Capítulo 30

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Notaba la calidez de los rayos del sol sobre mi cara y mis parpados pesaban, dificultándome el abrir los ojos. Poco a poco los fui abriendo, y lo primero que vi fue un techo blanco.

Mi vista se fue acostumbrando a la luz de la sala, viendo cada vez con más claridad. Tenía la garganta seca, estaba exhausta, tenía una sensación extraña en el estómago y mi cabeza dolía a horrores. Intenté mover mis manos, pero algo tenía inmovilizada mi mano izquierda. Levanté un poco la mirada, encontrándome con una cabellera despeinada. Luke roncaba suavemente, sentado sobre una silla que no parecía muy cómoda. Su mano sostenía la mía, más bien la agarraba con fuerza, aun estando dormido, como si se aferrara fuertemente a mí, y su cabeza estaba apoyada sobre la camilla donde me encontraba.

Giré mi cabeza, viendo como estaba rodeada de maquinas y sueros, que se introducían por mi piel a través de una vía.

Bien, estaba en un hospital.

No sabía que hacía aquí, tenía escasos recuerdos la noche anterior, pero ninguno demasiado claro.

Un ruido proveniente de la puerta me asustó por un momento, pero me tranquilicé en cuanto vi a mi madre y mi padre entrar por la puerta.

―¡Gracias a dios, estás despierta! ¿Cómo te encuentras, cariño? ―exclamó mi madre, susurrando bajito para no despertar a Luke. En su mirada podía notar que había estado llorando.

―Todo lo bien que se puede estar dentro de un hospital... ―musité―. ¿Qué ha ocurrido?

Mamá suspiró, y miró a papá, el cual no había abierto la boca en ningún momento.

―Tu... Te han... Bueno, ayer, en la fiesta de Luke y James, alguien llevaba una pistola, no sabemos quién lo hizo, Liz nos ha dicho que todo el mundo entró en pánico, y la gente salió a fuera en cuanto se oyeron los disparos, pero al salir Danna se dio cuenta de que faltabas, así que Luke y James entraron corriendo a buscarte. Después de cinco minutos salieron de nuevo. Luke te llevaba en brazos cuando picaron a la puerta de casa ―a mamá se le cristalizaron los ojos―. Casi me dio algo cuando te vi. Tenías la cara pálida, y una herida en la cabeza. Al llegar al hospital te ingresaron de inmediato, haciéndote pruebas, y el médico salió al cabo de un rato, diciendo que habías ingerido un tipo de droga y te habían tenido que hacer un lavado de estómago, a demás de tener el golpe en la cabeza, que te había dejado inconsciente.

Abrí ligeramente mis ojos, sin poder creerlo. Las imágenes de la noche anterior hicieron presencia en mi mente, aturdiéndome por un momento.

Yo felicitando a los chicos.

Luke y yo en el jardín.

Todos divirtiéndose en el garaje.

Izan. La Coca-Cola.

No recordaba nada más a partir de ahí. Mierda.

―Creo que me echaron algo en la bebida ―dije, frotándome la sien con la mano que tenía libre.

De repente, Luke hizo un ruido extraño, y se removió sobre su asiento, llamando nuestra atención.

―Se va a despertar pronto... ―dijo mamá―. Ha pasado toda la noche contigo, ha sido imposible decirle que no, se sentía responsable y de lo ocurrido, pobrecito, se ha preocupado mucho por ti―me explicó mamá, mirándonos tiernamente. Yo me sonrojé levemente.

―Nos vamos ya, descansa―dijo mi padre, dándome un beso en la frente.

Antes de que pudiese decir nada ambos habían salido por la puerta, la cual hizo un pequeño ruido que terminó despertando al rubio. Este levantó la cabeza, algo desorientado. Su vista se posó en nuestras manos, y una pequeña sonrisa apareció en su rostro, que fue borrada al segundo.

Twins » Luke HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora