Capítulo 23

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Al levantarme de la cama después de unos minutos, me dirigí a la cocina para prepararme el desayuno.

Contemplé por unos instantes el silencio que envolvía la casa y debido a éste, supe que Max no estaba.

Miré la hora y eran las 11:00 de la mañana.

No me imaginaba que me levantara tan tarde, ya que solía hacerlo sobre las 7:00 de la mañana.

¡Ah, sí! Se me olvidaba que era porque antes tenía que ir a clase y ahora no.

No pensaba que diría esto, pero deseaba que el tiempo que me quedaba para regresar a clase se acabara de una vez.

Por un lado quería volver a retomar mis estudios para prepararme bien la selectividad, aunque por el otro lado no quería en lo absoluto toparme con las desgraciadas que hicieron que a Emma y a mí nos expulsaran.

Calenté un poco de leche en el microondas y saqué de la despensa un paquete de galletas con chocolate. Cogí unas cuantas y las deposité sobre la mesa.

Cuando terminó de calentarse la leche, le puse tres cucharadas de colacao y me dispuse a tomármelo.

Al terminar, fregué el vaso y la cucharilla que había usado, y de paso también fregué lo que había en la pila, no me costaba nada hacerlo, así no habría que fregar después.

Después de eso, no tenía nada que hacer. No tenía ni la menor idea de dónde estaba Max y estaba sola en su casa. Decidí llamar a Emma y quedar con ella.

Saqué el móvil de mi bolsillo y me dispuse a llamar a mi amiga, pero me estaban llamando a mí, y casualmente era ella.

-Emma- contesté.

-¡Hey!- me dijo un tono más agudo de lo normal -Escucha, me aburro muchísimo en mi casa, ¿te parece si vamos a algún sitio?- me sugirió.

-El caso es que ahora mismo te iba a llamar justo para lo mismo- hice un círculo con mis dedos pulgar e índice aunque ella no me viese.

-¡Joder, tía, qué sincronización!- gritó.

-Pues ya ves- asentí haciendo una mueca de risa.

-Bueno, ¿dónde quedamos y a qué hora?- preguntó.

-Mm...¿Qué tal en media hora en la esquina donde quedamos siempre para ir al instituto?- le sugerí.

-Por mí, perfecto- aceptó -Voy a vestirme y a peinarme. En media hora nos vemos-.

-¡Genial!- dije antes de despedirme de ella y colgar la llamada.

Iba a guardar mi móvil en el bolsillo de mi pantalón, cuando de pronto me llegó un mensaje. Lo abrí y vi que era de Dylan.

"Hola, Leire. ¿Cómo estás? Perdóname por no haberte llamado ni escrito en estos días, he estado muy atareado con trabajos de la universidad y con exámenes."

Entendía muy bien su posición, los exámenes siempre eran lo primero y que se preocupara por ellos estaba bien.

"Ah, hola, Dylan. No te preocupes, te entiendo muy bien. Perdóname tú a mí, ya que yo tampoco te he llamado ni te he escrito, he estado ocupada."

Aunque le tenía confianza, no iba a contarle lo sucedido con mis tíos, ni que había estado en el hospital y que ya no vivía en mi casa, era demasiado larga la historia como para contarla por un mensaje.

El sonido de mi móvil captó mi atención y abrí el mensaje que me acababa de llegar.

"Ah, de acuerdo. No te preocupes. Oye, ¿puedo llamarte?"

Hasta Que La Vida Me Sonríe (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora