-Max, ¿qué pasa? ¿Por qué no me dejas entrar?- le pregunté intrigada.
-No pasa nada- dijo casi a la velocidad de un rayo -Emm...¿Por qué no vamos a dar una vuelta?- cogió mi brazo y dio unos pasos adelante.
-No, Max, ¿qué ocurre ahí dentro?- me paré soltándome de su agarre y señalé la casa.
-Ya te he dicho que no pas...- miró hacia la puerta.
Yo puse mi mirada también en ella y vi salir a dos señores que vestían con uniforme de color azul con manchas de varios colores.
Ya entendía lo que pasaba. Max me dijo una vez que todavía su casa no estaba terminada de reformar. Esos hombres estaban allí seguramente para hacer las reformas que faltaban. Lo que no entendía era por qué Max quería ocultármelo.
-Ya hemos terminado, señor Turner- le dijo uno de ellos a Max.
-De acuerdo, muchas gracias por todo- le estrechó la mano a uno y luego al otro en muestra de gratitud.
-¿Max?- me crucé de brazos y le miré extrañada después de ver cómo aquellos señores salían de nuestro campo de visión.
-Está bien, vamos- hizo una seña con su cabeza para que entráramos a la casa.
Yo caminé delante y entré primero. Cuando entró Max, cerró la puerta y agarró mi mano para conducirme hasta las escaleras, subir por ellas y entrar en la habitación de al lado de la suya.
Las paredes de la habitación estaban pintadas de un verde pistacho casi amarillento y el techo estaba pintado de un color azul celeste.
A mi izquierda había un armario igual al que tenía Max en su habitación, con dos puertas y dos cajones en la parte de abajo.
Y a mi derecha estaba la cama, un poco más pequeña que la de Max.
-Quería que fuera una sorpresa y como vi que te habías marchado, aproveché y llamé a esos trabajadores para que terminaran de arreglarla mientras estabas fuera- me miró y me dedicó una sonrisa -Esta habitación es para ti, Leire-.
¡No podía creérmelo! La verdad, la habitación estaba genial, me gustaba mucho. Sin embargo, me sabía mal por Max. Aquello ya era demasiado.
Primero me invitó a la feria; me salvó la vida y gastó dinero en el hospital; más tarde me dejó quedarme a vivir en su casa y me invitó a cenar. Y ahora aquello. De verdad no tenía ni idea de cómo iba a agradecerle todo lo que estaba haciendo por mí. Realmente era algo maravilloso.
-Max- le miré -me he quedado sin palabras- sonreí y volví a observar la habitación.
-Sabía que te gustaría- me sonrió.
-Me encanta- dije sin dejar de mirar aquellas cuatro paredes.
-Me alegro mucho, Leire- dijo acariciando mi hombro derecho.
-No sé cómo voy a darte las gracias por todo- cogí aire -No tenías por qué haber hecho todo esto- miré sus ojos, cuyos iris se habían vuelto de un verde intenso.
Sonrió y, delicadamente, fue acortando la distancia que nos mantenía separados. No pude evitar quedarme petrificada, sin saber qué hacer.
Con cada paso que daba él, mi corazón empezaba a latir de una manera cada vez más intensa. La sangre que circulaba por mis venas, se estaba acumulando en la zona de mis pies, dejándome totalmente paralizada y sin poder moverme.
Se detuvo justamente en el momento en que nuestras frentes se chocaban y nuestros alientos se mezclaban. No dejaba de observar mis labios como si quisiera probarlos.
ESTÁS LEYENDO
Hasta Que La Vida Me Sonríe (COMPLETA)
AléatoireElla sintió que no tenía a nadie a su lado. Sintió que no valía como persona. Sintió que nada tenía sentido, y cuando se dio cuenta de que la vida no estaba hecha para ella, el destino dio un vuelco. Alguien especial apareció en su camino y de repen...