La historia detrás de los grandes himnos de Guns N' Roses, el gran amor oculto detrás de la banda más peligrosa del mundo, una ficción que es más realidad que fantasía.
Una mujer joven que quiere comerse el mundo y un hombre que todo lo que toca lo...
"La valentía más grande del ser humano es mantenerse de pie aun cuando se este cayendo a pedazos por dentro."
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Capítulo 27: Anthem Of The Angels
Axl
Miraba a todos lados, Alan seguía repitiéndome insistiendo que debíamos salir cuanto antes, llevábamos media hora de retraso y los productores ya se estaban quejando por los reclamos del público.
No sabría si vendría pero lo anhelaba.
Izzy puso su mano en mi hombro. —Vamos hermano, ella llegara en cualquier momento, yo sé que lo hará, sabes que no es la más puntual pero cuando acabemos aquí estará esperándonos.
Sus palabras me tranquilizaron un poco, me acomodé la banda y me puse las gafas. Camine hacia el túnel que dirigía al escenario, me pareció algo escalofriante, era un pasillo completamente blanco, con poca iluminación, como un hospital. Salimos, nos anunciaron y el público comenzó a gritar emocionado.
Tocamos la mitad de las canciones de Appetite, fue gratificante ver cómo las personas se empezaban a saber algunas canciones, el estadio estaba repleto, no habían venido por nosotros pero sabía que disfrutaron de nuestra música.
Apenas terminamos la última canción corrí prácticamente hacia los vestuarios, si ella estaba allí, ahora todo sería perfecto.
Vi a las chicas sentadas en los sofás charlando tranquilas, ella no estaba, no la veía por ningún lado, me cercioré esperanzado de que no se encontrará en el baño, no había ni rastro de ella, Mariah pareció entender mi incertidumbre con sus grandes dones intuitivos, se acercó a mi lado.
—Ella no vendrá Axl, llamé a la aerolínea y el vuelo salió hace más de quince horas, ella jamás apareció en el aeropuerto —me informó en silencio y se lo agradecía, asentí resignado y me senté a beber, probablemente despechado.
Los demás seguían riendo en compañía de los chicos de Aerosmith como si nada, pero yo me sentía incompleto, no era igual, no podía serlo sin ella. Había algo extraño en mi corazón, se sentía bastante feo, tenía cierta ansiedad, incluso miedo, unos nervios inexplicables. Tal vez eran las drogas y yo solo estaba siendo paranoico.
Algo cayó en mi hombro golpeándolo, chiflaron desde la puerta. —Hey tarado, vamos a ir a un bar, ¿vienes? —preguntó Duff ebrio, como de costumbre.
Negué y él cerró la puerta con fuerza.
Ya no había nadie en el salón, solo estaba yo, desde afuera se escuchaban como los trabajadores pasaban de lado a lado desarmando el escenario y demás. Me eche sobre el sofá, tomé uno de los cigarrillos y le prendí fuego, comencé a fumar para despejar un poco mi mente aunque no funcionó, ella seguía estando atrancada en la mitad de mi cabeza y mi garganta.
