Hace años cuando mi mujer se quedó embarazada pensé...¿Cómo podré proteger a mi familia?, yo de joven nunca era bueno en los estudios, ni si quiera fui a la universidad, era el típico malote de clase... asique cuando quise llevar dinero a casa rápido me metí en el ejercito...quizás mi peor decisión.
-Pablete estas muy callado- Dijo inoportunamente Alberto
Estábamos en un furgón llegando a la cárcel de la ciudad, Alberto estaba sentado frente a mi, pero no me apetecía hablar...
-No estoy de humor Alberto- Le respondí secamente
-¿Por qué?, has ganado, me has pillado, quizás te pasaste un poco diciendo al francotirador que me disparara al brazo, pero eh... le tengo mas cariño a mis piernas- Dijo burlándose de si mismo
-¿He sido tu archienemigo favorito?- Le pregunté siguiéndole el juego
-¿Archienemigo?, creía que tu eras el bueno- Respondió
-¿Ahora me haces caso?-
-Yo nunca dije que tu fueras el malo...ese fue Antonio...- Respondió con pesar
-Siento lo que le ocurrió, de verdad- Le dije sinceramente
Alberto no volvió a hablar, seguí pensando en mi pasado...
Me casé con la mujer equivocada, le gustaba el lujo, y no la gustaba trabajar, asique cuando por fin volví del servicio militar, al llegar me enteré de que la que se suponía que fue mi mujer estuvo acostándose con todo hombre que pudiera mantenerla en su lujo, debía ser que el dinero que yo traía no era suficiente, creo que quien peor lo pasó fue mi hija, pero ella es fuerte, no suele expresarme sus sentimientos...
Mi mujer me engaño con todos, con empresarios, directivos, incluso con el propio alcalde... no hice nada, solo pedí el divorcio, sabía que mi furia solo haría que mi hija lo pasara peor. Cuando volví de la guerra el alcalde debió sentirse culpable por lo de mi mujer, y me dio el puesto de jefe de policía, o puede que sencillamente le parecería divertido regodearse de mi...le odio...
-Ya hemos llegado Alberto- Le dije al notar que la furgoneta se había parado
-Yuju- Respondió irónicamente
Bajamos de la furgoneta y tras saludar a varios guardias entramos en el complejo, pasamos por una oficina a entregar los papeles presidiarios y empezamos a andar por el pasillo hasta su celda, me quería despedir de él.
-Oye, ¿Ya vamos a mi celda?- Preguntó Alberto extrañado- Creía que en el trato también venía que podía recibir una visita cuando llegara a aquí-
-Alberto... nadie a venido a verte- Le dije apenado
-¿A que te refieres?, ¿Mi madre?- Empezó a preguntar
-Se a mudado, hable con ella y dice que no quiere saber nada de ti- Le respondí
-¿Qué?...bueno estará...triste...-Se convenció a si mismo- Pero... ¿Y Vero?, ¿Mi hermana?-
-Tu hermana esta desaparecida... y Verónica se ha ido a casa de sus padres unos días... tampoco quiere saber nada de ti-
Alberto se quedó cayado, parecía que lo había encajado bastante bien.
-Estarás un mes en esta prisión, luego te trasladarán, te prometo que si alguien viene a verte antes de que te trasladen... me aseguraré de que puedas verlo- Le prometí sinceramente.
Un guardia de la prisión y yo acompañamos a Alberto por un pasillo que llevaba hasta su celda, alrededor estaban los presos encerrados...completamente en silencio... y Alberto saltó.