Capítulo 47- Final

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1 año después:

-Le hemos perdido la pista. De nuevo. Esta mañana ha matado a un par de violadores y a un pederasta, así que no puede ser el muchacho que habíamos creído. Las cámaras han estado encendidas en su habitación todo el día y no ha salido más que para comer.-

-Bien- contestó N al micrófono con el que se comunicaba con la policía. -Dejen al chico. Comenzaremos de nuevo pronto.-

-¿No has tenido noticias de L? Ya ha resuelto el caso una vez, después de todo...-

-Esta ausente. Me temo que en ocasiones nadie sabe de él, se ha ausentado antes por meses enteros. Sobre todo en el ultimo año. En cuanto regrese le diré que quieren contar con su apoyo con el nuevo caso Kira.-

-Bien, esperamos que esto sea lo antes posible...-

Near pulsó el botón para cerrar su micrófono y acabar con la conversación. Mello le lanzó un trocito de chocolate desde el sillón a su lado.

-¡Pero que profesional! ¿Por qué no sólo les dijiste que está con su amiguita? Probablemente divirtiéndose más que nosotros dos juntos.- puso los ojos en blanco.

-Dejalo. Al menos le ha servido para superar la desaparición de D. Debe ser traumático que él único caso que no ha podido resolver haya sido el del secuestro de su chica. Me alegro de que este saliendo con alguien que le ayude a olvidarla.-

-Sí, claro. Lo que tu digas, niño. Lo único que le ayudarán a olvidar son sus deberes para con la sociedad. Últimamente, nos estamos encargando de la mayor parte de su trabajo.-

-¿No eras tú quien siempre decía que querías que nos dejaran hacer algo fuera del Wammys?-

-Esta bien, lo admito. Eso quería. Y me la estoy pasando de maravilla con todas estas libertades. Pero sigo sin poder creer que L ya tiene novia y yo no.- refunfuñó.

El albino sonrió levemente, y sólo cuando se distrajo mirando uno de los muchos monitores que poblaban el escritorio, Mello se permitió suspirar como sólo suspiraría un muchacho enamorado ante la vista de ese cabello blanco y esa ropa arrugada. Tan indiferente y frío en ocasiones, tan infantil y adorable todo el tiempo.

-¿Tengo algo en la espalda?-

-¿Ah? Oh, claro. ¡La más enorme de las jorobas, cuasimodo!- y se dió la vuelta, furioso consigo mismo por no poder decirle nada agradable al menos una vez.

Aguadilla, Puerto Rico.

L detestaba el sol. Hacía que la piel se le tornara roja, que la frente se le perlara de sudor y que la ropa se le pegara al cuerpo.

El aire de aquel restaurante olía a sal de mar, a arena y a mariscos recién hechos, y además, estaba lleno de ruidosos turistas que revoloteaban de un sitio a otro hablando, riendo a carcajadas o quejándose de cosas insignificantes. Además, la bebida dulce que había pedido había tardado más de la cuenta.

No fue hasta que aquel grupito de agentes policiales de la zona entraron que el ruido disminuyó un tanto.
L nunca estuvo tan aliviado, aunque dicha sensación le duró poco, ya que pronto uno de ellos se acercó a él y comenzó a hacer preguntas.

Al parecer, un demente había violado a un par de muchachas cerca de la playa y escapado.

L supuso que tendría bastante cara de demente, con esas ojeras de no haber pegado ojo en toda la noche, y ese temblor en las manos, por tanto teclear en la computadora. Pero se obstinó en fingir que no entendía palabra de lo que decían y no fue hasta que el policía le indicó que lo siguiera, que comprendió que aquello no bastaría para que lo dejaran tranquilo.

¡Bang! ¡Bang! You're deadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora