.
El inspector se encoge de hombros.
-Lo ignoro.- Declara. -Aquí entre nosotros me parece que el señor Coil no esta curado todavía. Hace unas cosas tan raras...-
Pongo los ojos en blanco.
-Que eso no le extrañe.- contesto -Eso lo hace incluso estando sano.-
-Sin embargo, yo sigo creyendo que algunas cosas son completamente inútiles.- murmura el inspector -¡Allá él!-
-Bueno- interrumpo yo algo molesta por las palabras del hombre -¿Vamos, coronel?-
-Vamos allá.-
Cuando llegamos al jardín de los Aoyama nos encontramos a L de pie, con las manos en los bolsillos y la vista clavada en el suelo.
Al sentir nuestros pasos levanta la cabeza y exclama con alegría:
-¡_____-san! Nunca te agradeceré lo suficiente el que fueses la razón de que viniesemos aquí una temporada. He pasado una mañana deliciosa.-
Le miro con sospecha un par de segundos. Tanto entusiasmo parece algo descabellado.
-¿Qué? ¿Has examinado la escena del crimen?- le pregunta el coronel.
-¡Ya lo creo! El inspector y yo hemos hecho un pequeño reconocimiento.-
-¿Con éxito?- pregunto yo desconfiada.
-No tengo la menor idea. Por lo pronto, hemos descubierto cosas muy interesantes. Vamos adentro y se las contare- al decir esto me dirige una significativa mirada -Lo primero que hemos hecho, ha sido por supuesto ver el cadáver.-
-¿Y qué?-
-Nada; que es verdad que ha muerto de un tiro.-
Resoplo.
-¡Ah! ¿Pero lo dudabas?- le pregunta divertido el coronel.
-Dudo de todo hasta que no tenga una prueba irrefutable.- vuelve a mirarme, esta vez pensativo. -Luego hemos hablado con el señor Aoyama y su hijo, y nos han enseñado el sitio exacto de la verja por donde huyó el criminal. Esto era de suma importancia, como sabrán.-
-Claro...-
-También hemos ido a ver a la madre del muerto; pero no hemos conseguido nada, porque además de su vejez está transformada por el suceso.-
-De modo que...-
-Se trata de un asunto muy oscuro, aunque tal vez pronto se aclare un poco. Me parece, señor inspector, que respecto al pedazo de papel opinamos lo mismo.-
-Si... Yo creo que eso puede ser un indicio.-
-Lo es. La salida de William Kirwan ha sido debida a esta carta, y más que nada, por su amistad o conocimiento con el autor de ella. Ahora bien; aquí no hay más que un pedazo, ¿dónde está el otro?-
-No sé- contesta el inspector -Lo he buscado por todas partes infructuosamente.-
-Resulta indudable que esa carta pretendieron arrebatarla de las manos de la víctima, sin conseguir llevársela del todo. Esta carta seguramente comprometía al asesino. ¿Que habrá hecho con el otro pedazo? Tal vez lo haya guardado en el bolsillo, quizás lo haya roto en mil pedazos. En cuanto detengamos al criminal...-
Pasamos por delante del sitio en donde había vivido la víctima y llegamos al edificio severo y antiguo, del tiempo de la reina Ana, que ahora, a la luz del día, se ve mucho más simplón de lo que pensamos anoche.
En ves de entrar por la puerta principal damos la vuelta y llegamos a una puertecilla en cuyo dintel hay un agente de policía.
-Ahí, en esta escalera, estaba el joven Aoyama cuando vio luchar a los dos hombres en el sitio en el que estamos ahora. El padre estaba en aquella ventana, la segunda de la izquierda, y tanto uno como otro aseguran que el asesino siguió esa dirección. Saltando por encima de ese matorral. Según parece, el joven Keita no se cuidó de perseguirle, limitándose a arrodillarse junto al moribundo.-
Aun no termina de hablar cuando llegan hacia nosotros los dos propietarios de la casa. Se les adivina cierta indefinible tristeza en los rostros.
-¿Que? ¿No lo ha encontrado todavía?- exclama Keita en cuanto esta lo suficientemente cerca. -Imaginaba que la policía extranjera sería más lista que la provinciana, pero veo que no es así.-
Se detiene en mi un segundo, y luego me ignora como si fuese un cero a la izquierda.
-Hay que tener un poco de paciencia, señor Aoyama.- dice L con rudeza.
-Ya, ya. Pero el caso es que no hay hasta ahora ningún indicio.-
-Claro que lo hay- contesta el inspector bruscamente. -Si logramos saber donde... ¡Por todos los cielos! ¡Señor Coil! ¿Qué le pasa?-
Todos volvemos la cabeza asustados. El rostro de L ha cambiado violentamente de expresión. Gira los ojos casi fuera de las órbitas, se lleva los dedos a la garganta, tensados por el dolor y lanza un gemido ronco y angustioso antes de caer de bruces al suelo.
¡¿Sera un ataque al corazón?! ¡Oh dios!
Me precipito seguida por el resto en su ayuda y entre todos lo llevamos a la alcoba para sentarlo en una silla, donde permanece largo rato, sacudiendo el cuerpo con violentos estremecimientos y una fatigosa respiración.
Por fin se levanta, y después de disculparse de lo que él llama "su debilidad" me dice:
-Ya veo, ____-san, que tenías razón cuando me aconsejaste que descansara. ¡Esta maldita enfermedad!-
-¿Desea ir a casa del coronel a reposar un poco?- pregunta con afecto el mayor de los Aoyamas.
-No, esta todo bien. Ya que estoy aquí no quisiera marcharme sin tratar cierto punto de suma importancia.-
-¿Y es?-
-A mi me parece que el pobre William debió llegar después que entró el asesino en la casa. Sin embargo, si no recuerdo mal, me parece haberles oído decir todo lo contrario, a pesar de ser forzada por completo la cerradura, ¿no es así?-
-Así es, en efecto- contesta gravemente Aoyama -por que de lo contrario mi hijo, que no se había acostado aún, hubiese oído el menor rumor...-
-¡Ah si! Su hijo...- L le mira, y lo próximo que sé es que el detective se ha acercado a mi, y me ha tomado celosamente de la cintura. -Buen muchacho, eso puede verse.-
No siento que ha depositado un papel en uno de mis bolsillos hasta que me suelta, y espero unos cuantos minutos antes de excusarme de tener que ir al tocador.
Una vez a solas, extraigo la arrugada notita y leo su mensaje:
"Busca el otro pedazo de la carta"
Pongo los ojos en blanco. ¡Maravilloso, L! ¡Dejame el trabajo pesado!
¡Como es tan fácil!
ESTÁS LEYENDO
¡Bang! ¡Bang! You're dead
Fanfiction-Solo ha habido una chica en la vida de L -dijo Watari después de un largo rato de silencio. -¿En serio?¿Solo una? Bueno, sé que Ryuzaki es un poco antisocial pero estoy seguro de que...- Matsuda se quedó en silencio al ver la culpa en el rostro del...
