-Me gustaría preguntarte una cosa-.
-Claro, dime. ¿Qué es?- cogió el mando de la televisión, que lo tenía en un brazo del sofá, y bajó el volumen.
Mire mis pies por una fracción de segundo y volví a levantar la vista para depositarla en Max. Me dirigí hasta el sofá y me senté junto a él.
-Max- mi mirada se clavó en sus ojos y él me miraba con atención -¿Qué somos realmente?-.
-¿Que qué somos?- preguntó extrañado -No se a qué te refieres- dijo negando con la cabeza.
Mis ojos no se despegaron de los suyos ni un momento. Esperaba no hablar de esto demasiado rápido. Tragué saliva y dejé que mis palabras fluyesen.
-Nos hemos besado ya varias veces y...- pausé para tomar un poco de aire-nos hemos dicho que estamos enamorados el uno del otro. Sin embargo, lo que nos une es una simple amistad- no sabía ni yo misma lo que estaba diciendo, pero esperaba que me entendiese.
-Oh, ya veo- se rascó la parte de atrás de su cuello y desvió su mirada hacia abajo.
-Tal vez sea demasiado pronto para hablar de esto- los nervios comenzaron a incrementarse por mis manos, para llegar a mis pies más adelante.
-No, Leire, está bien- volvió a depositar su vista en mí -De hecho, yo también he estado pensando en eso- su mano derecha se desplazó hacia mi mano izquierda y la enroscó suavemente en ella.
Esperé hasta que dijera algo más pero, las palabras no parecían desprenderse de su boca. Entonces, el silencio no tardó en invadirnos en ese momento, hasta que decidió hablar.
-Leire, yo...- pausó y me miró fijamente a los ojos -lo que quiero que tengas claro es que estoy perdidamente enamorado de ti- sus ojos en aquel momento se veian intensos, examinando cada parte de mi rostro -pero...- no terminó decir la frase y desvió su mirada hacia otro lado.
-¿Pero?- mi voz sonaba más aguda de lo normal, debido al manojo de nervios que acababa de adoptar mi cuerpo en cuanto pronunció esa última palabra.
Sus manos se cerraron en puños y noté cómo sus nudillos se hacían cada vez más blancos a la vez que fruncía su ceño en una mueca de irritación.
Con uno de sus puños, golpeó una de sus piernas ligeramente y volvió a dirigirme la mirada.-Tengo miedo- dijo finalmente.
Ahora era mi turno de fruncir el ceño, sólo que lo hice en señal de no entender nada, mientras mis ojos recorrían el amplio espacio que nos rodeaba hasta volver a clavarlos en Max.
-¿Cómo que miedo? ¿De qué?- pregunté curiosa, a la vez que preocupada.
-De que las cosas no salgan como espero- dijo -Aunque no lo parezca, me he vuelto una persona muy negativa, desde que mi exnovia y yo rompimos-.
No supe qué decir ni qué hacer. Por un lado me gustaría saber la causa de ese negativismo. Pero, por otro lado no quería meterme donde no me llamaban, así que dejé que el silencio nos invadiera por unos instantes.
Sin embargo, la curiosidad era más fuerte que otra cosa y, a parte de ello, si quería que fuésemos más que amigos, debía intentar conocerle más.
-¿Qué pasó?- pregunté casi susurrando, tratando que mi voz sonara lo más suave posible.
Desvió su mirada hacia el hueco donde se podía apreciar una parte de las escaleras y su espalda se tensó poniéndose recta. Tomó una pequeña bocanada de aire y la dejó escapar al momento. Volvió a depositar sus ojos en los míos.
-Hace tres años me enamoré de una chica que se llamaba Liza- tragó saliva y suspiró -Durante un año entero estuvimos saliendo y todo iba genial con ella, hasta que me enteré de que me engañaba con otro. Justamente el día que hicimos un año, se fue sin dejar rastro y yo como loco y desesperado trataba de encontrarle una explicación a aquello. Entonces, sólo se me ocurrió que tal vez podía ser que yo no era lo suficientemente bueno para ella, que en mí no encontraba lo que buscaba y, simplemente que no la supe hacer feliz. Desde entonces no he vuelto a tener novia. Me aterra la idea de que pase lo mismo contigo, Leire- explicó.
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Hasta Que La Vida Me Sonríe (COMPLETA)
CasualeElla sintió que no tenía a nadie a su lado. Sintió que no valía como persona. Sintió que nada tenía sentido, y cuando se dio cuenta de que la vida no estaba hecha para ella, el destino dio un vuelco. Alguien especial apareció en su camino y de repen...