Un sitio oscuro, estaba en una cola que parecía interminable, delante de mi jóvenes de mi edad, ¿De mi clase?, estaba esposado pero la cadena era bastante larga, como de medio brazo de longitud, y en ella escrita la palabra libertad, en el suelo dibujado unas líneas azules brillantes marcando...la edad, estaba encima de 17 años, a punto de tocar 18. La cola iba en espiral íbamos hacia un gran horno de fuego rosado, de vez en cuando alguno se salía de la fila y se lanzaba precipitadamente al horno... Vero estaba a dos personas de mi por delante, no podía mover las piernas pero intentamos estirarnos para tocarnos, podíamos acariciarnos la punta de los dedos, ella sonrió. Yo no.
¿Acaso debía ser feliz solo con eso? me aparté de ella, yo no quería ser así, no soy libre, no soy nada. Ganado, éramos ganado, no quiero tener que estar limitado por una cadena, no quiero ser un simple mortal que camina recto hacia su muerte.
Empecé a morder la cadena de mis esposas, tanto como podía, de repente todos se giraron y me miraban, con caras extrañas, me daba igual, seguí mordiendo la cadena. Me arrancaría el propio brazo si era preciso, Vero me susurraba.
-No esta bien Alberto...- Resonaba como una campana.
-Eso es malo, tu no eres un vulgar ladrón- Oía a mi madre.
Me empecé a poner nervioso, la cadena no cedía, estaba siendo claustrofóbico.
-Nuestra libertad termina con la libertad de otro- Oí a mi profesora de filosofía a lo lejos.
-¡NO!- Grité mientras zarandeaba las esposas como podía- ¡YO NO!-
Noté como mi cuerpo empezaba a calentarse, parecía que iba a explotar.
Pero de repente note esa sensación gélida en la espalda, ese granizo...
Me desperté. Nunca había tenido una pesadilla igual.
-Eres un dormilón- Me dijo Vero, yo estaba bocabajo en la cama y ella se había tumbado en mi espalda, su pecho estaba frio-¿Estas bien? estas ardiendo-
Tras unos segundos en silencio me di la vuelta y la empecé a hacer cosquillas y respondí.
-La pregunta es ¿Por qué tu no?- La dije riéndome.
Ella no paraba de reírse y zarandearse hasta que me dio un beso, y paré. Parecía como si me hubiera vuelto a dar el primero. Nos quedamos un minuto embobados hasta que...
-¡Mierda!- Grité- ¿Qué hora es? ¿Qué día es? Mi madre me va a matar- Me senté en la cama muy nervioso.
-Tu madre te llamo al móvil hace 20 minutos, aun estabas dormido- Me besó la espalda- Lo cogí yo y le conté lo que había pasado- Soltó una risilla.
-¿Todo?- Pregunté un poco desesperado.
-Claro, la dije que después de emborracharte te enamoraste perdidamente de mi y estuviste toda la fiesta persiguiéndome hasta que me besaste y caíste redondo al suelo dormido- Pegó su nariz a la mía.
-Eso no es verdad y lo sabes-
-¿A no?, ¿no estas enamorado de mi?- se rio con malicia
-Yo...esto...- Me acababa de descolocar la cabeza.