Capítulo 35- Descanso

5K 501 169
                                        

Al abrir los ojos me doy cuenta de que estoy abrazada a L como si mi vida dependiera de ello y que he subido mi pierna a la altura de su abdomen en una posición poco apropiada para alguien que no deseaba ninguna clase de contacto físico.

L, como no, esta despierto desde hacía quien sabe cuánto y al mirarme lo primero que hace es dedicarme una inmensa sonrisa y decir con amabilidad:

-Buenos días, _____-san ¿Has pasado una buena noche?-

Me aparto de él vertiginosamente.

-Debiste de decirme algo. Estoy segura de que te ha sido incomodo dormir conmigo encima.- digo ruborizada. -¿Por qué no me has apartado?-

-Eres encantadora cuando duermes. Casi no pude resistirlo. En varias ocasiones estuve tentado a romper mi promesa y despertarte para...-

Lo interrumpo poniéndole ambas palmas sobre la boca.
-¡Calla! ¡Oh! ¡No puedo creer que fueras a decir algo así! ¡Y en una casa ajena, nada más y nada menos!-

Este sonríe a través de mis manos, y un segundo después, lo único que sé es que he sentido un sorpresivo movimiento de parte suya y como se posiciona encima mío.

Jadeo desconcertada. Me pierdo en sus ojos grises, y me pregunto si alguna vez me acostumbraré a ellos.

-¿Q-Qué haces, L?- exhalo nerviosa.

-¿Te gustaría que te hiciera el amor, _____-san?- pregunta con lentitud, reflexión, casi frialdad.

-¿A-Ahora?- tartamudeo pálida. ¿Aquí? ¿A plena luz del día? ¿Cuando apenas estamos levantándonos?

L susurra contra mi oído, con una voz cálida y aterciopelada que hace temblar todo mi cuerpo. -Aquí mismo. En esta habitación. ¿Te gustaría?-

Su mano se desliza suavemente hacia el vestidito corto que llevo de pijama y lo sube arriba y más arriba, hasta tener plena vista de mis bragas color violeta. Luego me acaricia por sobre ellas y yo suelto un gritito ahogado.

-Y-Yo... No creo que... No creo que sea una buena... Una buena idea... Alguien podría entrar... y...- Vuelve a acariciar, esta vez con más fuerza y me apego a él involuntariamente. -¡Ah~!-

-¿Es que no me tienes ganas?- pregunta fingiendo inocencia.

Oh. Por supuesto que las tengo y él lo sabe. ¿Que necesidad tiene de hacer esto?

-L...-

-No te he prestado la suficiente atención últimamente. Podría compensartelo ahora. Tan solo tienes que pedirlo.- se acerca a mi oído, y muerde el lóbulo de mi oreja de una forma exquisita. -Dilo...-

Tengo los labios secos, las mejillas rojas, y la respiración acelerada. ¿En verdad pienso hacerlo? ¿Aquí en el cuarto del coronel? Oh, dios. ¿Por qué L tuvo que despertar tan... caliente?

Mientras el baja por mi cuello, dando mordiscos y suaves succiones, no dejo de preguntarme si dolerá, cómo se sentirá tenerlo en mi, moverme a su ritmo, dejarlo llenarme entera. Entregarme completamente a él, de una vez por todas.

-L... Yo...-

Y justo cuando estoy por decir las palabras decisivas la puerta se abre para dejar entrar al alegre coronel que ha venido a despertarnos.

Lamentablemente ya estamos más que despiertos.

Es una fortuna que L se haya retirado de encima mio con tal rapidez.

-¡Oh!- dice el simpático hombre de inmediato -Lamento haber entrado sin avisar... Estaba buscándoles de habitación en habitación, como verán... Pero ¿acaso he interrumpido algo?-

-¡No!- exclamo de inmediato. -¡Nada en absoluto! L y yo solo... ¡Charlabamos! ¡Si! ¡Eso!- me río con tanto nerviosismo que sería obvio hasta para alguien con dos dedos de frente lo que estábamos haciendo.

El coronel se sonroja. -¡Ah ya! En verdad lamento haber...-

-Y si se puede saber ¿para qué nos buscaba con tanta urgencia como para ir de cuarto en cuarto sin anunciar antes su entrada?- pregunta el detective claramente molesto.

El coronel traga saliva.
-En realidad no era tan importante...- se excusa -Esta mañana he recibido una visita de los Aoyama, que quieren que los acompañemos a una cena que se organizara en su casa esta noche. Tan solo quería preguntarles si habían empacado algún kimono, o si les gustaría... Ya saben... Que los llevara a la ciudad vecina a adquirir o rentar alguno.-

-¡Oh! ¡Por supuesto! Con gusto asistiremos a la cena.- comienzo, antes de que L pueda decir cualquier otra cosa. -¡Y con gusto iremos a la ciudad con usted! ¡Nunca he usado un kimono, a decir verdad!-

El coronel parece aliviado por mi intercesión ante mi furioso compañero, por lo que no abusa de su buena suerte, se inclina con cordialidad y cierra la puerta tras de si al salir.

-Vaya, L.- le doy un juguetón codazo -¡Que mirada! Parece que fuese tu mayor archienemigo en lugar de tu amigo.-

-En estos momentos, mas bien lo odio.- Declara.

Sonrío ante sus palabras.
-Bien, holgazán, hay que levantarnos ya... A desayunar y luego a comprar ropa formal. ¿Que te parece? Luego la cena, y al final, quien sabe, tal vez hasta podamos darnos un baño en las aguas termales. Sin duda serán las mejores vacaciones de todas. ¿No piensas lo mismo?-

El detective se deja caer sobre la cama y se cubre los ojos con el brazo como si estuviese agotado.

-¡Sin duda!- dice con falso entusiasmo.

-Me alegra que lo pienses- declaro, y en un impulso de valentía añado juguetona -Por que quizás podamos hacer alguna otra cosa al final del día...-

Esta vez es él quien sonríe.

¡Bang! ¡Bang! You're deadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora