Llegué a mi casa con el paquete de café en mis manos. Al entrar, vi que mis tíos aún seguían sentados en la mesa tal cual lo estaban antes de irme. Miraron hacia donde me encontraba y me sorprendí al ver que ya no me miraban como lo hacían antes, pero tampoco me dedicaban una mirada alegre.
-Aquí traigo el café- anuncié mostrándoles el paquete.
-Has tardado bastante- me dijo mi tía observándome de arriba a abajo como si me inspeccionase con la mirada.
-Había algo de cola- le dije como excusa, no quería que supieran que conocí a un chico.
-Bueno, de cualquier manera me terminé el café que me hiciste y las tostadas, ya estaba cansado de esperar- dijo mi tío asqueado.
Mis ojos rodaron pero no dije ni media palabra. Fui a la cocina a dejar el paquete en un armario que había al lado de una pequeña mesa y me encaminé a mi habitación sin dirigirles palabra alguna a mis tíos. Llegué a mi habitación y cerré la puerta, me quité mis zapatos y me tumbé en mi cama por unos instantes.
Estuve pensando en todo lo que me había sucedido hasta ese instante: mi excelente nota de química, el viaje de mis padres, la llegada de mis tíos y sorprendentemente, mi encuentro con aquel chico tan guapo. Quise saber más sobre él. Tenía mi número de móvil, lo cual no sería muy dificil volver a hablar con él.
En ese momento me llegó un mensaje de texto al móvil, me incorporé y quedé sentada a lo indio sobre mi cama. Saqué mi movil del bolsillo y vi: "número desconocido", le di a 'abrir mensaje' y leí:
-"Hola, Leire. Soy Dylan, el chico del supermercado"
Yo, con una sonrisa en mis labios le contesté:
-"Ah, ¡hola, Dylan! Ya he guardado tu número"
No sabía qué responderle después de saludarle, así que le dije aquello. A los dos minutos mi móvil volvió a sonar y leí lo que él me había respondido:
-"¡Genial! ¿Cómo estás?"
-"Muy bien, gracias. Y tú, ¿qué tal?" Le respondí yo.
En realidad no estaba muy bien. No con mis tíos aquí. No cuando mi tía me golpeó de aquella manera y no cuando mi tío me gritó como lo hizo. Pero claro, él todavía no era mi amigo, puesto que lo había conocido muy reciente y no podía contarle nada. Entonces sólo se me ocurrió mentir y decir que estaba bien.
-"Me alegro de que estés bien, yo también lo estoy, gracias" Contestó él al rato.
Di por terminada la conversación y seguí pensando en mis cosas.
Pensé en que, el día en que mis padres regresarían, les recibiría con un enorme abrazo. Me dio curiosidad saber si habían llegado ya a Nueva York o si aún estaban de camino, así que cogí mi movil y marqué el número de mi madre. Esperé hasta el décimo pitido y mi madre no contestaba, entonces decidí llamar a mi padre. De nuevo esperé hasta el décimo pitido y él tampoco me contestaba. Qué extraño que ninguno de los dos me contestase. Pensé que a lo mejor lo llevaban en modo avión, así que no volví a llamarles, ya me llamarían ellos cuando vieran mis llamadas.Cuando iba a dejar mi móvil encima de mi mesita de noche y encaminarme hacia el salón para preparar la comida, el móvil sonó de nuevo. Me giré y vi que era otro mensaje de Dylan, lo abrí y leí:
-"¿Te apetecería salir a dar una vuelta mañana por la tarde?"
Con una expresión alegre en mi rostro pálido y blanco le contesté:
-"De acuerdo, ¿a qué hora más o menos?"
De repente, oí a mi tía llamarme a gritos para que fuera a preparar la comida.
-¡NIÑA, HAZ LA COMIDA. TENGO HAMBRE!-.
-¡En seguida voy, tía!- contesté.
No pasó ni medio segundo cuando Dylan ya me había respondido.
-"¿Te parece bien a las 17:00?"
-"Sí, ningún problema"
Volví a dejar mi móvil en la mesita y me dirigí a la cocina. Después de hacer la comida, me encaminé hacia el salón con los platos de comida para mis tíos y para mí. Ninguno de los tres pronunció una palabra mientras comíamos.
~*~
Eran las 9:00 de la mañana del día siguiente. Me desperté durante unos instantes, pero cerré los ojos unos segundos. Noté una presencia en mi habitación a mi lado y cuando me giré para ver si había alguien, la silueta de mi tía estaba allí estática con un vaso grande de agua. Lo que hizo con él fue tirármelo por encima mientras me decía:
-Levántate ya, niña. Tienes que hacer el desayuno-.
En ese momento me dieron ganas de decirle que lo hubiera hecho ella, dado que ya estaba levantada, pero me limité a mantenerle fija la mirada y no dije nada por miedo a que me volviera a golpear como pasó el día anterior.
-¿Por qué me has tirado agua?- le pregunté secándome con las mangas de mi pijama.
-Para que te espabiles y no te quedes ahí haciendo el vago. Tienes que hacer muchas cosas antes de que venga tu primo- dijo mi tía.
¿Cómo? ¿Mi primo iba a venir aquí? No podía ser. No podía ser posible. Me quedé de piedra al escuchar aquello.
-¿Q...Qué?- le pregunté tartamudeando e intentando que no se me notara en lo absoluto lo aterrada que estaba.
-Lo que oíste, niña. Y levántate ya de esa cama de una vez, no te lo repito más veces- me dijo antes de salir por la puerta y cerrarla de un portazo.
Por unos instantes me quedé petrificada en aquella cama. Ya no era suficiente con aguantar a mis tíos aquí todos los días, sino que ahora también tendría que soportar a mi primo.
-"¡Genial!"- pensé irónicamente.
Entonces recordé lo que pasó con él la última vez que mis tíos tuvieron que quedarse conmigo.
Mi primo Edward era un chico dos años mayor que yo. Tenía el pelo moreno y el flequillo engominado hacia arriba formando un tupé. Sus ojos eran tan negros como el azabache y me sacaba casi dos cabezas de altura. También era fuerte y algo musculoso.
Lo que ocurrió la última vez que le vi, fue que me mandó llevarle un pantalón y una camiseta un día por la mañana recién sacados de la secadora y él tenía un billete de 50€ en uno de los bolsillos del pantalón.
Él lo buscaba tanto por sus bolsillos delanteros como de los traseros y no lo encontraba, entonces me acusó a mí de habérselo robado. Yo le dije que no había sido yo y que ni siquiera sabía que llevaba dinero ahí. Aún recordaba aquella mirada de desprecio en sus ojos y supe que no me creyó.
Entonces, empezó por pegarme con su mano abierta en mi cara. Me dio tan fuerte, que caí al suelo y a aquello lo acompañó de varias patadas en mi estómago y espalda. Después de eso no supe si siguió golpeándome o si me dejó tirada en el suelo. Sólo recordé que me desmayé y no desperté hasta horas más tarde.
Después de aquella escena, tener que volver a verle hacía que mi estómago se revolviera de angustia. No quería ver su maldita cara de nuevo, pero no pude evitarlo, él iba a venir aquí sí o sí.
Agité mi cabeza para volver a la realidad y dirigirme hacia la cocina antes de que mi tía volviese a gritarme. Hice el desayuno, fregué los platos y limpié yo sola toda la casa por orden de mi tía.
Eran las 11:00 de la mañana y mis tíos y yo estábamos en la puerta de la entrada esperando a la llegada de Edward.
Los nervios me recorrían todo el cuerpo y mis piernas temblaban cada segundo que pasaba. No quería encontrarme con la mirada desafiante y odiosa de mi primo. No quería verle.
A los diez minutos, vi a lo lejos a un chico alto y fuerte, moreno y de ojos oscuros. No tardé en reconocer a mi primo. Se estaba dirigiendo hacia nosotros y, a medida que él se acercaba más y más, mi cuerpo temblaba más fuerte. Pocos segundos pasaron cuando ya estaba frente a nosotros.
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Hasta Que La Vida Me Sonríe (COMPLETA)
De TodoElla sintió que no tenía a nadie a su lado. Sintió que no valía como persona. Sintió que nada tenía sentido, y cuando se dio cuenta de que la vida no estaba hecha para ella, el destino dio un vuelco. Alguien especial apareció en su camino y de repen...