Cuarto mandamiento

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Esa noche volvimos a la nave abandonada, a la que desde entonces la llamaríamos guarida. Compramos cerveza pusimos música, y festejamos nuestro tremendo éxito. Nos reímos de todos aquellos que nos vieron con caras de sorpresa incrédulos ante lo que pasaba, incluso abrimos el maletín y sacamos el dinero, y nos sumergimos en él, no gritando el típico ¡Somos ricos! , mas bien, ¡Somos unos putos ladrones cabrones!

Nos emborrachamos, y aprendimos un poco mas de nosotros, yo conté que mi vida era muy simple, la típica de un estudiante de bachillerato, Uno estaba estudiando programación y era hijo único, Dos por su parte no pudo seguir estudiando más allá de bachillerato por culpa de los problemas económicos de su familia, pero trabajaba junto a sus padres en una pastelería. Tres estuvo la mas reservada.

Recordé una conversación que tuve con Dos acerca de ella, él afirmaba que la familia de Tres era rica, una niña mimada que buscaba divertirse y que no debíamos fiarnos de ella, por ahora yo confiaba en todos por igual, pero una de las personas mas razonables en mi punto de vista era Dos, además él y yo nos dimos cuenta de algo que empezaba a ser obvio, esa noche Uno borracho no podía ocultar como miraba a Tres, aunque empecé a sospecharlo cuando todo lo que hacía Tres el lo aprobaba, como el atraco, o el disfrazarse él, que acepto solo cuando Tres le animó a hacerlo.

Por tanto si Dos tenía razón hiciera lo que hiciera Tres, Uno la seguiría, ya fuera traicionarnos o algo peor, por eso pensé que debía tomar mas las riendas de esto, hacer unas normas, ser un líder, que no un jefe, y mantener una estabilidad en el grupo. Este iba a ser nuestro pasatiempo, pero no es como hacer grafitis, esto es muy peligroso, y aunque nos divirtamos debíamos seguir un orden.

Pero bueno estábamos de fiesta asique intenté dejar todo eso de lado y divertirme, jugamos al póker, y manchamos todo un poco, al final cerca de las cinco de la mañana, Uno y Dos se fueron, vivían mas o menos cerca entre si y Dos le acerco en coche a su casa, Tres se quedó un rato conmigo recogiendo un poco, y ya que vivíamos cerca de ahí volveríamos andando a casa.

-¿Crees que ya se habrán dado cuenta los del banco que eran balas de fogueo?- Dijo una Tres borracha.

-Lo dudo mucho- Respondí- No se dieron cuenta de nada, seguro que la policía esta horas buscando las balas sin resultados- Reí

-¿Qué crees que dirá el alcalde?-

-Que el no sabe nada-

Yo también estaba borracho y algunas palabras se me montaban en otras, aún así nos entendíamos.

-Dime algo señor Cero- Se acercó a mi torpemente- ¿Qué piensas de mi?- Me incomodó al preguntar eso y mirarme al ojos buscando un atisbo de mentira en ellos.

-No se nada de ti- La respondí mirándola yo también a los ojos, intentando que ella se sintiera mas incomoda que yo.

-He dicho... qué piensas, no qué sabes- Dijo un poco indignada al darse cuenta de que intente evadir la pregunta.

-Según lo que he oído- Cogí aliento- Que eres rica y mimada, y que haces esto por pura diversión infantil, y que cuando te canses podrías delatarnos y seguir con tu tranquila vida- La dije sin dejar de mirarla a los ojos, esto la sorprendió, que pudiera decirla eso a la cara.

Por un momento me miró con decepción, seguramente pensó que yo era un capullo, asique se giro para seguir recogiendo sin decir nada, pero por un momento la detuve .

-Según lo que siento- Resoplé- Eres mi compañera- La volví a mirar a los ojos- Todos estamos en el mismo tren, seamos ricos o no, y creo que tener una tía que se vuelve loca en los atracos me viene bien, ya te dije que confiaba en ti, y lo sigo haciendo-

Se quedo unos segundo callada y me miró.

-Podríamos asaltar un tren, como en las pelis del oeste- Dijo con una sonrisa.

-Haremos lo que queramos, porque somos libres- La respondí.

Se quedo un buen rato mirando algo de mis ojos, como quien mira algo por mucho tiempo y empieza a divagar sobre la vida.

-Hay mas en ti ¿Verdad?- Dijo muy seria.

-¿A que te refieres?-

-Para ti no es robar por robar, para ti es más-

-Mucho más- La respondí.


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