Capítulo 34

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El motor dejó de hacer ruido, indicando que Ashton ya había aparcado el coche. Abrí los ojos, y me incorporé, mirando hacia todos lados, hasta que encontré el callejón oscuro donde estaba la entrada al local.

―¿Recuerdas el plan? ―preguntó Ash. Yo asentí―. Bien, no hagas ninguna imprudencia, y no dejes que nadie reconozca tu cara, ponte bien la capucha, tiene que parecer que no eres una chica, así que esconde bien tu cabello.

―¿Por qué tú no tienes que ir disfrazado? ―pregunté, haciendo un puchero.

―Porque no soy yo al que buscan ―contestó.

―A mí tampoco me buscan, saben dónde vivo, donde voy, donde estoy en cada momento... Es desesperante, y tengo miedo... ―me encogí en el hoodie que me había prestado Ash, el cual era enorme.

―No ocurrirá nada, si ves que alguien puede estar siguiéndote o algo sal corriendo y metete en el coche.

―Está bien ―asentí.

Ashton abrió la puerta de su vieja furgoneta, y yo hice lo mismo, posando con lentitud mis pies sobre el asfalto.

―Toma ―me entregó las llaves, las cuales guardé en uno de los bolsillos de mis tejanos.

Ambos andamos en silencio, adentrándonos por el callejón. Pronto pudimos divisar a un guardia de seguridad fuera de la puerta, el cual no era el mismo que las veces anteriores.

―Irwin, cuanto tiempo... ―dijo el hombre, sorprendido, cuando nos acercamos lo suficiente como para poder diferenciar nuestros rostros―. No creí que volvería a verte aquí, ya sabes, después del accidente...

Hice una mueca extraña al escuchar esas palabras, mirando a Ash, el cual se tensó.

―Todo está perfectamente Ford.

―Me alegro ―dijo con una sonrisa, la cual me hizo apartar la mirada, bajando la cabeza por la incomodidad―. Adelante.

El tal Ford abrió la puerta de McBox, apartándose hacia un lado para dejarnos pasar. Ashton y yo nos intentamos hacer un hueco entre la multitud, pasando como podíamos. Al parecer hoy era noche de peleas, y el local estaba lleno de hombres gritando y haciendo apuestas.

Me solté del agarre de Ash en cuanto estuvimos lo suficientemente lejos de la gente. Él se dirigió hacia la barra, dijo que lo primero que haría sería preguntar por allí, ya que sería más peligroso si yo me acercaba a un grupo de alcohólicos pasados de copas.

Yo me alcé de puntillas buscando con mi mirada el ring, hasta que pude divisarlo al fondo del lugar. Comencé a abrirme paso entre la gente, intentando pasar desapercibida, pero parecía que cada vez el recinto estaba más lleno.

Tras varios minutos empujando conseguí llegar al ring. Encima de él, dos hombres luchaban cuerpo a cuerpo, propinándose una buena dosis de puñetazos.

―¿Jones? ―escuché detrás de mí. Mis sentidos se pusieron alerta, preparada para huir, pero una mano atrapó mi brazo antes de que pudiese dar ni un solo paso―. ¿Qué haces aquí?

Me giré rápidamente, quedando enfrente de Ryan, el cual me impedía marcharme.

―No te interesa Grey ―le respondí, cortante―. Suéltame, por favor.

La mano del moreno dejó de hacer presión en mi brazo, el cual alejé rápidamente de su alcance.

―Este no es sitio para una chica como tú... ¿Te ha vuelto a traer James?

―James no sabe que estoy aquí ―Ryan elevó una ceja, mirándome algo sorprendido―. Aunque no te tengo que dar explicaciones ―dije, sonando todavía más fría que antes.

Él elevó las manos en señal de paz, mientras me miraba con una sonrisa ladeada.

―Tranquila, no saques las garras, que no voy a hacerte nada ―soltó una carcajada, la cual paró al ver a alguien por encima de mi hombro.

―No la molestes más Ryan ―dijo una voz grave detrás de mí.

Otra mano me cogió del brazo, pero esta vez más suavemente, alejándome de Ryan. Miré hacia el frente, encontrándome con Marcus, el cual se posicionó en una de las esquinas del ring, como cuando luchó James aquella noche.

―¿Qué haces aquí sola? ―frunció el ceño, mientras me soltaba.

―No estoy sola, he venido con un amigo.

―Ahora mismo estás sola, a no ser que sea invisible, porque no lo veo a tu lado ―dijo en un tono sarcástico.

―Marcus, debo hacer una cosa, es importante, y no puedo permitirme estar aquí mucho más tiempo, debo volver a casa ―me excusé, intentando evitar su mirada.

Antes de que él pudiese hacer nada me fui de allí. Me escabullí entre la gente, evitando así que Marcus pudiese volver a verme, e intenté divisar a Ashton. Mi mirada recorrió varias veces el local, hasta que vi unos ojos negros observarme desde un pequeño pasillo por detrás del ring.

―Sean... ―susurré para mí.

Él moreno pronunció con sus labios un 'sígueme', al cual no me pude negar. Sabía que estaba desobedeciendo a Ashton, pero necesitaba hacer algo al respecto, había venido a por explicaciones, y esta era mi oportunidad para conseguirlas. Dejé de ver a Sean en el momento en el cual se adentró en el pasillo, así que como pude intenté moverme hasta llegar al mismo lugar donde minutos antes me había estado observando.

Miré a mí alrededor, asegurándome que nadie me había visto, y comencé a andar por el largo pasillo, hasta que llegué al final, donde había una salida de emergencia.

Tomé una bocanada de aire y, acto seguido, empujé con fuerza la pesada puerta, la cual daba a otro callejón, en la parte posterior del local.

Miré hacia el frente y entonces le vi, sonriendo en las sombras, mirándome con atención.

―No esperaba verte por aquí por tu cuenta... Me sorprendes Daelyn... ―su voz me producía escalofríos a cada palabra, realmente tenía miedo.

Sean iba dando pequeños pasos hacia mí, mientras yo retrocedía, intentando escapar, pero me estaba alejando de la salida, y lo único que hacía era darle ventaja.

―¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí? ―le pregunté, mirándole directamente a los ojos, sin pudor alguno.

―Yo no quiero nada de ti preciosa, tan solo me han encomendado un trabajo, y debo cumplirlo.

―¡Te he preguntado que quien eres! Sé que no te llamas Izan, eres Sean, y Liz no te contrató para la fiesta de Luke y James, ¡Todo era una farsa! ―exclamé, dejando la ira fluir hacia fuera―. Dime quien es la persona que está detrás de todo esto, por favor, dímelo ―supliqué, encogiéndome sobre mi misma.

―Veo que ya has hablado con James de esto, de lo contrario no sabrías mi nombre real... ―dijo, ignorando por completo lo que le había pedido.

Mi espalda tocaba la fría pared, impidiéndome retroceder más. El moreno me miraba con una sonrisa en su boca, disfrutando de la situación en la que me encontraba. Sean intimidaba, pero se mantenía a una cierta distancia de mí, lo cual agradecí.

Miré hacia la puerta. No estaba tan lejos como para no poder volver a ella, pero estando acorralada era un poco difícil.

Desvié mi mirada hacia el moreno, el cual me miraba con un signo de interrogación. Este sacó una hoja de su bolsillo, y con un movimiento rápido me tendió la mano, ofreciéndomela.

―Cógela ―me exigió. Yo le miré desconfiada, aun así estiré mi mano, agarrando el papel con fuerza―. Procura no meterte en líos, te asustas con facilidad ―sonrió intimidantemente.

El moreno dio unos pasos hacia atrás, saliendo del callejón, dejándome sola allí, sin entender nada de lo que acababa de pasar.

Miré la hoja entre mis manos, las cuales estaban un poco temblorosas, la guardé en un bolsillo, y tras ello me dirigí hacia la puerta, entrando de nuevo en el local. Debía encontrar a Ash e irme de nuevo a casa, antes de que pasase algo más.

Twins » Luke HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora