Capítulo 12 ✝ Sangre ✝

10K 1K 768
                                        

Narra _____:

Todo cambio a partir de que Amane Misa fue capturada. Light solicitó ser encerrado también (bajo la terrible excusa de "quizás ser Kira") y después, su propio padre pidió a L una celda para si mismo.

-Hasta yo debería tener una celda- comenté mientras jugueteba con la copa de vidrio en la que tenía servida mi champagne. Una bebida supuestamente distinguida que en realidad, ni siquiera me gustaba. -Como has dicho, crecí rodeada de dementes.-

Era nuestra primera pelea oficial después de mi llegada y llevaba días prolongandose. Había empezado después del arresto de Misa, cuando Ryuzaki fue en mi búsqueda para volver juntos al cuartel.

-Te dije que no me siguieras.- me dijo con los dientes apretados. -Prometiste que te quedarías ahí, a salvo. Yo te creí. Y un segundo después saltabas en frente de alguien que podía matarte solo con ver tu rostro. ¿Eres idiota?

-Misa no es tan inteligente. Dudo que recordara un puñado de carácteres en ruso. Hasta a ti te costaba pronunciarlo cuando éramos niños.

-Lo hiciste para desviar su atención de mi nombre al tuyo. Creí haber dejado claro que sí alguien tenía que sobrevivir a toda costa, esa tendrías que ser tú. ¿En qué demonios pensabas?

-¿Y qué si lo hice? ¿Vas a azotarme por qué me haya portado mal?

L guardó silencio, como si estuviera harto de mi. -Me prometiste que no volverías a darme un susto poniéndote en peligro si yo dejaba de poner barreras entre nosotros. Esto ha sido mucho peor. No quiero sentir nada por alguien que pone su vida en riesgo a la menor provocación. Ya lloré tu muerte demasiado tiempo. Se acabó.

-¿Q-Qué se acabó?

-Vamos. Tengo que comenzar a interrogar a Misa Amane a la brevedad.

-¡¿Que se acabó?!

-Esto. Nosotros. Fue una tontería empezarlo en primer lugar.

Debí quedarme callada entonces. Quizá así él habría reconsiderado su decisión. Pero por algún motivo yo siempre tenía que tener la última palabra. Apreté los puños a mis costados y solté la frase más dolorosa en la que pude pensar.

-¿Nosotros? Madura un poco. Lo único que pasó entre nosotros fueron unos cuantos besos. No significaron nada.

Vi como se encogía de forma involuntaria, encajando el golpe. Cerró los párpados y se dió la vuelta.

-Debemos irnos ya.

Y aqui estábamos ahora, después de tantos días de fingir ser dos extraños en una habitación, y echar al otro comentarios pasivo agresivos.

Yo quería arreglar las cosas... Pero en el fondo también estaba enojada ¿Es que L no se daba cuenta de que lo desobedecí esa vez porque no podía soportar la idea de que alguien le hiciera daño?

Lo observé con fijeza unos segundos, y de pronto, recordando la intensidad con la que me besaba hasta hace unas pocas semanas, me sonrojé. ¿Cómo era que lo hacía? ¿Por qué ahora me causaba esa clase de reacciones? ¿Que había cambiado? Lo peor del caso era que ni siquiera lo intentaba. Quizás ni se diera cuenta. Y yo, aquí, me moría por estar cerca de él, hablar con él, recibir su reconocimiento.

¿Por qué?

Digo, su cabello demostraba que le valía una mierda su apariencia , su playera blanca estaba vieja y parecía ser dos tallas arriba de la suya, además de que olía a café y parecía tener el delineador de ojos corrido, pero aun así lucía tan... bueno... tan atractivo.

Si se enteraba algún día de lo que yo acababa de pensar, me daría un tiro. ¡L no podía gustarme! ¡No podía ser eso! ¡Y menos ahora que había dado por terminada cualquier atisbo de relación entre nosotros! No ¡Ni siquiera me agradaba! ¡Tenía que ser el encierro lo que me puso así y nada más! ¡Venga! ¡Quizás tenía las hormonas alborotadas!

-¿Tengo algo en la cara?-

Di un saltito involuntario al verme descubierta y no me di cuenta de que solté la copa de vidrio hasta que no escuche como se quebraba contra el suelo en afilados pedacitos.

L me interrogó con la mirada y yo solo quise encontrar una pared de concreto y golpearme la cara con ella hasta sangrar.

Avergonzada, me agaché para tomar los pedazos. Cómo las manos me temblaban, no tardé en sentir un ligero ardor en la yema del dedo índice. Una gota de sangre me resbaló hasta el brazo.

¡Genial! ¡Lo que faltaba!

-Auch- me quejé.

L se acercó a mi y me aferró la muñeca con firmeza. Me pregunté si me reñiría por ser tan torpe, o si querría que fuese por un cepillo para recojer mi desastre. No me habría extrañado, pues conmigo era mucho más severo que con el resto. Sin embargo, pasaron los segundos, los minutos, y ninguno de los dos se atrevía a interrumpir el silencio que reinaba en el cuartel.
Casi me pareció que todo a nuestro alrededor daba vueltas, excepto su mano alrededor de la mía.

Con cuidado tomó mi índice herido y se lo llevo a la boca, pasando su lengua con suavidad sobre la herida.

Al terminar de limpiar la sangre que brotaba, me depositó un breve beso sobre la yema, y ahí fue cuando por fin salí de su embrujo. Abrí los ojos como platos, convencida de que había ejercitado demasiado por la mañana y ahora sufría una alucinación. No encontraba otra explicación posible.
Retiré mi mano poco a poco, alucinada.

-¿Q-Qué crees que ha-haces?- logré articular.

-Lo siento, no quise incomodarte, ___-san-

¿Incomodarme? Me había matado. No comprendía nada en lo absoluto. Apenas recordaba como respirar.

-La saliva tiene propiedades curativas- añadió con toda la calma del mundo.

-Ah... En- Entiendo-

-Supongo que no debí de hacerlo. No lo pensé con claridad.- y por primera vez desde que empezó los interrogatorios de Light y de Misa, y la constante vigilancia de las cámaras de seguridad, se permitió soltar un bostezo. Me pregunté si habría dormido al menos un par de horas en los últimos días. -Estoy agotado.

-Está bien.

Ambos guardamos un incómodo silencio. Al final, L se levantó de esa forma tan excéntrica que lo caracterizaba y bajó del sillón para dirigirse a una de las habitaciones, en las cuales recopilabamos documentos y cintas importantes para el caso.

Todo mi cuerpo me decía que lo siguiera. Que arreglara las cosas. Pero no sabía cómo. La única cosa en la que fui buena desde que era una niña era ser malvada.

¡Bang! ¡Bang! You're deadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora