La historia detrás de los grandes himnos de Guns N' Roses, el gran amor oculto detrás de la banda más peligrosa del mundo, una ficción que es más realidad que fantasía.
Una mujer joven que quiere comerse el mundo y un hombre que todo lo que toca lo...
"Deja de buscar razones para ser infeliz. Enfócate en las cosas que si tienes, y en las muchas miles de razones por las que deberías ser muy feliz."
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Capítulo 25: The Reason
Axl
Pase la calle entre los autos, algunos pitaron pero yo no les preste atención, la maldita tienda de tatuajes estaba cerrada, quién sabe en dónde estaba el idiota de Mike pero fui a perder mi tiempo, quería tatuarme un dibujo que había hecho para nosotros Josh, era una cruz con cinco calaveras, cada una tenía algo que nos identificaba a todos.
Era genial, fue más que un buen regalo, todos quedamos impresionados, Slash y él la dibujaron, habían hecho varios logos e ideas pero esto había sido otro nivel.
Un poco molesto regrese a casa, saque las llaves y la metí en la cerradura, esta mierda era como un jodido banco, tenías que darle como cuatro vueltas. Abrí la puerta y vi a alguien al final de las escaleras, entrecerré los ojos para ver mejor, estaba de espaldas pero era una mujer claramente.
De repente, la sentí, sentía que estaba cerca, sabía que era ella, intentaba bajar su maleta de equipaje maldiciendo porque no lograba hacerlo.
Cerré la puerta tras mío y se giró asustada, cuando me vio pego un salto, al parecer no esperaba verme, sabía que los chicos hablaban con ella y la ocultaba de mi, llevaban haciendo eso desde hacia más de un mes, a fin de cuentas eran sus amigos, nosotros solo éramos compañeros de banda.
Estaba nerviosa, demasiado, si fuese por ella habría salido corriendo pero no tenía escapatoria, su única salida la estaba bloqueando yo, se tomó un momento para recomponerse, bajo decidida sin mirarme, sacó fuerzas y como pudo bajo su maleta arrastrándola, era la misma con la que había llegado y ahora planeaba irse... pero no, no le pondría tan fácil el camino.
Me recosté tranquilo sobre la puerta, cuando llegó al último escalón sus ojos se volvieron a encontrar con los míos, intentaba parecer molesta, —Permiso.
La miré desafiante, bufo enojada tensando la mandíbula, intentó empujarme hacia un lado pero su débil cuerpo no logró ni hacerme tambalear, el mío era un roca inamovible.
—¿Ahora que carajos quieres? Déjame en paz, déjame salir —exigió subiendo la voz.
Me encogí de hombros disfrutando de verla enojada, se veía irresistible. —¿Y si no lo hago, qué vas a hacer?
—Te pateare las bolas tan duro que te dejare sin hijos.
Hice un gesto de dolor fingido riendo al ver que puso los ojos en blanco.
—¿Te gustaron las flores y los peluches? —pregunté intrigado, jamás me había enviado una carta, ni me había llamado, me había estado evadiendo todo este tiempo así que hoy debía aprovechar la ocasión.
