Desperté confusa, sin saber dónde me encontraba ni que hacía en esa habitación. Intenté observarlo todo; mi maleta estaba al lado de la cama donde yacía y, al lado de esta, había un gran armario blanco. Una ventana al lado opuesto de la habitación lo iluminaba todo. También había un escritorio en otra de las paredes y estanterías con figuritas y cuadros de fotos.
Poco a poco mi mente se fue aclarando y los recuerdos llegaron a mí por si solos. Decidí levantarme y buscar a los Hemmings y a Celeste, ya que no conocía la casa ni los alrededores. Al salir me encontré en un amplio pasillo. Había dos puertas más antes de llegar a las escaleras, una enfrente y otra al lado de la que suponía que era mi habitación. Bajé las escaleras esperando encontrarme con el salón pero, en cambio, me encontré con otro pasillo más.
―¿Cuántas plantas tiene esta casa? ―me pregunté.
Seguí bajando hasta que al fin encontré el salón, donde Celeste estaba viendo la televisión.
―Buenas tardes, bella durmiente ―me saludó con una sonrisa, mientras me iba acercando a ella.
―¿Tardes? ¿Cuánto he dormido?
―No lo sé con exactitud, pero son las cinco de la tarde.
―¡Oh! ¡Lo siento mucho! Me habéis invitado y yo solo he estado durmiendo.
―No te disculpes, ¡Ni siquiera es mi casa! ―Celeste rió, provocando también mi risa también.
―No pasé muy buena noche y necesitaba dormir, pero ahora me encuentro genial. ¿Y los chicos?
―Han ido a comprar comida, tan solo quedaban fideos instantáneos. Debes estar hambrienta, en cuanto lleguen deberías comer algo.
Asentí dándole la razón. En esos momentos podría comerme un elefante entero... bueno, quizás no, pero si una tonelada de barritas de chocolate.
De repente el ruido de las llaves girando en la cerradura se hizo presente y los dos hermanos hicieron acto de presencia en el salón. James fue a dejar las bolsas en la cocina, mientras Jack se acercaba a saludar a su novia. Yo le saludé de forma rápida y seguí a James, en busca de comida.
―Dime que has comprado algo dulce ―dije nada más verle.
El rubio, que iba sacando la compra de una de las bolsas, me miró. Abrió la boca para decir algo pero no le dio tiempo, ya que en cuanto vi que sacaba un paquete de Oreos me lancé sobre él para cogerlas.
―¿Tanto hambre tienes? ―se burló de mí, alzando las galletas. Intenté dar saltos para cogerlas, pero James era demasiado alto―. No te las daré hasta que me respondas.
―Acabo de levantarme y tengo antojo de algo dulce ―le dije, saltando de nuevo.
―Me tienes a mí ―dijo él, bajando su brazo para darme las Oreos―. Yo soy dulce.
Abrí el paquete y llevé a mi boca la primera galleta.
―Eso es cuestionable ―levanté la mirada, fijándola en la suya―. No eres dulce.
―¿Quieres probarme? ―James se acercó, agarrando mi cintura.
La escena, no tan lejos de ser malinterpretada, también era muy graciosa. Yo, con la boca llena de Oreos, siendo atrapada entre los brazos de James, el cual me miraba con una mirada juguetona pero sería a la vez.
―Tengo la boca llena, lo siento ―le dije como pude, zafándome de él.
―Vaya, ¿Desde cuándo sois tan cercanos? ―preguntó Jack entrando por la puerta de la cocina.
ESTÁS LEYENDO
Twins » Luke Hemmings
FanfictionDaelyn Jones se muda desde Londres hasta Sídney por el trabajo de sus padres. Cuando llega allí todo parece fantástico: sol, playa, surf; todo lo que un adolescente ama, pero... ¿Qué pasará cuando conozca a sus vecinos? Luke Hemmings: el típico chic...