Capítulo 2

135 4 0
                                    

Cada vez había menos distancia entre mis tíos y yo. Yo los miraba con el terror recorriendo mis venas y haciendo que la velocidad de los latidos de mi corazón se acelerara, aunque intenté controlarme. No quería que se dieran cuenta del miedo que tenía en esos momentos. Tío Rob y tía Mary frenaron a sólo dos pasos frente a mí. Me dedicaron una mirada cargada de odio.

-Entra en casa- dijo mi tío sin ni siquiera saludar, aunque sólo fuera por educación.

Yo, sin decir ni una sola palabra, obedecí la orden y entré en mi casa. Ellos me siguieron y tío Rob cerró la puerta tan bruscamente, que me hizo sobresaltar por un segundo.

-¿Qué tal estáis?- pregunté para romper un poco el hielo y sobre todo por educación.

-Bien, niña, bien- dijo tía Mary -estábamos bien hasta que mi hermana me llamó pidiéndome que viniéramos a cuidarte. Si te soy sincera, niña, no nos hace mucha gracia estar aquí. Sin embargo, es lo que hay-.

No dije nada, no quise decir nada por miedo a fastidiar la situación y me quedé mirando al suelo abrazándome a mí misma.

-Tengo hambre, prepárame algo, niña-me ordenó mi tío.

-¿Qué quieres que te prepare?- le pregunté con la voz un poco temblorosa.

-Prepárame un café con leche y unas tostadas con mantequilla- dijo él.

-En seguida, tío- dije asintiendo y mientras me dirigía a la cocina, una voz femenina hizo que me frenara en seco.

-¿Qué pasa? ¿Que a mí no me vas a ofrecer nada para comer o qué?- dijo mi tía enfadada. Me giré para mirarla e iba a hacer un gesto para responderle pero ella me interrumpió.

-Eres una desagradecida y una mala sobrina. ¿Crees que esas son formas de tratar a tu tía?

Con ese comentario ya me dieron ganas de echarme a llorar. Ella no me había dicho nada de que quería tomar algo. Tampoco se me había ocurrido preguntarle, así que reprimí mis lágrimas y le respondí.

-Lo siento, perdóname tía. Tienes toda la razón. ¿Qué deseas tomar?- intenté que mi voz saliese lo menos temblorosa posible.

-Nada, niña. Sólo deseo tomar un vaso de agua- contestó mi tía con una expresión de indiferencia en su rostro.

-¿Y por qué no vas tú a por él mientras le hago el café al tío? Los vasos están en el cajón de arriba de la nevera y el agua al lado de la pila- dije lo más educadamente que pude.

Sus ojos color miel me dedicaron una mirada odiosa y su ceño se frunció mientras me enseñaba sus blancos dientes en un gesto de enfado.
Sentí el miedo recorrer todo mi cuerpo y mis piernas empezaron a flaquear. No debí decir aquello, pero no había vuelta atrás.

Tía Mary se acercó lentamente a mí y se detuvo un paso antes de que sus ojos encontrasen los mios tan de cerca. Me volvió a mirar de aquella manera tan aterradora, levantó su mano y me dio un golpe en la mejilla izquierda. Me dio tan fuerte que choqué mi cuerpo contra la mesa del salón. Ya no pude contener por más tiempo mis lágrimas y empezaron a escurrir por mis mejillas.

-¿No has oído que quiero que me lo traigas tú, niña? A ver si de esta manera aprendes a no responder así a tu tía. ¿O quieres que llame a tu madre y le cuente lo que has hecho?- dijo tía Mary a unos centímetros de mi cara y mirándome de la misma manera que antes.

Sin contestarle, me dirigí a la cocina y me puse a hacerle el café a mi tío. Puse la cafetera con agua y café a calentar. Después, abrí el cajón que había encima de la nevera y cogí un vaso, cogí el agua y lo llené. Mientras el café se iba haciendo, saque la tostadora, corté pan y lo calenté. Saqué un plato pequeño y después de haberse hecho las tostadas, las puse en él y como había pedido mi tío, hunté mantequilla en cada tostada.

Hasta Que La Vida Me Sonríe (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora