~Capítulo Veintiséis: Virginidad~

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Un tesoro no es necesariamente algo material.

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Dedicado a:@Zeilyinn

      Rukia se encontraba sentada en el escritorio del estudio principal de la casa, sus pensamientos chocaban con sus sentimientos, habían pasado ya dos semanas desde la última vez que vio a Ichigo y desde que había aceptado casarse con Aizen.  

      Byakuya, esa misma mañana, le había hablado por telefono y le había dicho que el señor Aizen la quería ver en su mansión, para ir viendo los detalles de la boda, y claro, para conocerse mejor. Rukia cerró con violencia el libro que estaba leyendo, recargó su mentón sobre la palma de su mano y soltó un contenido suspiro. Los recuerdos de hace dos semanas recorrían su mente, cada palabra hiriente que le dijo a Ichigo y aquel momento en el que sus labios casi se fundían en un beso. Incluso después de ese incidente, Ichigo le mandó un mensaje diciendo que no dejará la casa de Yuzu y que podía pasar en ella el tiempo que quisiera, luego ya no supo más de él.

—Kuchiki-san, una joven la está esperando en la sala de estar, dice que viene de parte de Aizen Sosuke— dijo Nell mientras se acercaba a la pelinegra.

      Ella asintió y se levantó, empujando la silla de madera hacía atrás.

      Ambas mujeres salieron del estudio, atravesaron un corto corredor y llegaron hasta las escaleras. Rukia se detuvo por una fracción de segundo, lo único que le impulsaba a seguir adelante era saber que con sus actos estaba protegiendo a Ichigo. Sacudió la cabeza frenéticamente y bajo las escaleras. Cada paso que daba era un paso hacía su futura vida de esclavitud con un hombre que apenas conocía. 

     La joven era más alta que Rukia, poseía una larga cabellera negra-azulosa que caía en cascada sobre su espalda, tenía unos bonitos ojos azul oscuro y piel blanca. Vestía con una blusa ajuste con un escote pronunciado en el pecho, una falda blanca lisa y unas impecables botas, igualmente blancas. Era muy hermosa pero mantenía su semblante firme y serio, sus manos se encontraban posadas en su cadera. Poseía una imponente presencia.

— ¿Tú eres Kuchiki Rukia?— pregunto a secas, Rukia asintió —. Mi nombre es Bambietta Basterbine. Aizen-sama me ha mandado a buscarte para que te llevé a la Mansión Aizen.

—Bien— respondió la chica de menor estatura, se giró para ver a Nell —. Volveré en la noche, no prepares la cena.

    La peliverde sonrío y acompañó a las dos mujeres hasta la puerta. 

    Rukia resopló. Ambas caminaron hasta un auto de lujo que se encontraba estacionado frente a la casa. Un hombre alto de larga cabellera negra se bajo del vehículo, sus ojos eran dos enormes pozos negros que parecían transmitir un profundo miedo, llevaba una media máscara que cubría desde su cuello hasta los pómulos, en el frente sobresalían lo que parecían ser unas afiladas púas. Iba vestido de blanco con aleaciones metálicas.

—Él es Äs Nödt, será tu guardaespaldas y chofer personal— le dijo Bambietta —. Si deseas ir a algún lado, él te llevará, estará para ti las veinticuatro horas del día. No te molestes en hablar con él, no es muy comunicativo.

      La pequeña pelinegra se sentía abrumada, él guardaespaldas-chofer la miraba inmutable e indiferente, a tal grado que ella sentía cierta pizca de miedo. Sacudió la cabeza.

—Bien, vámonos, Aizen-sama odia la impuntualidad— dijo Bambietta.

    Äs Nödt abrió la puerta de los pasajeros en el vehículo y las dos señoritas entraron. Rukia colocó sus manos en su regazo, estaba temblando y sentía como una gota se sudor frío le recorría el centro de la espalda muy lentamente.

☽TSUKINOME☾ || ❣IchiRuki❣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora