Capítulo 38

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―¡Hola! ―saludó el rubio, energéticamente, cuando llegué a su lado.

―Hola ―sonreí, escondiendo mis manos en los bolsillos de mi pantalón―. ¿Has estado mucho rato esperando?

―No, tranquila ―dijo, con un tono algo nervioso.

Él sonrió de vuelta, algo tímido, y bajó la mirada hacia sus pies, los cuales estaban uno encima del otro, de una forma muy adorable.

Ambos estábamos en la parada de bus de nuestra urbanización. Al final habíamos decidido quedar directamente allí, ya que el rubio estaba bastante emocionado por llevarme a un sitio, y así no perdíamos tanto tiempo, según él, pero la verdad es que no estaba tan lejos de casa.

Levanté mi cabeza, viendo como el cielo estaba cada vez más gris, y luego me giré hacia Luke, el cual mordía su labio inferior, y mantenía su vista fija en un punto en el suelo, como si aquello fuese la cosa más fascinante del mundo.

Dejé de mirar su perfil cuando noté que el autobús estaba a punto de llegar. Toqué a Luke en el hombro, haciéndole sobresaltar. Su mirada se cruzó por mía, y por unos segundos, juraría haberle visto sonrojado.

―¿Sí?

―El bus acaba de llegar ―dije, encogiéndome de hombros.

―Oh, claro, vamos.

Miré atentamente a Luke, mientras buscábamos un lugar para sentarnos, intentando adivinar el porqué de su actitud tan nerviosa e inquietante, pero lo único que conseguía era llenarme la cabeza de preguntas sin respuesta.

El bus estaba vacío, al parecer no era uno que la gente solía coger, ya que éste iba hacia las afueras de Sídney. Tenía ganas de preguntar hacia donde nos dirigíamos, pero preferí no molestar mucho a Luke, ya que estaba bastante metido en su mundo hoy, y su pierna se movía frenéticamente. Yo solía hacer lo mismo cuando estaba nerviosa, era algo que no podía controlar.

Tras unos minutos perdida en mi mente, el vehículo se paró en una especie de campo, donde se podían divisar unas caravanas a lo lejos. Luke y yo bajamos, ya que era la última parada.

―¿Dónde se supone que estamos? ―pregunté intrigada, observando todo a nuestro alrededor.

―Es un viejo camping donde solía venir de pequeño con mi familia, pero lo cerraron hace unos años ―explicó―. Cerca de aquí hay un mirador donde se ve toda la ciudad, de noche es impresionante, Sídney es preciosa cuando las luces la iluminan.

Sin previo aviso, la mano de Luke cogió la mía, entrelazando sus dedos con los míos, y comenzó a adentrarse por el camping. Yo, sonrojada, caminaba a su lado, intentando mirar el camino que estábamos recorriendo, y no pensar en el hecho que Luke hoy estaba bastante extraño, y eso, de algún modo, me ponía nerviosa.

Si no fuese por el crujir de las hojas en el suelo, y los grillos que se escuchaban de fondo, podría asegurar que el silencio habría hecho acto de presencia desde hacía rato. Después de atravesar todo el camping llegamos a un pequeño camino de tierra, en el cual el rubio no dudó ni un momento en comenzar a atravesar, y después de caminar por otros cinco minutos llegamos al mirador del cual había hablado.

Había una barandilla en el borde del lugar, al menos estaba algo protegido. Luke se acercó a ella, y soltó mi mano, apoyando ambas en ella.

―¿Sabes? Siempre me gustaba escaparme por las noches aquí cuando veníamos al camping, tan solo Jack y yo conocemos este sitio. De pequeño solía pelear mucho con James, supongo que es normal, son cosas de hermanos, y siempre venía aquí a tranquilizarme y pensar las cosas ―suspiró.

Twins » Luke HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora