Cada vez había menos distancia entre mis tíos y yo. Yo los miraba con el terror recorriendo mis venas y haciendo que la velocidad de los latidos de mi corazón se acelerara, aunque intenté controlarme. No quería que se dieran cuenta del miedo que tenía en esos momentos. Tío Rob y tía Mary frenaron a sólo dos pasos frente a mí. Me dedicaron una mirada cargada de odio.
-Entra en casa- dijo mi tío sin ni siquiera saludar, aunque sólo fuera por educación.
Yo, sin decir ni una sola palabra, obedecí la orden y entré en mi casa. Ellos me siguieron y tío Rob cerró la puerta tan bruscamente, que me hizo sobresaltar por un segundo.
-¿Qué tal estáis?- pregunté para romper un poco el hielo y sobre todo por educación.
-Bien, niña, bien- dijo tía Mary -estábamos bien hasta que mi hermana me llamó pidiéndome que viniéramos a cuidarte. Si te soy sincera, niña, no nos hace mucha gracia estar aquí. Sin embargo, es lo que hay-.
No dije nada, no quise decir nada por miedo a fastidiar la situación y me quedé mirando al suelo abrazándome a mí misma.
-Tengo hambre, prepárame algo, niña-me ordenó mi tío.
-¿Qué quieres que te prepare?- le pregunté con la voz un poco temblorosa.
-Prepárame un café con leche y unas tostadas con mantequilla- dijo él.
-En seguida, tío- dije asintiendo y mientras me dirigía a la cocina, una voz femenina hizo que me frenara en seco.
-¿Qué pasa? ¿Que a mí no me vas a ofrecer nada para comer o qué?- dijo mi tía enfadada. Me giré para mirarla e iba a hacer un gesto para responderle pero ella me interrumpió.
-Eres una desagradecida y una mala sobrina. ¿Crees que esas son formas de tratar a tu tía?
Con ese comentario ya me dieron ganas de echarme a llorar. Ella no me había dicho nada de que quería tomar algo. Tampoco se me había ocurrido preguntarle, así que reprimí mis lágrimas y le respondí.
-Lo siento, perdóname tía. Tienes toda la razón. ¿Qué deseas tomar?- intenté que mi voz saliese lo menos temblorosa posible.
-Nada, niña. Sólo deseo tomar un vaso de agua- contestó mi tía con una expresión de indiferencia en su rostro.
-¿Y por qué no vas tú a por él mientras le hago el café al tío? Los vasos están en el cajón de arriba de la nevera y el agua al lado de la pila- dije lo más educadamente que pude.
Sus ojos color miel me dedicaron una mirada odiosa y su ceño se frunció mientras me enseñaba sus blancos dientes en un gesto de enfado.
Sentí el miedo recorrer todo mi cuerpo y mis piernas empezaron a flaquear. No debí decir aquello, pero no había vuelta atrás.Tía Mary se acercó lentamente a mí y se detuvo un paso antes de que sus ojos encontrasen los mios tan de cerca. Me volvió a mirar de aquella manera tan aterradora, levantó su mano y me dio un golpe en la mejilla izquierda. Me dio tan fuerte que choqué mi cuerpo contra la mesa del salón. Ya no pude contener por más tiempo mis lágrimas y empezaron a escurrir por mis mejillas.
-¿No has oído que quiero que me lo traigas tú, niña? A ver si de esta manera aprendes a no responder así a tu tía. ¿O quieres que llame a tu madre y le cuente lo que has hecho?- dijo tía Mary a unos centímetros de mi cara y mirándome de la misma manera que antes.
Sin contestarle, me dirigí a la cocina y me puse a hacerle el café a mi tío. Puse la cafetera con agua y café a calentar. Después, abrí el cajón que había encima de la nevera y cogí un vaso, cogí el agua y lo llené. Mientras el café se iba haciendo, saque la tostadora, corté pan y lo calenté. Saqué un plato pequeño y después de haberse hecho las tostadas, las puse en él y como había pedido mi tío, hunté mantequilla en cada tostada.
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Hasta Que La Vida Me Sonríe (COMPLETA)
De TodoElla sintió que no tenía a nadie a su lado. Sintió que no valía como persona. Sintió que nada tenía sentido, y cuando se dio cuenta de que la vida no estaba hecha para ella, el destino dio un vuelco. Alguien especial apareció en su camino y de repen...