Capítulo 28 ✝ Hogar ✝

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______ observó la gigantesca casa de L con la boca abierta, pensando en que nunca en su vida estuvo en un sitio tan hermoso. Le recordaba a el gran Gatsby de Fitzgerald, con sus enormes canceles dorados, las amplias ventanas, los jardines flaqueados por altos pinos, la fuente de piedra, las escaleras de mármol que conducían a la puerta de caoba...

Aunque sabía que L había mandado construir aquel edificio lleno de lujos para el caso Kira, que tenía dos helicópteros y quién sabía cuántos vehículos y que había fundado un fideicomiso para todos los agentes que le ayudaron en la investigación, era la primera vez que la realidad se le presentaba tan tangible: Su amigo de infancia, que hacía una década no tenía un centavo en el cual caerse muerto, ahora estaba forrado.

-Mmm. Creo que he decidido que me enamoraré de ti.- bromeó ___ dándole un codazo, luego su sonrisa se congeló al notar un detalle en la decoración de la residencia.

Los marcos de las ventanas eran azules, el color de la finca era crema, y en la parte trasera destacaba una cúpula de cristal de un invernadero.

-L...

-La mandé construir hace años.- explicó él, muy serio. -La arquitectura se basa en ese dibujo de la casa perfecta que hiciste esa vez, cuando teníamos doce años... Lo conserve hasta que pude hacerlo realidad. Nunca creí que fueras a estar aquí de verdad, así que no insistí en que fuera idéntica, pero...- hundió las manos en los bolsillos, avergonzado. -Diablos, y esos constructores estaban tan convencidos de que había quedado bien...

-L... Es...- la chica estaba sin habla. Así que el pelinegro nunca la había olvidado, como había temido por tanto tiempo en su estadía en el manicomio. -Es perfecta.

En cuanto el detective hizo girar la llave en la cerradura, ____ corrió al amplio umbral de la entrada, y dio una vuelta sobre su eje para admirarlo todo con los ojos abiertos de par en par.

-Este lugar es gigantesco- dijo, intentando no sonreir. Sabía que L estaba sufriendo, pero después de haber pasado tanto tiempo encerrada en un manicomio, y luego sin salir de un deprimente cuartel... le era imposible no entusiasmarse. -¡Mira la sala! ¡Es del tamaño de una cancha de basketball!- corrió hacía esta y se dejo caer en uno de los largos y mullidos sillones. Se sentía como el cielo. -¿En verdad me dejaras vivir aquí contigo?-

L se encogió de hombros como restándole importancia.

-No será mucho trabajo. Tú no tendrás que preocuparte por nada. El personal de limpieza vendrá dos veces por semana y hay jardineros que se ocupan del jardín y el invernadero. En las bodegas siempre hay comida de sobra, aunque si te apetece, podríamos pedir comida de restaurantes todos los días.

-¿Esa es la cocina?- preguntó la chica señalando una gigantesca estancia que se encontraba tras una puerta de cristal. -Me muero de hambre. No hemos comido más que comida rápida y comida instantánea desde que viajamos hasta aquí.-

-Esa es la dulceria- murmuró L caminando a un escritorio al fondo de la sala y observando una pila de hojas que contenían centenares de casos sin resolver. Necesitaba distraerse para no pensar en todo lo que el caso de Kira le había costado.

Aunque, lo cierto era que también había ganado mucho más de lo que nunca se atrevió a soñar: que D estuviera viva, y no solo eso, sino que sus sentimientos por ella fueran correspondidos. Que arribara a esa casa que construyó para ella no solo como su amiga, sino como su esposa. Era tan bueno que temía estar soñando.

-¿Tienes una dulcería en tu casa? ¡Wow! ¡Eso si que es alucinante!- _____ se levantó y abrió entonces una gran puerta de madera, soltando una exclamación ahogada al toparse de pronto con la biblioteca más gigantesca que habían visto sus ojos. -Tienes-t-tienes una biblioteca en...p-puedo, ¿Puedo leer algún tomo?- preguntó, muerta por las ganas.

¡Bang! ¡Bang! You're deadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora