Flashback:
Se acercaba la navidad. Podía respirarse en el aire, en el olor a castañas asadas, canela y muérdago. Todos los huérfanos del Wammy's lo sentían. La alegría, el espíritu, el entusiasmo.
Todos recibieron una pequeña cantidad de dinero de parte de Watari, y fueron llevados de excursión por la ciudad para comprar regalos a sus amigos, y por aquellas fechas, ya estaban los presentes envueltos en coloridos papeles, etiquetados y listos para entregarse.
La alegría corría en todo y en todos. Bueno... Mejor dicho, en todos menos en _____ Craven.
Y es que algo estaba mal con esa niña. Incluso Watari, que normalmente se preocupaba por sus niños de forma casi paternal, la evitaba. A veces era encantadora, y se comportaba como cualquier otro chiquillo de su edad. Pero en ocasiones, se convertía en un monstruo cruel, malvado y manipulador, y los niños del Wammys no podían hacer otra cosa más que alejarse de ella. Le temían.
Por otro lado también estaba L, que era un chiquillo antisocial que el mundo entero pregonaba como la mente más brillante del siglo. A él los huérfanos no le temían, no era una amenaza en ese sentido.
A L lo odiaban. Por qué por más esfuerzo que emplearan para intentar superarlo, todo era inútil: Era el niño de los ojos de Watari.
-Vamos, L. Quedate aquí, estoy seguro de que D no alzará una mano en tu contra... Tan solo limitate a no molestarla. Eso la suele poner de mal humor.-
El niño de cabellos negros estaba aferrado al traje de Watari y no daba muestras de querer dejarlo ir pronto.
-Vamos, L...-
-D está loca, todos lo dicen.- no le importaba que ella lo escuchase. No tenía intenciones de pasar la víspera en compañía de una maniática.
-Eso es muy irrespetuoso. Disculpate con ella.-
L le dirigió una mirada cargada de sospecha a la niña que escribía en un bloc de notas sin alzar la vista, y finalmente murmuró: -Lo lamento.- con una voz que indicaba que no lo hacía en absoluto.
-Bien, eso es un comienzo. Espero que puedan hacerse buenos amigos en los días consiguientes, ya que ninguno de ustedes piensa participar en las celebraciones.- y dándole a L unas suaves palmaditas en la espalda, Watari abandonó la habitación.
L se quedó de pie observándola. Era en verdad la niña más bonita que hubiese visto a lo largo de sus ocho años de vida, con su vestidito color lila, su abrigo blanco y el par de moñitos sobre el pulcro peinado. No llevaba nada fuera de lugar, a pesar de que no existía persona capaz de hacerse cargo de ella. ¡Cuánto personal no renunció por miedo a esa encantadora criaturita!
-¿Qué es lo que haces?- preguntó al cabo de varios minutos de silencio.
La niña alzó la mirada. -Planeo tu muerte ¿que más podría estar haciendo?-
-Mentirosa.-
Esta pareció asombrarse, y seguido de ello le lanzó al niño el bloc de notas para que viera por si mismo el plan que estaba ideando de hacer que se bebiera un ponche con veneno. A la vuelta de la página, encerrada entre corazones y espirales, podía leerse la receta y sus efectos en el cuerpo humano. Los créditos estaban dedicados a sí misma.
"No quiero ni imaginar cómo sabe que efectos tiene en el cuerpo humano"
-Eres extraña.- declaró L, al terminar de leer.
-También tú lo eres. Al menos yo no tengo ojeras.- respondió D, con un tonito altivo que aumentó el disgusto que sentía por ella.
-¿Por que querrías matarme? Ni siquiera me conoces.-
-Me gustaría convertirme en la mente más brillante del Wammy's, para obtener los beneficios que tú obtienes y ser asquerosamente rica cuando sea mayor. La única forma que se me ocurre es quitándote de mi camino.-
-Ahh... Ya veo...- murmuró el niño, hundiendo las manos en los bolsillos - Temes no poder superarme por otros medios.-
-No es verdad.-
-Sí que lo es.-
Esta frunció el ceño irritada. Luego se giro hacia su mesita de noche, dándole la espalda a su acompañante.
-En realidad no planeaba matarte. Nunca he matado a nadie. Tan solo quería que huyeras como los demás y me dejaras en paz de una vez por todas.- confesó al fin. -Si alguna vez se me pegara la gana superarte en ingenio, tenlo por seguro, ese mismo día te echarían de patitas a la calle por tu incompetencia.-
L sonrió de mala gana.
-La humildad no es lo tuyo ¿no es verdad?-
-Tengo que admitir que es el único ámbito que no consigo dominar todavía. Ahora ven aquí.- le ordenó, señalando un espacio vacío a su lado.
El niño casi considero oponerse para no dar la impresión de ser alguien manipulable. Casi. Cuando estuvo junto a ella, esta lo observó de arriba a bajo y soltando un resignado suspiro continúo. -Supongo que tendrás que ser tú.-
-¿De que hablas?-
-Le pedí a mamá y a papá que me enviaran un amigo para poder jugar con él, como hacen los niños normales. Ellos tienen cientos de amigos ¿sabes?-
No le dio tiempo de contestar pues de inmediato continuó -Y ya que todos los demás temen que les haga algo, supongo que el amigo que han enviado para mí has sido tú. Aunque seas tan raro.-
-¿Por que querría yo ser amigo tuyo?-
-No pretenderás pasar el resto de tu vida solo ¿cierto?-
-No necesito más amigos, ya tengo a Watari.-
-Watari es un anciano. No le quedarán muchos años de vida. Además, él no hace nada cuando los demás niños te molestan, él no te ayuda a cobrar venganza. Solo se queda ahí a darte un sermón acerca de la bondad humana, el perdón y esas cosas...-
-¿Cómo es que te has enterado de lo que Watari me dice o no? ¿Has estado fisgoneando?-
-Claro que no. Eso se deduce a simple vista. Conozco a Watari. También me ha dado tales sermones.-
-No necesito más amigos. Gracias.-
Ella se encogió de hombros, ahora indiferente. Hizo un ademán con la mano para indicarle que se retirara, y volvió a centrar su atención en el monitor.
-Bien... Entonces puedes irte. Ya encontraré a alguien más.-
L creyó que eso sería todo, hasta llegada la mañana de navidad cuando despertó cubierto de miel, (como venganza de los niños del Wammys por haber sido nombrado nuevamente el estudiante número 1 del año) y descubrió luego de pasarse casi media tarde en la bañera, que todos los "bromistas" habían sido víctimas de diversas travesuras sin ningún autor aparente. No obstante, él sabía de quien se trataba.
Dejó la tarta de fresas que le había comprado en la mesita de noche y se sentó a lado de ___ en la silla vacía que le esperaba. Para su sorpresa, la niña le tendió con brusquedad una cajita verde de regalo.
-Feliz navidad, L- dijo D con una sonrisa que incluso le hizo olvidar lo mucho que le disgustaban las niñas. Si todas ellas fueran como ____, quizás hasta podrían gustarle.
Desvío la mirada para disimular su nerviosismo, y finalmente, susurró.
-Feliz navidad... D-
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¡Bang! ¡Bang! You're dead
Fanfiction-Solo ha habido una chica en la vida de L -dijo Watari después de un largo rato de silencio. -¿En serio?¿Solo una? Bueno, sé que Ryuzaki es un poco antisocial pero estoy seguro de que...- Matsuda se quedó en silencio al ver la culpa en el rostro del...
