~Capítulo Cuatro: Una importante decisión~

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Todos tenemos una prisión, una prisión que nos ponemos nosotros mismos.

***

     — ¡Kurosaki Ichigo!— grito el anciano dando un ligero golpe en la mesa.

      Ichigo elevó rápidamente la vista sin sacar ni un momento a la chica pelinegra de sus pensamientos. La sala de reuniones había quedado en completo silencio, los hombres de negocios miraban sorprendidos al anciano y después a Ichigo. Quien había elevado la mirada pero seguía hundido en sus pensamientos. Ulquiorra estaba exponiendo un nuevo proyecto para que las empresas Shiba-Kurosaki siguieran siendo las número uno, ya que hace poco una empresa llamada Las Noches había llegado a Karakura; el pelinegro de ojos verdes solía trabajar para esa empresa cuando aún no era conocida. Dimitió poco después saber que le reducirían el sueldo.

— ¡Kuchiki Byakuya!— exclamó el pelinaranja sin pensarlo.

— Dijo que su hermana tuvo un accidente ayer y no podrá venir— dijo Ulquiorra un poco molesto.

—Como carajos no me di cuenta— masculló el pelinaranja mientras acomodaba sus cosas —. Lo lamento pero me tengo que ir.

     El anciano enarcó una ceja.

     Ichigo se levantó de forma violenta, empujó la silla y salió disparado a la salida dejando a todos boquiabiertos y al anciano realmente molesto. El pelinaranja se colocó su abrigo, tomó las llaves de su auto y corrió dentro del ascensor para después pulsar el botón con la letra S (Sótano). Kuchiki Byakuya trabajaba con él en las corporaciones Shiba-Kurosaki, su relación nunca fue muy buena, siempre se peleaban y discutían, nunca se metían en la vida del otro, así que nunca supo de la existencia de Rukia. 

     Encendió el auto y pisó el acelerador sin pensarlo dos veces. El día permanecía soleado mientras que los pensamientos de Ichigo se entrelazaban unos contra otros, seguramente Byakuya estaría furioso.  Condujo cerca de diez minutos, era temprano, como las diez de la mañana y a esas horas las calles de la ciudad estaba casi desierta.  

     Dejó el auto en los aparcamientos del hospital y no dudó en bajarse, decidido. Atravesó el vestíbulo, la sala de espera y se adentró en el pabellón de cuidados intensivos. La jefa de enfermeras le gritaba desesperadamente que se detuviera, que sólo parientes directos podían entrar a ver a los pacientes de ese pabellón, pero Ichigo hizo caso omiso.

     Con las manos temblorosas, la respiración entrecortada y el corazón palpitándole con fuerza asfixiante dentro del pecho empujó la puerta de la habitación quince. Dentro se encontraba un hombre alto, atractivo y con rostro inmutable, sobre la cama estaba sentada una hermosa joven de cabello negro y cuerpo frágil. Los moretones en el rostro de Rukia aún seguían morados con un toque de rojo, mientras que los raspones aún se veían enrojecidos. 

— ¡Byakuya!— bramó Ichigo, jaló aire a sus pulmones.

—Kurosaki Ichigo, ¿no te bastó con herir a Rukia, ahora vienes a molestarnos?— espetó el pelinegro.

—Nii-sama, por favor. . .

—Rukia— reprendió Byakuya con voz suave pero firme —. ¿A qué viniste?— ahora se dirija a Ichigo.

     Ichigo se quedó perplejo, estaba de pie en el umbral, tenía la boca entreabierta pero ni el más mínimo sonido salía de entre sus labios. Se había quedado ahí, sin palabras, con la mente en blanco, la mirada fija en los hermanos y las manos apoyadas en el marco de la puerta. La mirada de Rukia se alzó, para poder mirar directamente a los ojos a aquel hombre pelinaranja que acaba de llegar. Su mirada era melancólica, Ichigo lo podía notar. 

—No permitiré que las cosas se queden así— dijo el joven de ojos marrones —. No soy de los que se quedan sin hacer nada cuando alguien les salva la vida.

     De pronto, la mirada de Rukia cambió, fue como un rayo de esperanza cruzando por sus bonitos ojos azules. Byakuya permanecía con el rostro inmutable, pero su mirada se había endurecido.

—Se que no soy de tu agrado, Byakuya. Pero Rukia salvó mi vida. . . no me quedaré de brazos cruzados.

      Un corto silencio inundó la habitación, Byakuya había tensado ligeramente la mandíbula, Rukia permanecía cabizbaja mientras Ichigo se disponía a defender a capa y espada la decisión que acaba de tomar. Quizás aquello podía representar un reto, algo que realmente era imposible y que no se encontraba dentro de sus planes, pero algo dentro de su corazón le decía que no podía dejar así las cosas, era como si algo le dijera que debía hacerlo. Ichigo cruzó al fin el umbral, se irguió para poder mostrar una postura más imponente, miró a los ojos al furioso hermano de Rukia.

—Aléjate de ella, Kurosaki ichigo— sentenció Byakuya con voz autoritaria. 

—Me importa un soberano cacahuate tus opiniones y tus amenazas, haré lo que consideré mejor, así que sólo te estoy avisando.

—Ichigo. . .  vete—masculló Rukia, atónita.

—También tus opiniones me importan un soberano cacahuate—dijo Ichigo señalando a la pelinegra —. Yo te voy a ayudar te guste o no.

        Y para sorpresa del pelinaranja, Rukia desplegó una delicada sonrisa. Ichigo la miró fijamente, era la primera vez que lo hacía desde que se encontraron bajo la gélida lluvia, era como si un rayo de luz se hubiera traspasado las gruesas nubes que cubrían el sol en su alma. "Parece que la lluvia ha cesado nuevamente" se dijo Ichigo.

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❤  Konnichiwa mis preciosos/as Ichirukistas:3 ❤

       Aquí les traigo un nuevo capítulo de este libro. Espero que les haya gustado, intentaré actualizar casi diario C: Muchas gracias por sus votos y comentarios, me inspiran mucho *w* Jejejeje! Recuerden que amar es compartir. 

Los amo x3

Cuídense.

❣Un beso❣

P.D.: ❤  ¡Byakuya se ve tan sexy en la foto de galeria *w* !❤




☽TSUKINOME☾ || ❣IchiRuki❣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora