Capítulo 33- Shinigami

4.7K 456 79
                                    

-¿Estas enojada, _____-san?- pregunta L por milésima vez mientras yo remuevo el ramen en la cocina.

-NO- gruño harta.

Y es completamente verdad. Estoy avergonzada, humillada, muerta de pena, pero no. No estoy enojada. Al menos no con L, sino conmigo.

-¿Es que te hice daño cuando...-

Me pongo de mil colores. -¡He dicho que no! ¡Y ahora no quiero hablar de eso!-

L retrocede ante mi reacción y toma asiento en una de las sillas del inmenso comedor, pues aunque la fiebre se le ha bajado bastante, sigue indiscutiblemente débil.

-Lo lamento, ____-san.- dice suavemente -No sé que pasaba conmigo. Lamento si hice algo que no te agradara...

-¡Maldición, L! ¡He dicho que te calles! ¡No quiero hablar de ello, ni ahora ni nunca!- lo amenazo con la cuchara del ramen, y él me mira con tristeza.

Y es que, no parece comprender que apenas si puedo mirarle a la cara. Que no me lastimó en lo absoluto sino que me dio los primeros orgasmos de toda mi vida. Que yo estaba más que dispuesta a dejarlo entrar en mí, pero que me había muerto de la vergüenza cuando él se quedo literalmente dormido encima mio.

Claro que no lo comprendía.

Él no tuvo que pasar por la odisea de apartarse un cuerpo inerte de encima con todo el cuidado de no despertarlo. No tuvo que limpiarse la humedad que le corría por las piernas, no tuvo que volver a vestirse (pues él llevó la ropa puesta en todo momento), ni tampoco tuvo que pasar poco mas de un día cuidando de la fiebre de un humano en estado vegetal, hasta que este despertara y lo primero que dijera fuese: -Lo lamento, _____-san.-
Frase que comprobaba que lo recordaba todo.

Para él todo era fácil siempre.

Le pongo el cuenco de ramen en frente, sin mirarlo a la cara. Y advierto como una madre preocupona: -Si no te lo acabas todo, olvidate de los dulces para el postre.-

-_____-san...- me llama.
-Por favor, hablalo conmigo. Dime cualquier cosa. Lo que sea.- ruega. -No soporto que ni siquiera puedas dirigirme la mirada... Se sincera ¿Te hice daño?-

Cuando le miro encuentro una mirada tan triste que mi voluntad flaquea.
Me rasco el brazo incómoda.

-No, L- digo con la voz más calmada que puedo aparentar. -Ya te lo he dicho. Todo lo que hiciste... Bueno... Disfrute de ello... Más de lo que puedas imaginar...-

Suelta un suspiro aliviado.

-En verdad lamento haberme quedado dormido.- dice.

-Imbécil- gruño con la cara completamente roja, y le doy la espalda para que no pueda leer la expresión de mi rostro.

Sí.
Yo también lo lamento.

___________________________________

Horas después:

-_____-san- L se gira para encararme.

Sus gestos corporales indican que tiene buenas noticias, además el teléfono esta en una posición distinta que la de hace rato, y los cientos de papeles que siempre cubren su escritorio están amontonados a un lado.

-¿Que es?- pregunto.

-He llamado a un antiguo conocido mio al que le salve la vida en una ocasión, siempre esta pidiéndome que vaya a visitarlo a su cabaña, así que le he pedido que extienda su invitación para ti, y este ha accedido de inmediato.-

¿Esto quiere decir lo que creo que quiere decir?

-¿Te tomaras unas vacaciones?- pregunto asombrada.

-Bueno... Tu sigues insistiendo en que tengo que alejarme del trabajo, y que necesito descansar para aliviarme mas pronto, así que he pensado que podíamos ir... ya sabes... juntos. Si no te molesta, claro.-

-¡Es maravilloso, L!- declaro, incapaz de ocultar mas mi alegría -¡Por supuesto que iré contigo! ¡No dejare que te lleves toda la diversión!-

-En ese caso, prepara tus maletas tan pronto como te sea posible.- dice el pelinegro - Hará bastante fresco en ese sitio, considerando lo lejos que esta, así que deberás llevar ropa abrigada. No obstante, y si mal no recuerdo, nuestro anfitrión ha mencionado que ahí hay pozos de aguas termales.-

-¡Aguas termales!- exclamo entusiasta.

¡Unas vacaciones! ¡Hacía años que no tenía unas! Las últimas que había tenido habían sido en compañía de... Bueno... Mis padres.

¡Por supuesto que iría! Me sentaría bien después de todo el tiempo que había pasado encerrada en el manicomio, luego en el cuartel, y finalmente en casa de L.

Corrí escaleras arriba rápidamente y me dispuse a arreglarlo todo, topandome de pronto con el shinigami que nos seguía a L y a mi desde que nos habíamos hecho dueños de la death note.

-Ahhh ¡Hola, Ryuk!- lo saludo divertida. -¿Vendras con nosotros? Convenceré a L de que te compre manzanas, si quieres.-

Este sonríe.

-Me gusta la propuesta, pero si yo fuera tu no iría.- Canturrea.

-¿Que?- pregunto desconcertada. -Pero ¿Por qué?-

-Tu esperanza de vida y la del detective han disminuido en cuanto este tomó la decisión de visitar esas cabañas.- sonríe el shinigami. -Es probable que mueran ahí-

Retrocedo con desconfianza. Dudando entre creerle o no.

-¿Por que me dirías esto? ¿Que ganarías con advertirnos?-

Se encoge de hombros y suelta una carcajada. -Tal vez solo quiera arruinar tus vacaciones. No puedes saberlo con seguridad.-

Me inclino, le miro largamente unos segundos y al fin decido que debe de tratarse de lo segundo.

Por qué ¿que motivo tendría un dios de la muerte para querer ayudar a un par de humanos?

Ryuk no es Rem. Ni nos aprecia de la forma en que este apreciaba a Amane Misa, nunca nos daría un consejo de buena fe, mucho menos arriesgaría la vida para salvarnos.

-Si no le mencionas nada de esto a L, te compraré un barril de manzanas para ti solo-

-Hecho- dice de inmediato, y se desaparece atravesando una pared como si nada.

Pongo los ojos en blanco y prosigo mi camino hacia mi habitación, pero pronto lo escucho de nuevo a mis espaldas. -Sin embargo, estas cometiendo un grave error.-

Esta tratando de aguar mi entusiasmo. No obstante sé que solo se trata de un engaño. Seguro.

Seguro.

¡Bang! ¡Bang! You're deadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora