Capítulo 25

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Dos días habían pasado desde que me trasladé a la habitación que ahora ocupaba.

Supe por Emma que su hermanita había nacido con un problema de salud, por lo que debía permanecer en la incubadora hasta que los médicos descartasen la posibilidad de que la bebé pudiera tener alguna enfermedad grave que fuese a peor.

Por otro lado, Bonnie, la madrastra de Emma estaba algo débil, ya que durante el parto, perdió una gran cantidad de sangre, pero según lo que me había dicho Emma, los médicos estaban seguros de que no le pasaría nada y que con los cuidados adecuados, tanto por parte de la familia, como del hospital, podría recuperarse en poco tiempo, cosa que me alegraba.

En cuanto al sueño que tuve de nuevo con aquella chica, seguí sin imaginarme qué significaría. No volví a soñar más con ella, de momento.

En estos dos días, Max había estado comportándose de manera extraña. Me evitaba y ya no me avisaba si se iba a algún sitio como solía hacer. En la hora de la comida, ni me dirigía la palabra y ni siquiera me miraba.

No lo culpaba. Le rechacé sin darle ninguna explicación, tan sólo me aparté de él y no dije absolutamente nada más. Lo entendía muy bien.

Sin embargo, quería con todas mis fuerzas hablar con él y decirle que no fue culpa suya, que no le rechacé por él.

Pero eso implicaba que me preguntara el porqué, y eso era lo que menos quería. No quería decirle que mi primo abusó de mí y que empezase a mirarme con lástima, a que me viera poca cosa, vulnerable, débil...

Aunque, estaba claro que no podíamos seguir así. Entonces, para estar conviviendo en la misma casa y sin dirigirnos palabra alguna, tomé la decisión de marcharme de su casa.

Quise hablar con Emma, pero me acordé de que todavía no le habían dado el alta a Bonnie y que la pequeña seguía en la incubadora. Por lo tanto, preferí no hacerlo.

No sabía entonces a dónde iba a ir, pero prefería eso a tener que permanecer en esa situación por más tiempo.

Me dirigí hacia el armario y saqué toda mi ropa. La puse encima de mi cama y saqué de debajo de ella la maleta. Metí todo dentro y eché un último vistazo a aquella habitación que tanto empeño había puesto Max para que quedara bien para mí.

Bajé las escaleras y observé a Max viendo la televisión. No se había fijado en que yo estaba bajando.

No sabía si aparecer delante de él y despedirme teniendo en cuenta que tentaba a mi suerte y tal vez me respondería con indiferencia, o irme así sin más.

No hizo falta ni hacer una cosa ni la otra. Max ya había clavado sus ojos en mí y al verme con la maleta, se levantó bruscamente del sofá y se dirigió rapidamente hacia donde yo estaba.

-¿Dónde vas?- miró mi maleta y después me miró a mí con una expresión de sorpresa en su rostro.

-Voy a irme de aquí, Max- bajé la mirada hacia mis pies y volví a mirarle.

-Pero- pausó -¿Por qué? ¿No estás bien aquí?- preguntó.

-¿Aún no lo sabes?- pregunté entonces.

Se quedó en silencio durante unos segundos, pero no dejaba de mirarme.

Los nervios empezaban a recorrerme todo el cuerpo y un sentimiento de culpa se depositó en mi pecho. Me dolía verle de esa manera, pero no podía seguir viviendo con él si no íbamos a estar bien.

-Max, me voy porque no aguanto que me ignores, que me evites- pausé -que hagas como si no existiera- parecía algo cruel, pero era lo que sentía en ese momento.

Hasta Que La Vida Me Sonríe (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora