36. Cita Luke

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Baje del coche colocándome la americana negra.

Toque el timbre con mis manos temblorosas por razones jodidamente estúpidas.

Iba a hacer con Michael 6 meses dentro de nada, no se porque esta situación me hace estar tan nerviosos cuando ya hemos hecho esto miles de veces.

Hoy era el día de la cita que me tocaba preparar a mi.

Tal vez, lo que tengo preparado... me da mas miedo a mi que a el y no sabe nada.

-Hola -dije estremecido cuando vi a mi hermoso novio vestido con camisa y americana en la puerta.

-¿Y esa cara? -soltó riendo.

-Me sorprende verte así vestido -reí.

-¿Que pasa me queda mal? -dijo dándose la vuelta mientras yo mordía mi labio.

-Nop -nege -Todo lo contrario -rodee su cuello con mis manos y lo bese intensamente, me separe de el y vi a su tía detrás en el sofá quien me saludo con la mano.

Mire a Michael y el sonrió, seguro que estaba súper rojo.

-Vámonos -cerro la puerta de espaldas.

-Tu si que estas follabl- increíble, esta noche -reímos. Y tomó mi mano.

Ignore el hecho de que mi mente se pusiera como loca cuando estuvo apunto de decir "follable" y lo cambio por increíble.

-No te quejes por donde te voy a llevar.

-¿Por que me iba a quejar?

-Porque se que no te gustan esos sitios.

-¿Y por que me llevas allí? -río a carcajadas.

-Porque tiene una comida increíble y se que lo que vas a probar va a compensar el sitio en si.

Llegamos a la entrada y Michael bufo.

Un gran edificio de dos plantas rodeado de campo con dos grandes estatuas de mármol en la entrada y una puerta de forja enorme abierta de par en par.

-Oh vamos, espera a verlo por dentro- lo sacudi -Tiene muchas obras de arte increíbles, eso te gusta -puntee su pecho con mi índice.

Una vez dentro hable con el recepcionista para llevarnos a nuestra mesa.

En el camino pasamos por un jardín con una enorme fuente iluminada. Michael no paraba de mover su cabeza arriba abajo para no perderse detalle.

-Bien, señores esta es vuestra mesa, ahora pondré a vuestra disposición las cartas -dijo el camarero que nos dirigió muy amablemente.

-Traiga una sola por favor -dije.

-Así que ¿señores? -empezó a reír descontroladamente haciendo que mesas a nuestros lado se girasen.

-Solo intenta ser educado -defendí.

-Si a mi no me gusta ni que me hablen de "usted" mucho menos que me digan señor, por dios soy un puto crio -seguía riendo.

-Aquí tiene, en unos minutos vuelvo -llego el camarero con la carta que dejo en mis mano.

-¿Que pasa, yo me quedo sin comer? -replico Michael.

-Te voy a pedir yo, te conozco muy bien se lo que te gusta- me miro mal -Tampoco quiero que veas los precios porque te vas a enfadar conmigo.

-Puede -movió sus dedos sobre la mesa -Esto es muy bonito -miro al techo donde había una gran lampara de araña -No me gusta el hecho de los "ricos" que están sentado a nuestros lado, pero merece la pena solo por estar sentado aquí.

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