El relajante sonido de la lluvia cada vez se hacía menos presente en mis oídos. Las gotas de agua comenzaron a cesar a medida que el tiempo avanzaba. Mientras, un conjunto de luces de diferentes colores apareció a lo lejos en la ventana. Se había originado así el Arcoíris.
Abrí la ventana para observarlo mejor y el olor a tierra mojada atravesó mis fosas nasales, dándome así una sensación de calma y relajación.
Giré sobre mi eje y vi a Lindsay completamente dormida en los brazos de Emma.
-Creo que ya es hora de que me vaya, la lluvia ha parado- dijo Emma levantándose con cuidado para no despertar a su hermana.
-Te acompañamos- le dijo Max.
-Oh, no, no os preocupéis. No voy a perderme- dijo Emma entre pequeñas risas.
-Insisto, vamos a acompañarte- le dijo haciendo un gesto con las manos. Luego, me miró a mí. -¿Tú qué dices, Leire?- me preguntó.
Desvié mi mirada hasta depositarla en mi amiga y en la pequeña. Emma tenía una expresión neutra en su rostro, cosa que no me hacía tener claro si quería que la acompañásemos o no. Por otro lado, Lindsay se veia tan vulnerable y tan inocente, que tomé la decisión de ponerme de acuerdo con Max.
-Sí, por mí bien. Te acompañamos- le dije a Emma.
Llegamos después de unos diez minutos a casa de Emma. El camino no se me había hecho precisamente corto, ya que durante todo el trayecto ninguno de los tres fue capaz de romper el silencio. Emma estuvo pendiente de que Lindsay no se despertara y se pusiera a llorar, Max iba demasiado atento al camino y yo, por otro lado, iba mirando al suelo.
-Muchísimas gracias por acompañarme- nos dijo Emma.
-No tienes que darlas- dije antes de darle un abrazo de despedida -Y espero que no te regañen mucho por lo de antes- le di unas palmaditas en el hombro.
-Yo también lo espero- contestó ella.
-Hasta pronto, Emma- dijo Max.
-Hasta pronto- respondió ella antes de abrir la puerta y desaparecer de nuestro campo de visión.
-¿Quieres ir a algún lado?- me preguntó Max una vez alejados de la casa de Emma.
-Mm... Vale. ¿Dónde podemos ir?- le pregunté yo.
-¿Qué tal un bar? Podemos tomar algo- me sugirió.
-Me parece bien cualquier sitio si la condición es estar contigo- le dije timidamente.
No pronunció palabra alguna después de aquello. Sin embargo, noté su brazo pasar por encima de mis hombros y me acercó a él para darme un tierno beso. Yo pasé mi brazo por su espalda y caminamos abrazados hasta el bar donde Max me llevó la primera vez que salimos juntos.
Entramos y seguimos al camarero hasta una mesa de dos personas con dos servilletas donde los cubiertos estaban encima y dos copas boca abajo.
El camarero anotó nuestros pedidos y se retiró perdiéndose de nuestro campo de visión. Tras aquello, Max apoyó uno de sus brazos encima de la mesa y sujetó su cabeza con la mano. Mientras, su mirada no dejaba ni por un sólo momento de fijarse en mí.
-¿Pasa algo?- le pregunté ya intrigada.
-Que eres hermosa- contestó -Sé que te lo he dicho ya, pero quiero que te quede claro- dijo haciendo una señal con su dedo índice.
-Qué exagerado eres- le contesté yo.
-No lo soy, para mí lo eres- dijo con una amplia sonrisa, una sonrisa que me encantaba, una sonrisa que tornaba de vivos colores todo mi mundo.
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Hasta Que La Vida Me Sonríe (COMPLETA)
DiversosElla sintió que no tenía a nadie a su lado. Sintió que no valía como persona. Sintió que nada tenía sentido, y cuando se dio cuenta de que la vida no estaba hecha para ella, el destino dio un vuelco. Alguien especial apareció en su camino y de repen...