Una vez más, tras el penúltimo juicio me reuní con Alberto en una sala preparada exclusivamente para hablar con mi cliente, el siempre tranquilo, siempre muy tranquilo...tanto que me irritaba...
-¡Víctooor!- Soltó Alberto feliz nada más ver que entraba por la puerta.
Yo, seriamente dejé los papeles que traía en la mesa de la habitación, me senté delante de él y solté un suspiro.
-Alberto...- Empecé a decir
-No digas nada, se lo que me vas a decir, estuve demasiado tiempo hablando- Se disculpó
-No es eso...- Intente decirle
-Lo sé, pero necesitaba soltarlo todo, no se...-
-¡ALBERTO!- Le grité y por fin hice que me prestara atención- La fiscalía pide por ti treinta años Alberto...treinta... para cuando salieras no tendrías vida... y aún con buen comportamiento, que dudo que lo tengas, será mucho...-
Él no dijo nada, solo se me quedó mirando durante un breve instante y al final soltó lo que pensaba.
-¿Por qué te preocupas mas por mi que yo mismo?- Me preguntó
-¿Qué?- Le respondí con duda
-Siempre te quejas de que no me importa nada, de que no me lo tomo en serio, fue gracias a ti el trato que hicimos, para que yo confesara, yo nunca me he tomado este proceso en serio, pero tu no paras de preocuparte, vas a cobrar igual, sabes que soy un caso perdido, ¿Por qué te preocupas?-
Me mantuve en silencio, para que sospechara que no le iba a responder a eso, tampoco sabía como...
-Mañana me seguiras el royo ¿Vale?- Le dije
-¿Cómo?- Dijo descolocado
-Diga lo que diga mañana, sígueme el juego, por favor-
Tras decirle eso me fui, no quería hablar mas con él, me dirigí al bufete, a ordenar los papeles y a hablar con el jefe...
En el coche de camino estuve pensando en todo lo que estaba pasando... era una locura... pero Alberto no dejaba de aparecerse en mi mente, en mis sueños, durante estas semanas de defensa le he conocido bien a fondo...o eso creo... pero cada vez me sorprende más, no tiene amor propio, no me ha preguntado ni una sola vez por su familia, o por que no estaban en la sala del juicio ni una sola vez...todo es tan complicado con ese tio...me estaba volviendo loco.
Al llegar al bufete ya había oscurecido, subí por el ascensor, y antes de poder dejar los papeles en mi mesa me cruce con mi jefe.
-Ramírez- Exclamó- Te ha ido bien hoy eh, al final el trato ha servido para rebajarle la condena- Resaltó mi trabajo, me agradaba.
-Si...aunque a él del trato solo le interesaba el que no buscaran a sus compañeros- Respondí
-Bueno, nuestro trabajo es defender al acusado, aunque quiera vivir en la cárcel- Rio
-¿Por qué me diste este caso?- Le pregunté
-Mira chico, quizás seas el mayor talento de aquí, eres un buen abogado, pero joven, necesitas un empujoncito...-Cogió un periódico de su mesa y me lo enseñó- Este empujoncito-
Era una foto de portada de mi... me llamaban buen abogado por defender lo indefendible... que tendría una larga carrera por delante, y que incluso el juez Soto, el del juicio, había alabado mi defensa...
-Así serás conocido... y puede que algún día dirijas este tugurio- Me animó mi jefe
-Gracias...- Fue lo único que le respondí
Mientras ordenaba los papeles mi jefe me pregunto que iba a hacer mañana en el jucio, no quería decírselo, era una sorpresa