~Capítulo Once: Cementerio de recuerdos~

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     La casa de Ichigo se encontraba completamente en silencio, hacía media hora que el pelinaraja se había logrado controlar, el salón estaba hecho un completo desastre; la televisión estaba estrellada y llena de agua, las paredes estaban ensuciadas de un color verde ya que había estrellado en ellas unos floreros con diversas plantas en el, la mesita para el café estaba volteada patas arriba y con el cristal hecho añicos, y al final los cojines del sofá estaban en el suelo cubiertos con agua.

     El joven tomo sus llaves y se las echó al bolsillo, después se colocó su chaqueta y salió de su casa sin avisar a nadie y completamente fuera de sí. El cielo estaba nublado, las nubes grises gruñían cargadas de lluvia, el aire frío acariciaba el rostro de Ichigo mientras caminaba —con paso demasiado acelerado, casi corriendo—. Su mente estaba hecha un caos, todos sus sentimientos y pensamientos se entrelazaban, él sólo quería estar en paz por un momento. 

     Camino hasta llegar a lo que parecía ser un cementerio, cruzó varias lápidas hasta llegar a una muy hermosa, se colocó de rodillas en el suelo e intentó sonreír. En la lápida yacía escrito: 'Kurosaki Masaki. Una amada esposa y madre'.

—Hola, mamá. Soy yo otra vez— dijo Ichigo, con voz algo divertida pero a la vez nostálgica —. Destrocé el salón de mi casa y tengo dudas respecto a mi próximo matrimonio, ¿pero sabes algo? Conocí a una chica, es muy terca y obstinada. . . y me saca de mis casillas. . .

    Hizo un larga pausa para poder contener las lágrimas que se avecinaban, suspiró. Clavó las uñas en sus piernas, el pecho comenzaba a dolerle de nuevo, se contuvo.

—Necesito ayuda, creo que. . . es como si. . . me estuviera destrozando interiormente— su voz temblaba.

—Porque te dejas vencer de esa forma— musitó alguien a sus espaldas.

    Ichigo alzó la mirada pero se obligó a no mirar sobre su hombro, reconocía perfectamente esa voz. Ambos se habían separado cuando le fueron traspasadas las compañías Shiba-Kurosaki. Pero ahora él había llegado con Ichigo, tal vez era una simple coincidencia o esa era la ayuda que su madre le había mandado. O quizás, sólo quizás era el destino.

—Han pasado muchos años, hijo— dijo aquel hombre.

***

Con Rukia.

    La pelinegra se había vestido con unos pantalones deportivos, una blusa blanca y una sudadera azul al igual que su pantalón. Sus ojos estaban rojos por tanto llorar mientras que su cabello permanecía atado en una coleta baja. Un joven de cabello negro le ayudó a descargar la última maleta de Rukia en la casa de la hermana de Ichigo y se disponía a irse.

—Que pase una linda noche, señorita— dijo el hombre.

—Muchas gracias, Hisagui.

—No es nada, son ordenes de Kurosaki-sama.

     Así el hombre salió de la casa, dejando a Rukia sola con un enjambre de pensamientos dentro de su cabeza. Una mujer muy hermosa de cabello verde y vestida con un uniforme de sirvienta apareció en el umbral del salón y le sonrió a Rukia.

—Hola, mucho gusto— dijo energitica y respetuosa —. Usted debe ser Kuchiki-sama. Mi nombre es Nelliel y seré su sirvienta, le preparé la cena si lo desea.

—No me llames -sama, por favor, Nelliel— dijo Rukia con un tono de voz dulce.

—No hay problema, Kuchiki-san, ¿gusta que le preparé la cena?

—No. Mejor ya que vuelva, saldré a dar una vuelta por los alrededores.

    Nelliel pareció sorprendida pero al final asintió e hizo una pequeña reverencia. 'Creo que será buena idea que vaya hoy, después de todo, lo necesito' se dijo mentalmente. Tomó una sombrilla que se encontraba junto al sofá al igual que las llaves de la casa y salió.

    Caminó por las calles mirando de vez en cuando el nublado cielo, apretó la sombrilla contra su pecho y suspiró. Llegó hasta la entrada de un cementerio en donde se adentro un poco más con la mirada clavada en el suelo, había ido tantas veces que ya recordaba el camino sin siquiera verlo. 

    Se detuvo en seco al cuarto paso y armándose de valor elevó la mirada, entonces se quedó petrificada. Frente a ella se encontraba de rodillas frente a una lápida un joven de cabellera pelinaranja mientras que a su lado derecho yacía una lápida con la leyenda: 'Shiba Kaien. Un amado hijo y amigo'.

    El cielo gruñó con fuerza, las nubes se contrajeron y el agua comenzó a caer sobre la tierra. Los ojos de Rukia se pusieron vidriosos, aquel joven pelinaranja sonreí, ¿cómo se podía sonreír en un lugar así? Había un hombre tras él, un hombre alto y de cabello negro, Rukia lo conocía a la perfección pero clavó la mirada de nuevo en el joven de cabello anaranjado.

— ¿Ichigo?


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Konnichiwa♥

Espero que este capítulo les haya gustado! Intente hacer muuuuuchas incógnitas :3 Soy bien malota.... ok no .-.

Nos leemos luego. Un beso. Cuídense♥




☽TSUKINOME☾ || ❣IchiRuki❣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora