Capitulo 26

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Momentos antes de que todo eso ocurriera, en una de las casas.

         — ¡Quítame tu trasero de encima!— decía con molestia Antoni.

         —¡Quita tu pie de mi espalda!— contesto irritado Edward.

         —¡No, quítate tú primero!

         —¡Fue tu culpa que nos cayéramos! ¡Quítate tú!

         —No fue mi culpa, tú me empujaste y el suelo cedió— término diciendo Antoni.

Edward dio un ligero grito y abriendo la boca, le propino una mordida a  su compañero.

         —¡Ay! ¡Duele! ¡D-Deja, deja! ¡Deja mi brazo!— gritaba y se quejaba Antoni hasta que empujo a Edward con su pie.

         —Levantémonos de una buena vez— inquirió Edward.

Tras un breve rato los chicos ya estaban de pie.

         —No se, tengo mala espina de todo esto— comento Edward.

         —¿Por qué lo dices? Es bueno que no hayan venido a buscarnos a esta casa y decidieran ir a la de a lado— decía sonriente Antoni.

         —Precisamente por eso, en esa casa es donde se escondieron Akemi y Richard— siguió Edward con preocupación.

         —Oh, no me había dado cuenta— finalizo Antoni mientras dirigía la mirada hacia el suelo.

Se hicieron escuchar unos gritos desgarradores en esos momentos, y los chicos se exaltaron.

         —¿Qué fue eso?— pregunto Edward temeroso.

         —Gritos— contesto Antoni.

Edward se acercó a un pequeño orificio en la pared ocasionado por el terremoto y observo la situación en su totalidad, estremeciéndose y
atemorizándose cada vez más, después de un rato y de terminar de ver como la mujer se suicidaba, dijo.

         —Esto es malo, ¡necesitamos ir a la camioneta e irnos de aquí ahora!

         —¡¿Que?! ¿Por qué? ¿Que pasa?— preguntaba atónito y con incertidumbre su compañero.

         —Digamos que la cosa se puso más seria y más… fea— respondió Edward mientras recogía su espada del suelo y le quitaba el polvo.

Cuando Antoni estaba por entender lo que había dicho Edward, se hicieron resonar los sonidos de disparos que provenían de afuera. Edward miro a Antoni y articulo.

         —¿Ves? Te lo dije.

         —¡Maldición! Salgamos de una vez.

Mientras todo eso ocurría, estos hechos tenían lugar al mismo tiempo.

         —Bueno, menos mal que ya se fueron— comento Jhosep mientras veía con cautela como los soldados se retiraban de la casa.

         —Así es, ahora debemos saber que hacer, ¿no crees?— contesto    Erika.

         —Bien, lo primero será reunirnos sin riesgo a que nos atrapen,     ¿pero como?

         —Los soldados de afuera nos complican las cosas bastante, además estamos dispersados y ni como avisarles— respondió su compañera.

         —Lo se, pero la camioneta esta en la calle y ellos están cerca del    parque… espera que…

Justo en ese momento los gritos de la señora se hicieron audibles estremeciendo a los inquilinos de esa casa.

         —¿Qué esta pasando?— preguntaba Erika aterrada.

         —Déjame ver— finalizo Jhosep.

Él se asomo por una pequeña abertura en la ventana, con mucho cuidado para evitar que lo vieran, y pudo ver con tristeza, amargura y terror como la mujer forcejeaba, luchaba, era humillada y al final, como se suicidaba. Él iba relatando a Erika lo que sucedía, pero cuando todo acabo no pudo decirlo en el momento.

         —¿Y bien?— preguntaba Erika.

         —La mujer… murió— dijo Jhosep bajando la mirada.

         —Que mal— dijo Erika mientras se llevaba las manos hacia su      boca.

         —Bien, necesitamos un…— se hizo escuchar el sonoro ruido de    un disparo— genial.

         —¿Qué pasa?— cuestiono su compañera con incertidumbre.

         —Tal parece que— continuo con una sonrisa en el rostro— lograremos salir de esta, prepárate, vamos a tener que correr y        ocultarnos bien.

Así mismo mientras todo lo ocurrido tenia lugar, estos hechos se daban a la par con los sucesos adyacentes.

David y Rosse se mantenían en silencio… a Rosse no le agradaba eso, sabia que algo andaba mal en él pero no sabia la manera de poderlo ayudar, le mortificaba que estuviera así, decidió acercarse a él y tomando fuerzas iba a articular una palabra cuando de pronto se escucharon unos gritos…

         —¿Qué fue eso?— dijo sobresaltada y asustada Rose, que se había aferrado al brazo de David.

         —¿Eh?— David se encontraba perdido en sus pensamientos y no había puesto atención a Rose, o al grito.

         —¡¿Cómo fue que no lo escuchaste?!—  inquirió Rose molesta—    ¡Fueron gritos!

Ella decidió dejarlo hay e ir a buscar donde poder ver hacia afuera, encontró una ventana cubierta de polvo, así que la limpio con su mano, pudo visualizar y escuchar a muchos soldados reírse de una mujer, después todos se callaron, un hombre de aspecto impotente acercarse hacia ella, decía cosas y finalmente observo como la mujer se quito la vida.

         —Esas…— ella fruncía el ceño— ¡Esas personas son desagradables!

David se mantenía en silencio a pesar de la situación en la que se encontraban. Se hicieron resonar los disparos en la calle y Rose se asusto aun más, pero aun así David no decía absolutamente nada, seguía perdido en sus pensamientos.

         —¡Eres un maldito!— Rose se acercó a él y con sus puños le daba débiles golpes en el pecho— ¡¿Como puedes estar así en una   situación como esta?!

         —Si yo fuera Jhosep… no me dirías eso, ¿cierto?

         —¿Eh?— Rose se detuvo y lo miro desconcertada— ¿de que hablas?

    —Él puede estar serio y con aspecto de que nada le importa, pero jamás le                  reclamaran nada, ¡¿por qué?!

         —No es momento para esto, David.

         —Si no es momento para esto, ¡¿cuando?!

       —Vamos, mira— Rose trataba de calmarlo y mientras veía por la   ventana observo como los demás empezaban a salir de las casas— los demás están atrás de la camioneta, debemos ir con ellos… por      favor.

       —Dime…— el la miro directamente a los ojos— ¿Qué soy yo para ti?

Susurros del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora