Capitulo 47

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7:39 p.m.

Jack aún seguía en camino hacia Zacapu, llegaría pronto pero en lo que llegaba escuchaba con atención lo que los chicos estaban haciendo.

—No está mal chicos—Jack se decía para sí mismo.

Akemi explicaba con detalles hacia donde se movían los guardias en tierra pero estaba limitada porque las calles eran muy estrechas y había demasiadas casas.

Aun así Edward y Antoni se turnaban para ver quien distraía al guardia mientras el otro noqueaba, aunque era arriesgado, les funcionaba.

—Bueno, llevamos dos—dijo Antoni— ¿Cuántos faltan Akemi?

—Falta uno y se dirige a ustedes por la calle del norte—contestó Akemi.

—No se precipiten chicos—habló Jhosep—solo sean cautelosos.

Jhosep y las chicas pareciera que utilizaban la misma táctica la diferencia es que esta vez eran las chicas y los adultos los noqueaban, mientras Jhosep veía la forma de noquear a los del techo sin ser visto por el resto de los guardias.

—Akemi ¿Alguna idea?—preguntó Jhosep.

—Tal vez, si…—Akemi calló al escuchar hablar a alguien a sus espaldas.

—Hey tu, no te muevas—dijo un hombre apuntando con su arma— ¿Creíste que no me daría cuenta?

— ¿Akemi?—cuestiono Jhosep— ¿Qué pasa?

—Levanta las manos, preciosa—ordeno el hombre.

Akemi las levantaba lentamente hasta llegar a la altura de la cabeza para después ponerlas atrás de la cabeza pero mientras lo hacía paso por el auricular dejando escuchar la conversación.

—Eso es, muy bien—dijo el hombre.

Todos escuchaban la conversación y Jhosep intento pensar en algo pero se dio cuenta que estaba muy lejos, Antoni y Edward insistían en volver y ayudarla pero Jhosep menciono que de hacerlo los otros guardias se darían cuenta por lo que sugirió llamar la atención de los guardias del tejado con ruido para hacerlos bajar.

Jhosep se mantenía inquieto, él sabía que no debía perder la cabeza pero Akemi estaba muy distante de todos.

—Bien, ahora tu arma, patéala a un lado—dijo aquel hombre y Akemi obedeció—eso es, ahora voltéate.

Cuando el hombre le pidió que se diera la vuelta, unos segundos después Akemi quedo manchada de sangre en su ropa y parte de su rostro, en el suelo se encontraban regados partes de sesos y sangre, el hombre conservo en su mirada una mueca de sorpresa, sus ojos se quedaron viendo ligeramente hacia arriba y terminó cayendo inmediatamente frente a ella, con un agujero en la frente.

Ella no se explicaba que fue lo que paso pero quien haya sido, la había salvado de un futuro nada bueno.

—Jhosep, estoy bien—habló Akemi—el hombre murió.

— ¿Murió?—pregunto Jhosep— ¿Cómo sucedió?

—Es difícil de explicar—dijo Akemi—tiene un hoyo en la cabeza, por lo que alguien le disparo.

—Entiendo y….

—Hey Jhosep, los guardias del techo han caído —dijo Antoni con apuro.

—Y tienen un agujero en la frente—agrego Edward— ¿Alguien nos está ayudando?

—Es posible, pero no nos confiemos—terminó diciendo Jhosep mientras caminaba hacia la casa.

—Ya no hay guardias, todos han muerto—dijo Akemi—esta es nuestra oportunidad.

Y así fue, aprovechando que los guardias externos estaban muertos, se infiltraron a la casa sin levantar sospechas, sabían que tenían poco tiempo dado que se darían cuenta que los guardias no estaban en sus posiciones y la fiesta acabaría y todo se complicaría, por lo que actuaron de la manera más rápida posible.

8:15 pm

La noche llego rápidamente y como dijo Jhosep, el único lugar iluminado era la casa, uno de los guardias habló  por la radio diciendo que los que se quedaran afuera de la reja que estaban poniendo alrededor de las entradas en ese momento, tendrían que resolvérselas ellos solos.

Edward que se movía rápidamente entre los arbustos, se cuestionaba dónde rayos estaría el vehículo, puesto que no lo veía por ningún lado, por lo que decidió meterse a la casa, sabía que no podría entrar por la puerta de enfrente por lo que entró por la ventana sin que lo vieran, cuando entró pudo ver el lugar, estaba bastante limpio y ordenado, una que otra grieta debido al terremoto, el piso de azulejo color azul oscuro, las paredes pintadas de color rojo, varias mesas de cristal con jarrones y flores como adorno.

—Estos riquillos de ahora, de seguro son de la mafia, ¿quien más tendría ese tipo de decoración? sin mencionar tener estos recursos en estos casos—pensaba Edward mientras se movía por la casa sin que lo viera nadie, contemplando la fina decoración del lugar.

Para su desgracia se topó con un guardia que salía de un cuarto y el guardia intento tomar su arma para disparar pero Edward lo evito abalanzándose sobre él e intentando tomar el arma del sujeto, forcejeando un poco, entonces el guardia empezó a dar golpes con los puños, debido a un descuido por parte de Edward, el guardia le asestó un golpe en el rostro y aprovecho para tomarlo por el cuello para intentar asfixiarlo, Edward se resistía, intentaba zafarse pero no lo lograba así que decidió golpearlo con el codo en el abdomen pero el guardia aguantaba bien así que decidió azotarse contra la pared y el guardia cedió un poco el amarre al cuello y Edward aprovecho para regresarle el puñetazo que recibió dejándolo inconsciente, debido a que no podía dejar el cuerpo lo escondió en aquel cuarto de donde había salido el guardia, que para su sorpresa era un armario bastante grande casi como un cuarto de baño.

Erika y Rose se encontraban aparentemente en lo que parecía ser el sótano de la construcción, pero casi no había guardias en la casa, de alguna manera eso mantenía inquieta a Rose y Erika intentaba calmarla.

—Esto es de loco—dijo Rose—estamos en una casa que esta llena de esas personas malvadas, estamos más expuestos a morir aquí que allá afuera.

—Alterarte los nervios no te ayudara, además solo debemos encontrar las provisiones y si algún guardia nos ve, solo…—mirándola a los ojos y luego a todo su cuerpo—lo seducirás y yo lo noqueare, sencillo ¿No crees?—dijo Erika.

— ¿Y por qué no lo seduces tú?—replico Rose.

—Porque soy una dama comprometida.

—Debes de estar jugando—dijo con incredulidad Rose—No he visto a Jhosep proponiéndote algo.

—Lo hizo, en su momento lo sabrán todos.

—Mientes, no tienes ningún anillo.

—Mi amiga, para el amor no se necesitan cosas materiales.

—Ó… no te propuso nada—termino diciendo Rose.

—Tranquila, cuando encuentres el amor de nuevo lo sabrás.

—En estas fechas pensar en eso es lo de menos ¿No crees?

—Bueno dejemos ese tema para después o nos descubrirán.

—Oh, ya las descubrimos—dijo un hombre con un cuchillo en mano.

Susurros del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora