La historia detrás de los grandes himnos de Guns N' Roses, el gran amor oculto detrás de la banda más peligrosa del mundo, una ficción que es más realidad que fantasía.
Una mujer joven que quiere comerse el mundo y un hombre que todo lo que toca lo...
"La gente se queja mucho pero se acobardan a la hora de actuar. Quieren que todo cambie pero se niegan a cambiar." —Paulo Coelho
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Capítulo 37: Do I Wanna Know?
Axl
Llegue después de comprar algo de comida, ya me resultaba extraño que una acción tan cotidiana como salir al supermercado se convirtiera en una firma de autógrafos, la única ventaja fue que no tuve que hacer fila y me hicieron descuento en la factura pero tener que estar dispuesto a lidiar con la gente todo el tiempo no era de mi agrado, yo era bipolar en un sentido complemente literal, un día podía ser el tipo más amable del mundo y al otro simplemente podría mandar a la mierda a todos.
Si lo hacía con los que amaba, me resultaba aún más sencillo con los que ni conocía. No era que quisiera comportarme así, era mi naturaleza cambiante.
Entre por la recepción, el guardia de turno me dijo que Christina había llegado, no pude hablar con ella, está mañana la estuve esperando, me levanté temprano a hacerle el desayuno pero tuve que comérmelo todo al ver que con las horas no aparecía.
Tal vez el clima o algún otro problema hubiese afectado su vuelo. Además las aerolíneas son una mierda, estaba realmente considerando la idea de comprarme un avión privado.
Subí por el ascensor con Rambo, lo había llevado conmigo, incluso se habían sacado fotos con él, se había vuelto famoso.
Al entrar escuche ruidos en la cocina, me dirigí inmediatamente hacia allí, puse las bolsas en el mesón, ella estaba sacando algunas cosas del refrigerador.
—Hola —saludo cuando me vio dándome una sonrisa de boca cerrada. —No creí que estuvieras en casa.
Que saludo más emotivo... aunque no me podía esperar más después de todo lo que había sucedido, no habíamos podido hablar sobre lo que ocurrió en el hotel así que las cosas estaban un poco tensas. Debía agradecer incluso que me dirigiera al menos la palabra.
—¿Tienes hambre? ¿Quieres que te haga algo de comer? —propuse y ella negó concentrada cortando una rebanada de queso.
—No hace falta, ya me estoy haciendo un sándwich.
Golpeé la mesa impaciente, odiaba esa distancia que se sentía cuando nos separábamos por un tiempo. —¿Cómo te fue en el viaje?
Levantó la mirada de inmediato y se giró buscando algo en los cajones. —Bien.
