Capítulo 27

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-Leire, por favor- suplicó aquella persona detrás de la puerta.

Pero, ¿qué hacía aquí? ¿Cómo había logrado encontrarme?

Me quedé pensativa por unos instantes. Dudé en si abrir la puerta o alejarme de ella.

-Leire, no me hagas tirar la puerta abajo- dijo en un tono algo amenazante.

Agité mi cabeza alejando los pensamientos de mi mente y decidí abrir la puerta.

Ahí estaba Max, parado frente a mí con una expresión medio enfadada medio preocupada dibujada en sus facciones.

Sus ojos esmeralda no dejaban de buscar mi mirada y yo, con un sentimiento de vergüenza, no correspondí su gesto y la desvié hacia el suelo.

-¿Cómo sabías que estaba aquí?- le pregunté sin dejar de mirar hacia abajo.

-Te llamé al móvil y empecé a preocuparme porque no me contestabas, entonces, llamé a tu amiga y ella fue la que me dijo que estabas aquí- explicó.

¡¿Que Emma qué?! ¡¿Cómo había sido capaz de chivarse?!

-Espera un momento- pausé y levanté la mirada en dirección a la suya-¿cómo has conseguido el número de Emma? Yo no recuerdo habértelo dado- negué con la cabeza.

-El día que despertaste en el hospital, ella te llamó al móvil y lo cogí yo. Después, ella vino a verte, ¿recuerdas?- yo asentí -Decidimos darnos los números de teléfono por si había alguna urgencia con respecto a tu estado- explicó.

Asentí con la cabeza y un silencio nos invadió por unos instantes.

-Max, ¿a qué has venido?- pregunté cruzándome de brazos.

-A por ti- suspiró -He venido a buscarte, Leire-.

-¿Por qué?- le pregunté sin cambiar mi pose y frunciendo el ceño.

-Porque quiero que vuelvas conmigo a casa- acortó un poco más la distancia que había entre nosotros y posó sus manos en mis brazos.

-¿Y si me opongo?- levanté una ceja y me alejé unos centímetros de él.

-Está bien, tú lo has querido-.

Se acercó aún más a mí y se agachó un poco para pasar un brazo por mi cintura, me levantó y me cargó sobre su hombro.

-¡Eh! ¡¿Qué diablos estás haciendo?!- grité dando puñetazos en su espalda mientras pataleaba también.

-Si no vienes conmigo por las buenas, vendrás por las malas- dijo sin ni siquiera inmutarse a mis pataletas y empezó a caminar hacia su casa aún conmigo a cuestas.

-Está bien, vale, tú ganas- suspiré -Iré contigo, pero bájame y déjame ir a por mis cosas-.

-De acuerdo- dijo bajándome.

Entré de nuevo a mi casa y subí a mi habitación a por mi maleta, metí otra vez mi ropa y todo lo que necesitaba.

-Nunca antes había conocido a un chico tan cabezota- dije para mí misma negando con la cabeza, aunque debía reconocer que me hacía gracia y reí timidamente.

Suponía que ahora sí tenía que hablar las cosas con él y aclararle todo. No tenía otra opción y lo más probable era que quisiera hablar sobre el tema.

Contemplé por última vez mi cuarto antes de encaminarme hacia las escaleras y bajar por ellas para dirigirme hacia la puerta, donde Max me estaba esperando. Vi que estaba examinando la manilla de la puerta.

-Veo que aún funciona bien la puerta, ¿te acuerdas que te dije que tuve que romperla para entrar a ayudarte?- preguntó sonriente.

-Sí- reí -Pero sólo te cargaste un pequeño trozo de la madera, al poner el doble seguro no se mueve ni parece que esté rota-.

Hasta Que La Vida Me Sonríe (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora