Mi primer día de clase

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Allí estaban, unos veinte alumnos hablando sin parar, que fuera bachillerato no significaba nada, es cuando tenemos las hormonas revotando por nuestro cuerpo, recuerdo que decidí no hacer nada, solo me senté y les miré, primero se rieron, y luego se empezaron a extrañar hasta que se quedaron callados.

-¿No vas a hacer nada?- Preguntó un alumno

Puse las piernas encima de la mesa.

-¿Por qué lo dices?- Le respondí

-Dentro de una semana se supone que tenemos un examen sobre Aristóteles, y aun no lo hemos empezado-

-Bueno, estoy seguro de que os lo sabeis- Respondí

-No nos han explicado nada- Dijo otra chica

-¿Y quien os lo tiene que explicar?- Pregunté haciéndome el tonto

-Pues se supone que ahora tu-

-Yo pensaba, no se, dejar pasar un poco el tiempo, total, voy a cobrar igual- Respondí en tono chulesco

-¿Qué? Se supone que tu obligación es que aprobemos-

-No- Respondí tajante- Mi obligación es enseñaros, pero tal y como he visto solo os preocupa el examen de la semana que viene, asique como no quereis  saber nada sobre Aristóteles, ¿Qué os parece si os apruebo a todos ese examen y ya esta?-

Todos se quedaron callados.

-Y mientras... no se, para aprobar solo tendréis que escribir ''hola soy inculto'', así aprobareis todos- Rei- ¿Qué os parece?

Tras otro silencio un chico alzó la mano-

-¿Si?- Le pregunté

-Pro.. profe-

-Dime alumno-

-Yo... quiero saberlo...-

-¿El qué?- Le pregunte para forzarle

-Quiero saber sobre Aristóteles-

Cuando lo dijo todos los de más alumnos también asintieron.

-Bien- Respondí

Para lo que quedaba de clase solo me dio tiempo a escribir Aristóteles en la pizarra, fue divertido, los anime un poco con la asignatura, creo, lo malo es que tenia que volver a repetirlo con el curso b.

Más tarde en la hora del recreo me reuní con los de más profesores, bastante majos, hicieron que integrarme fuera cómodo.

Mas tarde tenía hora libre y fui a fumar un poco fuera del instituto.

-Mi vida no va nada mal- Pensé en voz alta.

-¿Alberto?- Dijo alguien cerca mía

-No es posible ¿Miguel?- Pregunté incrédulo

Miguel fue mi compañero de clase durante casi toda mi infancia, aunque no hablaba mucho con él era majo.

-Sii- Dijo emocionado- ¿Qué tal estas?

-Pues acabo de conseguir curro aquí de profesor, ¿vives por aquí?-

-Si, he venido a traerle un trabajo que se le había olvidado a mi hija en el colegio de aquí al lado-

-¿Hija? ¿Tienes una hija?-Pregunté

-Así es, increíble ¿verdad?-

-Alucinante, como pasa el tiempo-

-Tu sigues con Verónica ¿Verdad?-

-Si, hace poco nos hemos ido a vivir juntos-

-¿Y aún no os habéis casado?, llevais una eternidad juntos-Dijo Miguel riendo

-Bueno...me gusta tomarme las cosas con calma- Le respondí

-Vaya, tengo que irme, a ver si nos vemos otro día eh-

-Adiós Miguel-

-Cuidate-

No quería casarme, no quería tener hijos, yo...en ese momento me miré las manos...me estaba haciendo viejo, yo solo quería ser un Robófilo para siempre, si me casara, tuviera hijos, perdería mas el tiempo, mentiría más, y tendría que faltar a muchos golpes...yo no quería eso...

Dios...¿Qué estoy haciendo con Vero?, se...que la quiero, pero nunca la daré lo que quiere, nunca seré su marido, yo...

Aún no soy inmortal... la gente solo piensa de nosotros como terroristas... si paramos se olvidaran pronto de nosotros, si lo consiguiera, saber que seré inmortal, recordado por siempre, entonces no me importaría tener una familia, pero primero he de dejar huella, he de hacer más...

Debo pensar en un décimo mandamiento.




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